Crítica: ‘Sanditon’ añade picante a la novela inacabada de Jane Austen
COSMO estrena esta noche esta serie, un poco más explícita de lo habitual en los dramas de época
Esta crítica se ha escrito tras ver el primer episodio de ‘Sanditon’ y no contiene spoilers.
Sanditon es un curioso experimento dentro de las adaptaciones literarias de época de BBC. Parte de una novela inacabada de Jane Austen, que apenas escribió once capítulos antes de su muerte, y todos ellos se cuentan en el primer episodio de la serie. A partir de ahí, Andrew Davies, experto en este tipo de adaptaciones, tiene libertad para continuar la historia de sus personajes, y aprovecha para incluir algún toque un poco más moderno y hasta picante.
El resultado empieza a verse esta noche en COSMO y, solo con el primer episodio, ya puede apreciarse que Davies ha querido ser un poco más explícito en algunos aspectos, sobre todo, sexuales, potenciando insinuaciones (y mostrando algunas escenas) que Austen nunca habría expuesto de esa manera. Esto generó cierta controversia en el Reino Unido, donde a la crítica le costó acostumbrarse a que una serie ambientada entre clases más o menos pudientes en la Regencia se atreviera con determinadas cosas. Sus personajes ya mantenían la distancia de seguridad contra contagios del COVID-19 como signo de buenos modales.
La protagonista de Sanditon es una clásica de Austen, la joven del campo que va a pasar una temporada con una familia con más posibles que la suya, lo que la abre la puerta de La Sociedad, así con mayúsculas. La única diferencia es que Charlotte Heywood no va a Bath, el lugar de veraneo preferido de los aristócratas, sino a un pueblo costero que aspira a convertirse en el nuevo sitio de moda promocionando los beneficios de los baños en el mar (sí, aunque no os lo creáis, a principios del siglo XIX no era algo habitual). La familia que acoge a Charlotte, los Parker, es la principal impulsora de ese proyecto y su patriarca, Tom, está desesperado por conseguir los apoyos que le permitan construir los balnearios, los hoteles y las tiendas que transformen Sanditon en el nuevo Bath, especialmente porque, si no, perderá la inversión de Lady Denham, que es quien maneja el dinero allí.
Con la anciana noble no valen prendas (en la tradición de la tía March de Mujercitas o la misma Condesa Viuda de Downton Abbey), y todos los personajes aspiran de algún modo a heredar su fortuna. Charlotte se verá en medio de las estratagemas de los hermanos Denham (demasiado caricaturizados en el primer episodio) y del que acabará siendo su interés amoroso, Sidney Parker, un joven que vive en Londres y que está bien conectado con la sociedad de allí, y que es el clásico también distante e irritable de Austen.
El arranque de la serie es muy entretenido y muy eficaz. No solo presenta enseguida a todos los personajes, sino que los conocemos bastante bien a todos en apenas 50 minutos. El dibujo de Charlotte como una chica inteligente y avispada, que aún tiene que aprender a moverse en la rígida etiqueta de la época (y en su hipocresía cara al público), es preciso y está apoyado en un estupendo trabajo de Rose Williams, que ya tuvo su ración de dramas de época con Los Medici: Señores de Florencia y Reign.
La afilada lengua de Lady Denham, que descubramos poco a poco lo que oculta Sidney bajo su exterior desinteresado (a Theo James, quizás, le falta un poco de carisma para este papel), los secretos que Charlotte se irá encontrando… Sanditon apunta a ser un visionado bastante entretenido. También hay curiosidad por ver cómo evoluciona superada la adaptación en el primer episodio del material original, si mantendrá su tono o se moverá hacia otro lado. Y si esos detalles más explícitos también se hacen más evidentes.
Esto no va a ser Orgullo y prejuicio, por supuesto, pero quizás sí se mueva más cerca de La abadía de Northanger, cuya protagonista también es una joven inexperta que descubre que la sociedad de Bath no es idílica. Eso sí, Charlotte no está obsesionada con la literatura gótica.
‘Sanditon’ se estrena esta noche, a las 22:00 h., en COSMO.
