Entrevista

Vestir ‘Westworld’: mascarillas, correas y vestidos mágicos

Shay Cunliffe es la responsable de El Vestido del año. Y de muchas más cosas

Alberto Rey
Fuera de Series

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Maeve no tiene un vestido mágico, pero no importa. (Fuente: HBO)

Como muchos de nosotros ahora, Shay Cunliffe cree que en Westworld han pecado un poco de optimistas. La diseñadora de vestuario de la serie de HBO imaginó una Los Ángeles futura “llena de mascarillas, pero nos quedamos cortos”. Desde su propio confinamiento por la COVID-19, Cunliffe bromea por teléfono sobre cómo la ficción de Jonathan Nolan y Lisa Joy ahora es casi aspiracional.

Fue de hecho la idea de aspiracionalidad una de las que surgieron en sus primeras conversaciones con los showrunners: “En esas primeras reuniones no hablamos de cosas concretas, sino de la sensación que ellos querían transmitir en la serie”. El trabajo de Cunliffe consiste en convertir en prendas y estilismos esa sensación. “Era algo completamente nuevo para mí”, dice la diseñadora. Y es que ella se incorporó a la superproducción de ciencia ficción en su tercera temporada, cuando gran parte del universo de la serie, el formado por unos amorales parques temáticos (y nunca mejor dicho eso de “temáticos”), ya estaba hecho. De la otra realidad de Westworld, de su mundo real (y nunca peor dicho, perdón por el spoiler, eso de “real”), sólo habíamos tenido pequeños atisbos.

“En las primeras temporadas no se había explorado realmente el futurismo de ese mundo, así que nos preguntamos si podíamos permitirnos que fuese así, futurista”, cuenta Cunliffe. Futurista pero reconocible. Su justificación para que Westworld sea avanzada-pero-sin-pasarse es muy lógica: “estamos hablando de dentro de 30 o 40 años y yo, que llevo siendo diseñadora de vestuario desde mediados de los 80, he visto cómo las cosas se reciclan y vuelven, los cambios (indumentarios) no son tan radicales como uno puede creer”. Si hoy no vestimos de manera muy diferente a la de hace tres o cuatro décadas, tiene sentido que el look de Westworld sea similar al actual (mascarillas incluidas, qué cosas). Por eso en la serie, más que atuendos delirantemente avanzados, vemos trajes, camisas, faldas, tacones o joyería.

Algunas de estas piezas también conectan, según Cunliffe, a Westworld con el cine negro. Y de paso sirven para que las mujeres de la serie, centro absoluto de su trama, vivan en su tercera temporada “un viaje también a través del vestuario, pasando de uno más reconocible a uno más severo y futurista”. Por ejemplo, la vengativa Dolores (Evan Rachel Wood) empieza esta nueva entrega de Westworld caracterizada casi de novia-trofeo… y entonces BOOM.

El vestido transformable de Dolores se convirtió en meme en cuanto los fans de Westworld pudieron verlo: un icono instantáneo. Shay Cunliffe es consciente del tremendo impacto que tuvo ver a la implacable androide convertir su minimalista little black dress en un modelo brillante, largo y opulento. “Intento no pensar en que todo el mundo tendrá una opinión sobre mi trabajo, es demasiado estresante”, dice. Sin embargo, no puede estar más agradecida con el recibimiento que tuvo su creación.

Cuando le pregunto si, como tuiteó la propia Evan Rachel Wood en su momento, todo eso es aguja e hilo, Cunliffe es tajante: “hay CERO retoque digital en esa escena”. Sus años de experiencia en el campo del vestuario teatral lo hicieron posible: “yo empecé mi carrera en el teatro, donde hay muchísimos retos que deben solucionarse en tiempo real, sin segundas oportunidades”. El ya mítico vestido corto-largo mate-metalizado de Dolores necesitó multitud de prototipos (“muchos fines de semana de preparación y muchos ensayos con Evan Rachel Wood “) y tres tomas en el set. En la segunda, la actriz no logró activar el mecanismo del traje. Fue un momento muy divertido, recuerda Cunliffe, al que siguió otro muy emocionante: cuando todo el equipo rompió a aplaudir tras la toma perfecta. “Fue el instante favorito de mi carrera”. Pero también fue un momento tenso: “con tres cámaras y muchísimos extras en la escena, no nos podríamos permitir que no funcionase”.

“Esa noche, el equipo de efectos digitales no sabía que ellos no tendrían nada que ver con aquello.”, continúa. Precisamente el responsable de ese departamento corrió hacia la diseñadora justo después para felicitarla. “Fue un placer sorprender a unos tipos que no son nada fáciles de sorprender”, recuerda ella. Por otro lado, Cunliffe reparte el mérito con su gente: “tengo un maravilloso equipo de costureras con las que llevo trabajando años”. También con su refuerzo español: “por favor, menciona al fantástico equipo con el que trabajé en Besalú, ojalá pudiera llevármelos a todos los sitios”, me pide antes de terminar nuestra entrevista.

Shay Cunliffe entró en ‘Westworld’ ya para su tercera temporada. (Fuente: HBO)

Localizaciones como la fotogénica villa medieval catalana se convierten en Westworld en otros lugares y otros tiempos. Tiempos futuros que piden espectaculares vestidos transformables (“para actrices bellas, poderosas e inteligentes”) y trajes perfectos como el glamouroso modelo burdeos que Maeve (Thandie Newton) luce precisamente en Besalú. Pero Westworld es, sobre todo, el relato de un mundo oscuro, un mundo donde la gente es manipulada. Eso también tiene su traducción en forma de vestuario: los uniformes.

Shay Cunliffe vio lo que hacían “empresas de uniformes del mundo entero” y sobre lo ya existente realizó las alteraciones que el mundo de Westworld necesitaba. Como las correas y cinchas que ella decidió añadir a algunos trajes: en un mundo donde el control de la población es lo más importante, algo así es tan inquietante como razonable. Son esos pequeños detalles los que hacen a una serie grande. Y son vestidos como el aparentemente mágico de Dolores Abernathy los que, convertidos en meme, dan la vuelta al mundo. En eso, 2020 sí que es muy distinto a 1980. Un aplauso para Shay Cunliffe (y su equipo).

‘Westworld’ está disponible en HBO España.

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Alberto Rey
Fuera de Series

Redactor Guest Starring, Fuera de Series | @albertoenserie