Crítica: ‘Trust’, Lucifer paga en dólares

HBO España estrena esta fábula perversa y tan retorcida que solo podía estar basada en hechos reales

Toni Garcia Ramon
Fuera de Series
5 min readMar 26, 2018

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Donald Sutherland como John Paul Getty en ‘Trust’. (Fuente: HBO España)

En cierta ocasión le preguntaron a John D.Rockefeller que cuánto dinero era suficiente. “Solo un poquito más”, respondió el magnate. Más allá de su condición de paradigma incontestable del capitalismo salvaje, la frase resume perfectamente la podredumbre que provoca la pleitesía al dinero, el vellocino de oro de la humanidad desde que en el s.XIII los comerciantes italianos y de los Países Bajos empezaran a comerciar a gran escala… O desde que el hombre es hombre.

Trust lleva al extremo aquello que decía Gordon Gekko, “la codicia no es solo buena; ahora es legal”. Y es que si su protagonista, J. Paul Getty, hubiera vivido en la Edad media quizás hubiera tenido que enfrentarse a la acusación de usura y -probablemente- habría salido de ella comprando a todos los incautos disponibles al mejor precio. Pero en el s.XX la usura ya no es un problema (en España aparece en el código penal desde 1908, algo es algo) y en los grandes núcleos del poder económico se contempla con desidia y -en ocasiones- hasta con sorna. Con todo eso en mente, la odisea del secuestro del joven Getty y su delirante desenlace, adquiere una clarividencia que va más allá de su tono lúgubre y que expone negro sobre blanco qué destino le espera a cualquiera en manos de una calculadora humana que solo sabe sumar y multiplicar: un tipo que tiene en su casa una cabina por si a alguien se le ocurre pedirle usar el teléfono. Una caricatura que anda y respira, que disfruta retorciendo las palabras para los que le rodean se destripen entre ellos y para los que todos somos lacayos, receptáculos de su soberbia.

La familia Getty. (Fuente: HBO España)

Donald Sutherland, Brendan Fraser e Hillary Swank timonean la serie (excelente tripla). El primero disfruta enormemente dando vida a ese Satanás decrépito, cuya brújula moral está tan jodida que en lugar de en puntos cardinales se lee en divisas. John Paul Getty, que un día fue el hombre más rico del mundo (y el más pobre, “solo tenía dinero”, que hubiera dicho Jacqueline Onassis) y que debe tanto al Mariscal Tito como a Stalin o a William Randolph Hearst, es un sujeto que fascina en su nihilismo colérico, el abismo que te devuelve la mirada.

Sumo sacerdote del capital, dedicado a los placeres carnales, capaz de entrar en cólera porque el periódico se había subido 15 centavos, la vida de este aprendiz de dictador se sacude (un poquito) cuando su nieto es secuestrado. Naturalmente, el señor Getty primero no pensaba pagar el rescate del joven Getty tercero. Y en su defensa hay que decir que el nieto ya se había inventado varios secuestros para sacarle el dinero al viejo.

Lo de luego ya entra en la categoría de spoilers, pero digamos solo que el ricachón pagó un rescate basándose en la cantidad que posteriormente podría deducirse en impuestos y que obligó a su hijo a devolverle el dinero con un interés del 4%.

Harris Dickinson y Donald Sutherland, como John Paul Getty III y John Paul Getty, respectivamente. (Fuente: HBO España)

Danny Boyle dirige Trust con el mismo fervor visual de siempre y la verdad es que el producto le viene como anillo al dedo, teniendo el cuento el delirio conceptual que suponían los Getty, en esa mansión llena de esclavas disfrazadas de concubinas (cada una con su contrato correspondiente, despojándoles de cualquier compensación económica) y en el que uno puede percibir el olor fétido que proyecta el capataz, un tipo que lo ensucia todo, como si viviera en esa casa del mafioso de Gomorra en las que se han tapiado las ventanas. Un Rey Midas de la oscuridad al que el director de Trainspotting afila como si se tratara de un cuchillo jamonero, hasta el punto de que a los diez minutos resulta difícil decidir si alguien que no fuera Sutherland podría haber resultado tan descomunalmente eficaz (por odioso) en el papel de Getty.

Si se lee el material original y básicamente el libro de John Pearson Painfully rich, se puede apreciar que el foco ha variado: Pearson se ocupaba más de los herederos que del propio cabeza de familia y sin embargo Boyle (con la ayuda del guionista Simon Beaufoy, un habitual del realizador británico) prefiere volver la mirada al jefe. Es una buena decisión, que permite al director llenar el lienzo de puntadas muy específicas, ya sean en la relación de Getty con ‘sus’ mujeres o en el espeluznante trato con su hijo, de un cariz tan enfermizo que no es de extrañar que la familia acabara siendo famosa por los suicidios, las sobredosis y las enfermedades mentales más que por su fortuna o por su -innegable- habilidad a la hora de hacer negocios.

Vistos las tres primeras entregas de Trust ya podemos hablar de un cuento de corte Chauceriano, lleno de advertencias y alarmas, en el que se refleja lo que uno puede llegar a ser cuando lo que posee acaba poseyéndole a él. Boyle ha conseguido un reparto de hormigón armado que teje una madeja casi perfecta de personajes descabezados, listos para ser carne de cañón. En ese caos, en el que siempre reinan los implacables, encuentra Boyle su mejor trabajo desde Steve Jobs. Una suerte de retrato de Dorian Grey en el que el reverso del protagonista envejece en la efigie de los billetes de dólar y en el rostro de los que le rodean. Una tragedia casi determinista que se ve con una mezcla de asco y fascinación y que deja un poso más amargo que el café.

‘Trust’ se estrena el 26 de marzo en HBO España.

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