Columna

El circo del amor y el sexo de ‘The Politician’

“Normal” es la palabra prohibida, así que no la usaré

Alberto Rey
Fuera de Series

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(Fuente: Giovanni Rufino/Netflix)

Me quejaba yo de la poca amplitud de miras sexuales de series como Love Life y ahora en The Politician casi echo de menos esa previsibilidad amorosa. A punto estoy de agradecer un “los chicos tienen pene, las niñas tienen vagina” (es broma, es broma…). En la serie de Ryan Murphy, lo tradicional brilla por su ausencia: nada lo es, nadie lo es.

Esta sátira política de colorines, con lo mejor de Election y lo mejor de Glee, le hace sentir a uno realmente marciano. Porque decir que los marcianos son ellos ahora no sé si se puede. Lo argumenta Didi (Judith Light), una política madura cuyo (ma)trimonio podría ser problemático para su percepción como servidora pública fiable. Ahora todo es fluidez y poliamor, le explica a su sulfurada jefa de campaña Hadassah (Bette Midler); las nuevas generaciones viven así y las mujeres como yo me votarán por envidia y admiración.

Didi y Hadassah aparecen en la serie en el epílogo de la primera temporada y funcionan como apetecible puente hacia la segunda: nuevas divas en el Murphy-verso. Aunque The Politician ya contaba con Jessica Lange y con una fabulosamente autoparódica Gwynneth Paltrow. El tercer episodio de la segunda temporada de la serie se titula Conscious Unthroupling (El fin del trío, en español), una referencia al famoso, por pedantuelo, “conscious uncoupling” que la actriz utilizó para hablar de su separación de Chris Martin. Y, de paso, para vender cosas de su tienda online.

El personaje de Paltrow sigue en la serie. Ahora tiene novia, todo muy lesbian chic. Por otro lado, a Payton Hobart (Ben Platt), su ambicioso protagonista, lo venden como un personaje ambiguo en todos los frentes más para que el guion haga lo que le de la gana con él que para enriquecerlo. Peor lo tienen sus satélites: los desvaríos afectivos y mutaciones sexuales del séquito de Payton a veces parecen un circo diseñado para que, en cuanto entre por la puerta un cis-hetero, la serie pueda hacer un chiste que se huele a kilómetros. Tampoco pasa nada: lo contrario llevamos décadas viéndolo.

Además, The Politician no es Hollywood: por su espíritu juguetón y saltimbanqui puede permitirse cosas que la otra serie de Murphy en Netflix, un patético ajuste de cuentas con el Hollywood clásico, no. Pero ojo: no he visto todos los episodios de The Politician. Si me decís que ese personaje hetero que usan sólo para hacer un chiste es el de Anna Kendrick en Love Life, me lo creeré. Y no podré sino aplaudir la ocurrencia.

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Alberto Rey
Fuera de Series

Redactor Guest Starring, Fuera de Series | @albertoenserie