Crítica: ‘Stanley, retrato de un criminal’ o cómo ser un adinerado delincuente a costa de la policía
Filmin estrena hoy esta miniserie holandesa centrada en el delincuente más célebre de la historia del país
Esta crítica se ha escrito después de ver los 4 capítulos de ‘Stanley, retrato de un criminal’ y no contiene spoilers.
El género biográfico ha llevado a la pantalla la vida de conocidos monarcas, reinas de personalidad arrolladora, políticos adelantados a su tiempo, científicos revolucionarios y artistas que, simplemente, eran genios. Hombres y mujeres que consiguieron por derecho propio un lugar en la Historia y que se convirtieron en protagonistas de producciones televisivas que ofrecían un retrato más completo, y muchas veces imperfecto, que el de una entrada en la enciclopedia.
En 2019, el director holandés Tim Oliehoek decidió que su nuevo proyecto televisivo iba a ocuparse de uno de los personajes más célebres de su país, pero no se decantó por uno de sus reconocidos pintores, ni tampoco por sus alabados futbolistas. El protagonista de su miniserie iba a ser Stanley Hills, el delincuente más célebre de la historia neerlandesa, un hombre desconocido para el público español -aunque él conocía bien la costa de nuestro país- que bien merece un lugar en nuestra memoria televisiva.
Con el título de Stanley, retrato de un criminal, esta miniserie de cuatro episodios que ya podemos disfrutar en Filmin recorre la trayectoria criminal de Hills, que se mantuvo en activo desde los años ochenta hasta hace una década para disgusto de la policía holandesa, que en sus comienzos como atracador de bancos lo identificó como un criminal peligroso por su facilidad para empuñar un arma y disparar. Aunque aquello eran, según el propio Hills, comentarios que exageraban la realidad y que él se encargó de desmentir en una entrevista en prime time, para asombro de policías y medios.
A pesar de que la producción lleva su nombre, buena parte del metraje está dedicada a la época más productiva y próspera de Hills; años en los que, junto a otros tres hombres, ganó tanto dinero que “ya no lo contamos, lo pesamos”, y además de abrir varios negocios en Ámsterdam se compraron un chalet en La Nucía o invirtió en una empresa inmobiliaria en Ibiza. Llevaba un tren de vida que, sin embargo, supo mantener bien oculto, manteniendo una apariencia y una vida normal y dedicándose en sus ratos libres a restaurar muebles.
Stanley, retrato de un criminal es un interesante relato con tanto ritmo y ambición como el de los personajes que lo protagonizan. Hills, menos peligroso y más humano que un mafioso italiano, resulta tan interesante y atractivo que el espectador solo puede preguntarse cómo nadie había llevado antes esta historia a la pantalla. Porque tiene todos los ingredientes propios de cualquier drama criminal, desde fugas de la cárcel a plena luz del día hasta sangrientas venganzas, con el encanto añadido de que el responsable fue una persona real, con sus defectos y sus virtudes, que acabó convirtiéndose en uno de los rostros más conocidos en la Holanda de finales del siglo XX.
Aunque a veces se echa de menos mayor profundidad en ciertas tramas, porque pasan cosas pero no hay tiempo para adentrarse en el porqué, la historia escrita por Jan Harm Dekker y Robert Jan Overeem es un notable drama criminal que tampoco deja que el espectador se aburra. Protagonizado por Jeroen Spitzberger, al que el propio Oliehoek describe como el “Hugh Grant holandés” por su especialización en el género de la comedia, Stanley, retrato de un criminal es, simplemente, una de esas historias que todo el mundo debería conocer. Y aunque, como es habitual en las producciones biográficas, el protagonista no sale tan favorecido como le gustaría, estoy convencida de que Hills no organizaría una entrevista para expresar sus quejas sobre la producción.
‘Stanley, retrato de un criminal’ está disponible en Filmin.