Columna

El amor con mayúsculas y en singular de ‘Love Life’

La serie es muy mala y su mensaje muy rancio

Alberto Rey
Fuera de Series

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(Fuente: HBO España)

Viendo la casi insultantemente intrascendente Love Life he sido consciente una vez más de lo reaccionario que es Hollywood respecto a las relaciones amorosas. En esta serie (ambientada hace unos años pero producida HOY, y esto es importante) se sigue haciendo hincapié en conceptos como enamoramiento, pareja y fidelidad como si se tratase de una ficción concebida hace dos décadas. Ya entonces Sexo en Nueva York era a veces criticada por no saber salir del modelo de pareja tradicional. Cuando la serie de Sarah Jessica Parker trataba la no-monogamia siempre lo hacía para terminar, moraleja mediante, volviendo al redil: Samantha empujaba de la cama a la chica con la que hacía un trío o la propia Carrie Bradshaw vivía en un infierno psicodramático cuando ella no podía ser SOLO para un hombre y un hombre no podía ser SOLO para ella.

Años después, HBO se bajaba de Open, la serie con la que Ryan Murphy pretendía hablar de otros modelos de relación, de otras parejas-no-parejas. En Open la no-tradicionalidad, me temo, sería en sí misma el conflicto de la serie. Como la homosexualidad en tantas películas y series. O como ser pobre en algunas comedias.

Con series como Love Life no avanzamos. Tampoco con la reciente Modern Love, donde todo termina reducido al mismo mito del amor romántico. En la antología de Amazon Prime Video, hasta la madre biológica de una pareja de hombres que adoptarán al bebé que ella espera es un accesorio más de la pareja-núcleo. ¿Y si ella se quedara en la casa con ellos y montasen una crianza a tres? Esa serie sí me interesaría. Ahí sí me veo. Pero, como los divorcios civilizados (qué preciosidad esas escenas de Better Things con Alex y Xander mirando juntos en el ordenador cómo hacerlo), las relaciones poliamorosas o incluso la monogamia sucesiva extrema no tienen sitio en las series si no es para enseñar lo poco recomendable que es no seguir el libro de instrucciones de la Modern Love Life.

La pareja tradicional sigue siendo la estructura vital elegida por la mayoría, pero cada vez me gusta menos que la ficción la siga tratando como la opción por defecto sin plantearse nada más. Ni Girls se puso a ello. Sólo con la microtrama de Elijah (Andrew Rannells) y Dill (Corey Stoll) se atrevió Lena Dunham a contar lo complejo que puede ser vivir en un universo no-parejacéntrico. Resultado: Elijah terminó con el corazón roto.

Además, como en tantas ocasiones, se escudó la Dunham ahí en una relación no-heterosexual. Como hacen en The L Word, por ejemplo. Tríos de dos hombres y una mujer he visto muy pocos en una serie. Y se cuentan con los dedos de una mano las parejas abiertas de verdad. No, los Shiv y Tom de Succession no cuentan: la suya es una relación ama-esclavo. Ni siquiera una serie tan teóricamente osada como Billions ha escapado de la trampa: la barroca (y sin embargo TAN burguesa en el fondo) sexualidad de Chuck y Wendy Rhoades (Paul Giamatti y Maggie Siff) fue utilizada dentro de la propia serie como caracterización de la pareja: Chuck y Wendy eran oscuros, estaban torturados, no eran de fiar. Qué tendrá que ver, me pregunto yo. En Love Life una ñoñísima Anna Kendrick sólo se pregunta dónde está el hombre de su vida. Qué pereza.

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Alberto Rey
Fuera de Series

Redactor Guest Starring, Fuera de Series | @albertoenserie