La revolución de las series belgas

Sobre cómo las series de ese país, como ‘Tabula Rasa’, han pasado de la indiferencia a convertirse en referentes internacionales

Lorenzo Mejino
Fuera de Series
7 min readMar 27, 2018

--

De izq. a dcha.: ‘Tabula Rasa’, ‘Profesor T.’, ‘Tytgat Chocolat’ y ‘Beau Sejour’.

La globalización cada vez más importante en el terreno de las series de ficción está provocando la aparición de países que hasta hace pocos años eran verdaderos desconocidos fuera de sus ámbitos locales en el terreno de la producción de series, pero que ahora se han convertido en un auténtico referente del sector. Es el caso de Bélgica que, contra todo pronóstico, es uno de los países punteros en Europa, superando por ejemplo a sus vecinos franceses y neerlandeses, y de lejos.

Una característica importante que la distingue del resto de países europeos, es que no existe ninguna gran estrella que esté detrás de las mejores series, sino que todas están creadas y dirigidas por equipos diferentes y sin relación entre ellos, tanto en el idioma francés como en el flamenco, con una profundidad de talento realmente envidiable para un país de menos de diez millones de habitantes con dos lenguas oficiales casi impermeables entre ellas, por lo que la marca es el origen ‘belga’, más que el autor de la misma.

En el presente artículo os vamos a explicar las claves detrás del reciente boom belga, del que poco a poco van llegando exponentes a nuestro país, como es el caso del estreno reciente de Tabula Rasa en Netflix, que a pesar de su nula promoción en el momento de su estreno en la plataforma, está consiguiendo hacerse con un cierto prestigio gracias al boca a oreja, de la gente que la ve y la recomienda.

Los antecedentes

Imagen de ‘Salamander’.

Bélgica siempre había sido un país muy modesto en términos audiovisuales, aunque destacaba en el terreno cinematográfico con grandes realizadores como los hermanos Dardenne, reverenciados por muchos cinéfilos. En cambio en el terreno televisivo, sus series apenas salían de las fronteras de su país para ir a los Países Bajos, en el caso flamenco, o a Francia en el caso valón, quedando exclusivamente para el consumo local.

La primera serie que consiguió ser exportada, y que fue emitida incluso en nuestro país en Cuatro, fue Matrioshki (2006–2008) , un drama muy sórdido sobre trata de blancas, que trataba sobre un grupo de chicas de países del Este de Europa que llegaban a Bruselas con la esperanza de un contrato de bailarinas, para acabar siendo carne de prostitución de las mafias belgas.

Tras esa primera punta de lanza, tuvimos que esperar hasta el principio de esta década para ver las dos series que abrieron el camino a la explosión actual; Salamander (2012), una compleja historia sobre las consecuencias del robo a una cámara blindada de un banco, y Cordon (2014), una serie con toques apocalípticos basada en la necesidad de cerrar herméticamente el centro de la ciudad de Amberes a causa de un virus mortal, que debe ser contenido de una manera tan drástica.

Ambas han tenido sus remakes estadounidenses; en el caso de Salamander, todavía no estrenado, mientras que Containment ha sido una versión estilo The CW del original belga , Cordon, que pasó con bastante más pena que gloria.

La eclosión valona

Imagen de ‘Enemigo público’. (Fuente: Movistar+)

La reciente explosión belga tiene su explicación en dos factores principales. Por un lado tenemos el aspecto técnico, con unos equipos de producción de altísimo nivel, curtidos en numerosas producciones de series británicas que prefieren rodar en Bélgica por temas de ayudas fiscales y menor coste de los equipos humanos, lo que ha permitido formar a un gran núcleo de profesionales locales en series de alto nivel.

Pero el aspecto más importante ha sido el decidido apoyo de los dos gobiernos regionales belgas, el flamenco y el valón, para fomentar las producciones televisivas con un programa de ayuda y subvenciones en diferentes fases, para desarrollar los conceptos iniciales de las historias, la escritura de los guiones en temporadas cortas y cerradas y, finalmente, conseguir socios internacionales o locales para la producción y exportación posterior de las series.

