Columna

‘The Good Fight’ y las opiniones sobre todo

Guest starring: Camille Paglia as herself

Alberto Rey
Fuera de Series

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(Fuente: CBS All Access)

Tras ver el episodio sexto de la cuarta temporada de The Good Fight (Movistar+), el penúltimo de una semi-temporada emitida in extremis, asumí que Valentina Morillo escribiría en Fuera de Series una columna sobre él, así que la llamé para ver hasta qué punto tendría sentido que yo también lo hiciera. Lo tiene, pues pocas series exponen más controversias por minuto que la(s) de Robert y Michelle King. Hay hueco para Valentina, para mí y para quien quiera sumarse a la fiesta de la opinión. Pero a la cola, por favor. Y respetando todos los dos metros.

El muy bien titulado La pandilla ofende a todo el mundo es uno de esos episodios de The Good Fight en el que cada trama lleva su propia reflexión: por un lado, Lucca y la relación de los ricos con el dinero; por otro Adrian y Liz debatiéndose entre los argumentos legales eficientes, la ética personal y un set de nuevos valores y modos que ellos no terminan de entender, cuanto más de manejar. Suyo es el caso de la semana: la lucha de una adolescente por lograr un puesto en el equipo olímpico femenino de natación. Pero, como siempre, la cosa tiene un giro incómodo: para lograr eso, la chica tendrá que quitarle el derecho a ser olímpica a una mujer trans. Más clarito: tendrá que quitarle a otra su derecho a ser mujer. Es un debate actual y atractivo. Por eso me sorprendió que The Good Fight o su predecesora The Good Wife no lo hubieran planteado antes.

Hay en esa decisión de meterse en el envenenado jardín de lo trans cierta prepotencia por parte de los guionistas. Haciendo casi humor de los patinazos que se pegan Liz y Adrian al abordar el tema, esos mismos guionistas casi meta-entonan un “perdonadnos, es que nosotros tampoco nos enteramos bien” que puede interpretarse como una excusa perezosa y autocondescendiente. Como si lo trans (como lo queer) no fuese sencillísmo de explicar y más sencillo todavía de respetar (sí, he dicho respetar). Podríamos pensar que los King y su inteligente equipo de escritores hacen triple pirueta: nosotros sabemos, vosotros, espectadores, sabéis, nosotros sabemos que sabéis… así que vamos a jugar a que nuestros personajes, abogados formados y progresistas de Chicago NO SABEN. Juguemos a que Liz y Adrian son esa pareja mayor que le pregunta a una mujer trans si tiene pene. Y luego, con respuesta o sin ella, comenta la jugada.

Y es que las cuestiones de género e identidad están tan manoseadas, que cualquiera diría que se ha llegado al repugnante consenso de que las opiniones que tengamos cada uno sobre ellas merecen estar al nivel de argumentos expertos o vivencias en primera persona. El patinazo de La pandilla ofende a todo el mundo es obviar esto. El debate digno de esta serie es precisamente ése, in my opinion.

(Fuente: CBS Interactive)

Releyendo el Sexual Personae de Camille Paglia me descubro a mí mismo carcajeándome ante alguna de las ocurrencias de la autora: aseveraciones algunas tan radicales que me dan risa. Con otras estoy (y esto es otro in my opinion en toda regla) absolutamente de acuerdo. Las reflexiones de esta polémica señora sobre género, sexo y violencia me hacen pensar, que ya es mucho más de lo que logran la mayoría de sus “competidores”.

Pero con lo que más disfruto de la Paglia es con la forma que tiene de escribir: cuando me gusta y cuando me irrita, cuando me da ganas de insultarla y cuando me mueve a asentir con la cabeza despacito mientras la leo. Con The Good Fight me pasa lo mismo. Y aquí es cuando, por enésima vez, utilizo mi línea favorita de Kika: qué equivocadas están, pero qué gracia tienen las jodías. No siempre, pero a veces. Cuánto cuentan, cuántas puertas abren, cómo estimulan mi cerebro.

Por eso, mi interés en La pandilla ofende a todo el mundo va por otro sitio: Robert y Michelle King nos invitan a deconstruir la perversa idea de la meritocracia deportiva que tantas alegrías nos ha dado en la ficción televisiva. Una extraña concepción de la cultura del esfuerzo y el resultado que en EE.UU. permea el sistema educativo de forma brutal y aberrante. Mientras tanto, en otra trama, Lucca pasea por la oficina su bolso de Hermés con ensayadísima indiferencia: ella cree que parecer rica es no darle importancia a las cosas caras. Ignora que eso es coger el rábano por las hojas y por eso tiene que venir el cínico David Lee en su rescate. “Lo de los ricos no es como tú crees”, le viene a decir el reptiliano Lee a la aprendiz de millonaria. En ese momento todos somos Lucca.

Durante el juicio de las nadadoras, unas veces somos ellas, otras el puteadísimo juez y a veces, aunque no lo queramos reconocer, unos Liz y Adrian que saben que hagan lo hagan, digan lo que digan, a alguien le parecerá mal. Y también saben que ni siquiera el “no lo sé” valdrá como defensa. “No lo sé” es algo que, por cierto, Camille Paglia parece no haber pensado JAMÁS. Por eso es tan graciosa la jodía (y está tan equivocada a veces). Como la Condesa Viuda de Downton Abbey, no conoce la sensación de estar equivocada. Yo sí.

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Alberto Rey
Fuera de Series

Redactor Guest Starring, Fuera de Series | @albertoenserie