Crítica: ‘Blood Drive’, un placer culpable para los amantes del grindhouse
La serie, que llega a canal XTRM, hará las delicias de los que estén buscando carreras de coches, sangre, vísceras y mucha acción
Esta crítica se ha escrito tras ver la temporada completa de ‘Blood Drive’. No contiene spoilers.
Esta semana se estrena en el canal XTRM Blood Drive, una auténtica salvajada que os presentamos la semana pasada en Fuera de Series y que una vez vista por adelantado toda su temporada, vamos a realizaros una crítica sin destriparos ninguno de los aspectos esenciales de la misma.
Blood Drive empieza con una primera escena en la que un incauto es introducido en la trituradora de un vehículo para conseguir la sangre necesaria como combustible que utiliza su coche para participar en una carrera a lo largo de todo el país. La serie deja a las claras desde esa escena inicial su objetivo e intenciones, por lo que vais a tener muy claro a partir de ese momento si esa propuesta os parece repugnante y repulsiva, lo que es perfectamente comprensible, o por el contrario aceptáis las condiciones para ver esa apuesta descerebrada que realizan desde el principio.
Heredera de las películas de explotación de los años setenta, como la inolvidable Death Race 2000 que veía en los cines de mi barrio, no he tenido el más mínimo problema en dejarme llevar y echarme unas risas con las burradas que veía en la pantalla, en especial con la aparición del maestro de ceremonias de la carrera, Julian Slink, desatado por completo gracias a un gran Colin Cunningham (Falling Skies).
Hilando más fino, Blood Drive tiene un gran piloto, que no defrauda a los amantes del grindhouse, pero después se empieza a perder bastante en tramas secundarias que sirven para rellenar episodios, pero que se alejan de la carrera, que es lo que mejor funciona de largo, con un grupo de participantes a cual más friki y desagradable, que rivalizan en matar al máximo de gente posible para tener más combustible para sus vehículos y salpicar la pantalla con todo tipo de sustancias viscosas.
Con el paso de los episodios, Blood Drive va derivando hacia una road movie con nuestros dos protagonistas, la misteriosa Grace y el policía Arthur, encontrándose en cada episodio a los frikis de la semana, para que corran algún peligro del que salvarse desmenuzando una buena ración de cuerpos. Ya sean zombis, enfermos mentales en manicomios, vampiros, extrañas sectas o racistas, para volver a remontar en el tramo final con la carrera de nuevo como centro de operaciones.
Todo vale para montar una masacre en cada episodio donde el principal aliciente es conocer a la tropa de descerebrados (y nunca mejor empleada la expresión) con la que se va a topar nuestra pareja protagonista, aunque no todo es la carrera, ya que tenemos una trama secundaria a cargo del antiguo compañero del policía, que intenta descubrir toda la verdad sobre el misterioso conglomerado industrial Heart, que controla el universo y parte de la galaxia.
La tensión sexual entre los dos protagonistas es convenientemente explotada según marcan los cánones del género, reforzada por el hecho de que ambos llevan un dispositivo de conexión que estallará si se alejan entre ellos más de una determinada distancia, por lo que del roce obligado nace el cariño consentido. Rodada en su totalidad en Sudáfrica, la pareja protagonista formada por la española Cristina Ochoa (Valor, Animal Kingdom) y el musculitos Alan Ritchson (Titans) cumplen a la perfección con el requisito principal que es dejarse manchar y pringarse por todo tipo de sustancias y productos en sus correrías por las devastadas llanuras del país, mientras enseñan generosamente amplias partes de sus esculpidos cuerpos, sin que la interpretación necesite nada mas allá de ser histriónica y pasada de rosca.
No me gusta utilizar la expresión “placer culpable”, pero esta es de las pocas ocasiones en que encaja como un guante, en una propuesta que mirada con los ojos de crítico erudito tendría que machacarla sin piedad, porque no tiene ni pies ni cabeza, pero que en cambio me lo ha hecho pasar en grande recordándome un género que siempre me ha gustado, aunque ni se me va a ocurrir recomendarla a nadie que no sea de esta hermandad del grindhouse.
‘Blood Drive’ se estrena el 7 de noviembre, a las 22:55 horas, en Canal XTRM.