Las convocatorias eran abiertas a todos los profesionales, pero buscaban sobre todo a nuevos talentos que no hubieran tenido su oportunidad de crear una serie, a partir de un presupuesto reducido y controlado (250.000 € por episodio) con el que pudieran demostrar su talento creativo, pero debían ser muy eficaces tanto en costes como en producción, favoreciendo el rodaje en exteriores y escenarios naturales por encima de la construcción de carísimos decorados.

La selección intentaba no centrarse únicamente en el genero más manido como el policial, sino que buscaban incentivar nuevas historias en entornos diferentes para mostrar diferentes opciones a los espectadores.

El sistema empezó su andadura en 2015, y sus primeros frutos por el lado valón llegaron en 2016, con las dos primeras series que conforman el repóker de oro de las producciones belgas, Enemigo Público y La Tregua, ambas estrenadas en España respectivamente en Movistar Series y Sundance TV, como un nordic noir adaptado a los bosques de las Ardenas. Las siguió una coproducción con Francia, Zone Blanche, a un nivel inferior, que se puede ver por aquí en Amazon Prime Video (como Black Spot).

La consolidación de la industria

Profesor T. ha sido emitida en España por Cosmo. (Fuente: Cosmo)

Una gran consecuencia del sistema belga de financiación es la coexistencia de las series de prestigio, que arrasaban en los festivales internacionales y en ventas a cadenas extranjeras, con el propio aumento del nivel de sus series locales de segunda fila, que se han beneficiado de esa mayor exigencia del público.

Ese aumento de la base de la industria audiovisual tiene como resultado la producción de series de nicho dirigidas a públicos determinados, como la excelente futbolera Spitsbroers sobre dos hermanos que intentan alcanzar su sueño de jugar en el equipo de Gante.

Incluso se han atrevido a adentrarse en el genero de catástrofes con Als de Dijken Breken, donde desarrollan las consecuencias de las inundaciones provocadas por una rotura generalizada de los diques que protegen sus terrenos por debajo del nivel del mar, con un trailer tan impresionante como el siguiente.

En paralelo, aumentaron el nivel de sus procedimentales mas clásicos y asequibles que empezaban a exportar fuera de su país, como es el caso de Profesor T., estrenada en nuestro país en Cosmo, o Coppers, un thriller convencional que ha conseguido pasar el Canal de la Mancha para ser emitida en Channel 4, la casa de las series europeas en las Islas Británicas.

Llegan los flamencos

A pesar de que la región de Flandes ha producido históricamente las series belgas más importantes, los vecinos valones del sur se adelantaron a los flamencos en los primeros reconocimientos internacionales gracias a esa primera gran ola de series que hemos comentado.

Todo cambió a principios de 2017, cuando los flamencos tomaron el relevo y encadenaron el exquisito thriller sobrenatural Beau Sejour con la auténtica joya de la corona, la deliciosa Tytgat Chocolat, ganadora del Prix Europa 2017 a la mejor serie europea, absolutamente merecido al narrar una road movie de cinco personas con síndrome de Down desde Bruselas hasta Kosovo, y finalizar el pasado mes de otoño con Tabula Rasa el reciente estreno de Netflix, para cerrar el repóker de oro de series belgas.

El futuro

Imagen de ’13 Geboden’ (‘Los 13 mandamientos’).

La maquinaria belga no se para, y este año 2018 llegarán las segundas temporadas de sus dos primeros éxitos, Enemigo público y La tregua, además de haber emitido la segunda de Salamander casi seis años después de su primera temporada, así como dos interesantes series policiales, 13 Geboden y De Infiltrant, ésta última sobre un pobre diablo que acaba infiltrado muy a su pesar en una peligrosa organización criminal

La gran esperanza para este año es una coproducción con sus vecinos neerlandeses, Undercover, con Netflix metido en la pomada y que ha sido seleccionada entre las diez participantes de la primera edición del festival de series de Cannes. Es una historia sobre un magnate de las drogas sintéticas que ve como su imperio se tambalea por la acción de dos agentes infiltrados en su organización.

Hasta aquí hemos llegado con esta presentación de un amplio panorama para que podáis entender las causas de la reciente explosión de series de calidad que nos está llegando desde Bélgica y que, como podéis comprobar, va a tener continuidad, y mucha, durante este año 2018.

--

--