Crítica: ‘The Outpost’, muñequitos de látex en Exin Castillos

Syfy está emitiendo esta serie creada por parte de los responsables de la saga ‘Stargate’

Lorenzo Mejino
Fuera de Series
4 min readSep 28, 2018

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Talón, la protagonista de ‘The Outpost’. (Fuente: Syfy)

Esta crítica se ha escrito tras ver los cuatro primeros episodios de ‘The Outpost’.

En estos tiempos de juicios sumarísimos televisivos rápidos con la visión del piloto de cualquier serie, generalmente, prefiero tener algo de paciencia para ver si evolucionan o no, pero siempre me encuentro con excepciones como The Outpost. Tras ver los veinte primeros minutos, ya estaba convencido de aquello era un desastre sin paliativos y era imposible sacar nada positivo con esos medios y ese enfoque.

The Outpost desarrolla la historia de Talón, la última superviviente de su raza, los Blackbloods, que se caracterizan por el color negro de su sangre. Años después de la masacre que acabó con todo su pueblo y su familia, Talón llega a un puesto fronterizo sin ley al límite del mundo conocido siguiendo la pista de los asesinos de su raza, y en busca de venganza.

En ese puesto, Talón descubre que es poseedora de un misterioso poder sobrenatural que debe aprender a controlar para salvar su vida y defender al mundo de un fanático dictador religioso.

(Fuente: SyFy)

Para entender The Outpost debemos empezar por su creadora, que es la productora independiente Camera 40, con sede en Utah, con un nivel en todos sus productos (Orcs, Dragonfire, y la saga Mythica) que hace que las series de la productora Asylum parezcan la HBO a su lado.

En este caso han utilizado el método de sindicación, produciendo la serie con sus propios medios para luego venderla a quien quiera comprarla, que en este caso fueron los canales internacionales de Syfy excepto en EE.UU., donde la emitió la cadena The CW este verano para rellenar horas muertas.

Las series con un presupuesto ínfimo como The Outpost tienen tres formas de enfocar la producción: la primera es suplir la falta de dinero con talento e intentando hacer algo diferente tapando esas penurias monetarias, con Los 100 como el mejor ejemplo; otra forma es recurrir al humor para reírse de ellos mismos y la cutrez de su propuesta, como podría ser el caso de Z Nation.

En cambio, The Outpost, ha elegido la tercera vía, que es tomarse las cosas en serio y plantear todo de una manera pretenciosa, por lo que a la primera aparición de un monstruo que parece reciclado de las primeras maquetas rechazadas del maestro Ray Harryhausen hace medio siglo, la sensación de que intentan tomarnos el pelo con semejante engendro empieza a introducirse en nuestra mente.

La fortaleza “inexpugnable” tiene un aspecto de Exin Castillos con la misma consistencia que la casa de paja de los tres cerditos, con el porexpan sin pintar saliendo por todas las esquinas y unos cromas donde solo nos falta ver a los dos ayudantes de producción sosteniendo la sábana verde de fondo.

El rodaje es nocturno y con escasa iluminación para paliar esos problemas, pero no pueden esconder a un reparto que combina la presencia de actores desconocidos, habituales en las infraproducciones de Camera 40 como Jake Stormoen, el supuesto galán de la historia, con veteranos de vuelta de todo como Kevin McNally (Turn, Piratas del Caribe) y el habitual villano residente, Andrew Howard (Bates Motel, Agents of SHIELD), dilapidando el poco prestigio que les queda.

Mención aparte merece la protagonista, Jessica Green, una debutante actriz australiana de Tasmania que, por lo menos, tiene una fuerte presencia escénica con su intensa mirada, pero que necesita un curso completo de interpretación para aprender a transmitir algo más que esos ojos, en especial en los diálogos que suelta como si hablara a las paredes de porexpan que la rodean.

Por mucho que lo he intentado, viendo los cuatro primeros episodios emitidos en España por Syfy me es imposible encontrar ninguna razón para recomendar The Outpost excepto algún sentimiento de masoquismo televisivo que todos hemos tenido alguna vez, y que en mi caso se ha agotado tras la cuarta entrega.

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