Ausencia

Guillermo Peris
Fuga de pensamientos
2 min readSep 30, 2015

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Era septiembre, igual que cuando habló con ella por última vez hacía ya cuatro años. Pero al contrario que entonces, cuando el verano luchaba por no desvanecerse y el otoño estaba perezoso, ahora las tormentas habían empezado con furia. Justo en el momento en que su dispositivo móvil emitía el sonido asociado a la entrada de un mensaje, la lluvia golpeaba con fuerza en la ventana. Acababa de limpiar los cristales hacía sólo dos días. Maldijo.

Era ella. Pensaba que debía de haber algún tipo de error. Había empezado incluso a olvidar su nombre, y ya había eliminado hacía tiempo las imágenes que llevaba de ella en su móvil. Bueno, quizás estaban archivadas en algún disco externo, perdido en alguna de las cajas que no volvió a abrir tras el traslado.

Ella. Cuatro años. La última vez que supo de ella, si la memoria no le fallaba, se hallaba inmersa en una de las múltiples actividades sociales en que se implicaba . Cada vez le ocupaban más tiempo, cada vez disminuía más la fuerza vital que tenía cuando la conoció. Aquel día él decidió que, dado que últimamente apenas tenía tiempo para dedicarle, más allá de un saludo diplomático diario — de los que nos damos todos en el ascensor — esperaría a que ella reiniciara el contacto perdido. Así que esperó.

Los días dieron paso a las semanas. Las semanas a los meses, y estos a los años. Dado que evitaba el contacto por las redes sociales, pronto dejó de saber nada de ella. A veces la recordaba, pero su orgullo era demasiado fuerte como para iniciar de nuevo una conversación. Así que la bonita relación que habían tenido cayó poco a poco en el olvido.

Por eso apenas pudo reconocerla cuando recibió su mensaje. Le costó varios segundos saber quién era. Además, había habido (y seguía habiendo) otras mujeres con el mismo nombre en su vida. Pero el saludo era ciertamente inconfundible:

  • Hola pequeño! :-)
  • Eres…?
  • Sí, soy yo. ¿Me recuerdas?
  • ¡Claro! ¿Qué tal estás?
  • Bien. ¿Y tú?
  • B-B-Bien.
  • Guay. Me he acordado de ti y me han venido ganas de hablar contigo.
  • Genial. Justamente ahora no estaba haciendo nada importante. ¿Cómo te va la vida?
  • ……………
  • ¿Estás ahí?

Y no. No estaba. Había vuelto a desaparecer.

Al cabo de unos días indagó por las nuevas redes sociales y la pudo encontrar. Al parecer militaba en un partido político y varias organizaciones sociales. Según su perfil no tenía pareja, aunque revisando las fotos vio que aparecía habitualmente un hombre, en apariencia ligeramente mayor que ella. Los años transcurridos le habían dado a sus facciones un toque de madurez que acentuaba su belleza. Un torrente de imágenes y recuerdos acudieron en tropel a su mente.

No volvió a saber de ella.

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Guillermo Peris
Fuga de pensamientos

Aprendiendo a divulgar ciencia y desmontar pseudociencias. A veces escribo cuentos. Y a veces bailo. Cientifista (eso me dicen).