Crítica: ‘The Looming Tower’, ¿alguien se acuerda de las Torres Gemelas?

La última serie que trae Amazon se sumerge en el caos gubernamental que acabó con el atentado más tristemente célebre de la historia

Toni Garcia Ramon
Fuera de Series
5 min readMar 9, 2018

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Jeff Daniels como John O’Neill. Y como todo lo que quiera. (Fuente: Hulu)

En Contra todos los enemigos, el zar antiterrorista de los Bush, Richard A. Clarke desvelaba un memorándum de la CIA en los 90 en el que especulaban con estrellar un 747 lleno de cerdos en La Meca, como estrategia para desestabilizar al pujante islamismo radical. Afortunadamente, la cosa no pasó de ser la idea de un chiflado con mucho tiempo libre, pero es un doloroso ejemplo de la incapacidad de los servicios secretos estadounidenses para lidiar con un fenómeno que les ha sobrepasado hasta dejarles en evidencia, una y otra vez.

Si hay algo peor que tratar de lidiar con un loco, es armar a un loco y eso es justamente lo que hizo la CIA en Afganistán cuando ofreció dinero, armas y entrenamiento a un grupo de jóvenes muyahidines llegados de todas partes para combatir al invasor soviético. Aquellos tipos idealistas y –sobre todo- fundamentalistas que se las apañaron para echar al todopoderoso ejército ruso del país, decidirían luego que el auténtico enemigo era el mismo que les había enseñado como darle su merecido a los mismísimos spetsnaz, las fuerzas especiales del antiguo telón de acero.

Luego llegaría cuando Estados Unidos se propuso hacer lo mismo que los rusos, invadiendo Afganistán, ignorando cualquier consideración que no fuera la derrota del enemigo. Robert Kaplan explica con bastante detalle en La venganza de la geografía, porque nunca hay que desdeñar la orografía de un país antes de emprender acciones contra él. La cosa les salió tan bien como Vietnam, la operación Condor, o Mogadiscio.

Algo huele a podrido en la CIA. (Fuente: Hulu)

El país parece vivir con bastante desahogo las derrotas, siempre que pueda venderlas de la forma apropiada, y en eso no han cambiado ni un ápice, independientemente de quién ocupara el despacho oval. Ya fuera Nixon falseando datos de lo que pasaba en Saigón o George Bush Jr proclamando la victoria a bordo de un portaaviones mientras sus soldados morían por docenas en una guerra espoleada por lo más granado de los neoconservadores estadounidenses.

The Looming Tower, una de las series más redondas en Amazon desde que decidieron apostar por la televisión en streaming (en Estados Unidos, se ha visto en Hulu), se sitúa justo en el instante en que alguien en el departamento de estado se da cuenta de que aquellos tipos que se refugian en las cuevas de un país lejano planean morderles el culo, de una forma que jamás habían imaginado: el momento en que Al Qaeda pasó de ser una simple nomenclatura en algunos dossiers secretos a la organización terrorista más poderosa de la historia. Todos lo vieron venir pero nadie dio la voz de alarma e incluso cuando las embajadas de EEUU en Tanzania y Kenia volaron en pedazos (actos que muchos consideran el primer acto de guerra de la organización de Bin Laden), la colaboración interdepartamental siguió siendo una broma digna de un payaso amateur.

Peter Sarsgaard como Martin Schmidt y Michael Stuhlbarg como Richard Clarke. (Fuente: Huku)

Lo mejor de la serie más allá de la veracidad del retrato de un momento que cambió todos los conceptos existentes sobre lucha antiterrorista, es el despiadado fresco sobre la burocracia en un lugar donde no debería tener relevancia alguna. Eso, y el brutal fresco de egos, rencillas y resquemores entre un grupo de hombres que eran la última línea de defensa ante un enemigo atroz pero que eran incapaces de sentarse a hablar de ello. Y eso (precisamente eso) relata The Looming Tower: cómo la CIA y el FBI convirtieron la incomunicación en una de las bellas artes. Esa es la gran baza de esta fábula que podrían haber escrito los hermanos Grimm, de tintes morales (que no moralizantes) y en la que es imposible no alzar la ceja contemplando cómo se desmorona la red de espionaje más poderosa del hemisferio occidental, por culpa de un enemigo más poderoso que el integrismo: la estupidez humana.

El reparto –obviamente- es de campanillas. Jeff Daniels y Peter Sarsgaard escenifican a la perfección la pelea de gallos entre CIA y FBI, y el francés Tahar Rahim demuestra que todas las expectativas en torno a su capacidad para encabezar un reparto que generó El profeta, estaban plenamente justificadas. Con tipos como John Dahl y Alex Gibney a los mandos (el primero, autor de títulos de culto como Rounders y La última seducción, y el segundo uno de los mejores documentalistas del mundo) ya se sabe que la bala dará en el centro de la diana y Dan Futterman al mando de un coro de guionistas entre los que destaca Lawrence Wright (uno de los mayores especialistas en Al Qaeda del mundo) la serie se mueve en terrenos de solidez controlada.

La gran baza de la serie es su facilidad para encontrar una narrativa que permite navegar por la complejidad de la estructura de los servicios secretos estadounidenses sin que a uno le explote la cabeza. Su mayor hándicap es lograr que sigamos mirando, seducidos por el efecto mirón que siempre provoca el caos, a pesar de saber cómo acabó todo. También será interesante comprobar si los creadores son capaces de mantener el statu quo del producto, recordando que es más relevante que nunca en tiempos en los que la propaganda ha alcanzado el estatus de oficialidad.

Eso, y la propia fascinación que genera saber que unos cuantos desequilibrados con la voluntad y el compromiso necesarios para llevar adelante cualquier idea (aun a costa de su propia vida) lograron perpetrar el mayor atentado terrorista de todos los tiempos, emitido en directo y amplificado por el mismo efecto domino que llevó (una década después) a la creación de ISIS. Una lección de historia que no sirvió de nada convertida en una serie que (vistos tres episodios) amenaza con ser relevante.

‘The Looming Tower’ se estrena el 9 de marzo en Amazon Prime Video.

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