Crítica: ‘La Zona’ 1x01 — ‘En tierra de nadie’

El regreso de los Sánchez-Cabezudo, y primera producción propia de Movistar+, se estrena con un arranque prometedor e ilusionante

Francis Arrabal
Fuera de Series
5 min readOct 31, 2017

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Eduard Fernández y Álvaro Cervantes en ‘La Zona’. (Fuente: Movistar+)

El pasado viernes 27 de octubre era la fecha señalada por excelencia en el calendario seriéfilo español de 2017. Bajo el estreno de La Zona se unían, por un lado, el ansiado regreso de los hermanos Sánchez-Cabezudo a la televisión, después la emisión de Crematorio en 2011 (por muchos considerada como la mejor serie que se ha hecho en la ficción nacional hasta el momento); y, por el otro, el estreno de la primera serie cien por cien producción propia de Movistar+, tras el estreno de Velvet Colección en septiembre, que venía de Atresmedia. Las expectativas estaban muy altas. Éramos muchos los que esperábamos este momento.

El primer contacto que tenemos como espectadores con La Zona es a través de Zoe Montero, el personaje interpretado por Alba Galocha, huyendo puente a través e intentando esconderse en un barrio desolado por el desalojo de sus habitantes tras el accidente nuclear acaecido tres años atrás. Esta primera escena, que sirve de apertura de la serie, es bastante ejemplarizante de una dualidad que parece que va a explorar la serie desde sus inicios.

El impacto que la radiación nuclear ha tenido sobre “la zona” ha conseguido dos efectos contrapuestos: la naturaleza más verde, salvaje y llena de vida, brotando gracias a la desaparición de la agresión del ser humano sobre el terreno, frente al páramo desolado, difunto y cubierto de polvo que representa la ciudad abandonada por la civilización, tras el desalojo por la radiación. Desde esta secuencia inicial, los trabajos de dirección, fotografía, arte y banda sonora son especialmente reseñables, marcando ante qué tipo de serie estamos y el cuidado que van a prestar a los diferentes aspectos técnicos para completar la narración y aportar información al espectador, pues juegan exactamente ese papel, al mismo plano que el guión.

Alba Galocha como Zoe Montero. (Fuente: Movistar +)

La persecución tendrá fin con el descubrimiento fortuito, por parte de los policías que iban en busca de Zoe, de un cadáver colgado boca abajo, que apunta a no solo haber sido devorado por los lobos que han aparecido en el terreno, si no también por una persona. Será el momento en el que aparezca Hector Uría (Eduard Fernández), un inspector de policía que resultó ser el único superviviente de los primeros cincuenta hombres y mujeres que entraron a la Central Nuclear de Nogales para ayudar tras el accidente, y que ahora llaman para investigar el primer crimen cometido dentro de la Zona de Exclusión.

El inicio de la investigación supondrá para Hector volver a enfrentarse a sus viejos fantasmas, como visitar su antiguo y abandonado hogar o volver al lugar donde comenzó todo. Para muchos, es un héroe de la comunidad, pero él aún no ha superado el trauma y sigue atormentado por ser el único superviviente, como si de un ser maldito se tratase.

La trama de este primer episodio, que cimenta las bases para lo que está por venir con precisión milimétrica, la completará Julia Martos (Alexandra Jiménez), una médica militar metódica que decidió trasladarse a Nogales después del accidente nuclear para ayudar en las tareas de emergencia y supervisar los niveles de radiación y sus efectos en la población. Si por lo que hemos podido ver, el personaje de Héctor ha sido el encargado de llevar el peso de la trama del thriller con la investigación del crimen, el de Julia parece haber sido el designado por los Sánchez-Cabezudo para mostrarnos la realidad de la catástrofe sobre la gente de a pie.

Julia Martos dialogando con la pareja de ancianos. (Fuente: Movistar+)

Podemos ver a un compañero comentarle cómo se le está cayendo el pelo a causa de la exposición a la radiación o cuando acude a la casa de dos ancianos que regresan de nuevo a su hogar tras la evacuación. Julia va con la misión de controlar el efecto de la radiación en su vivienda y aconsejarlos sobre el estilo de vida que deben llevar a partir de ahora para preservar sus vidas. El relato es, cuanto menos, desgarrador. Ambos fueron despojados de su casa, condenados a vivir en la de su hijo como unos apestados (el monólogo de Tomás es sublime) y ahora regresan de nuevo a su hogar con la única finalidad de vivir sus últimos días en paz. Y lo demás, radiación nuclear incluida, poco les importa.

En este arranque, además de presentar a algunos de los personajes principales y empezar a relacionarnos con ellos, nos ha ido sembrando esas tramas que van a expandir el universo de La Zona, a priori entre el thriller policiaco, como eje motor de la serie, y el discurso social, que más nos puede recordar al trabajo anterior de los hermanos Sánchez-Cabezudo en Crematorio, y que parece ser el que realmente más les interesa. Por que lo que realmente nos está contando La Zona en este primer episodio es el impacto social del desastre nuclear en las diferentes esferas: el desalojo de las viviendas y el efecto que esto tiene en la naturaleza, la ciudad y las personas; y cómo hay gente que en río revuelto, siempre consigue la ganancia. En este caso, vendiendo de contrabando todos esos bienes que se han quedado en la Zona de Exclusión.

Un inicio prometedor e ilusionante para el regreso a la ficción de los hermanos Sánchez-Cabezudo, que nos hace mantener altas las expectativas ante la producción propia de Movistar+ y lo que está por venir.

‘La Zona’ está disponible cada jueves en VOD y #0 de Movistar+.

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