El intruso

Guillermo Peris
Fuga de pensamientos
2 min readJan 27, 2020

Se despertó temprano sin que, como solía ser habitual, su madre le gritara varias veces, así que supuso que era sábado o domingo. No sabía la hora con certeza porque aún no había aprendido a descifrar las manecillas del reloj de la pared. Tras desperezarse varios minutos —o segundos, tampoco había aprendido a medir el paso del tiempo— apartó el edredón y se incorporó en la cama.

Se filtraba una luz tenue por la ventana, así que no necesitó encender ninguna luz. Iba descalzo —más tarde, su madre le pediría que buscara entre las sábanas los calcetines perdidos— pero el suelo de parqué le transmitía calidez. Se dirigió hacia la puerta de la habitación y observó que no estaba entreabierta, como la solía dejar su madre, sino completamente cerrada. En su mundo de hábitos diarios, aquello representaba un hecho singular. A esta anomalía se sumó una nueva sorpresa cuando, al dirigirse en busca de su madre, se encontró de nuevo con la puerta cerrada.

Abrió la puerta con sigilo. No supo bien por qué lo hizo, quizás la excepcionalidad de la situación le obligaba subconscientemente a ser cauteloso hasta que resolviera aquel enigma. Con la puerta entreabierta, asomó su cabeza para bucear en la semioscuridad de la habitación.

Inmediatamente localizó a su madre, aparentemente dormida, sobre la cama. Pero su mirada se desvió de forma automática hacia el lado de la cama que lindaba con la ventana. Allí había una especie de sombra, de pliegues en las sábanas, de abultamientos, que no encajaban con la figura de su madre.

Había un hombre durmiendo con ella.

El repentino descubrimiento le dejó por unos instantes en estado de shock. Estaba acostumbrado a comportamientos aprendidos, que seguían siempre una secuencia lógica: cuando tenía hambre, lloraba; cuando tenía sueño, lloraba; cuando no querían jugar con él, lloraba. Pero algo dentro de él, un instinto primitivo, le decía que en este caso no iba a funcionar. Necesitaba tomar medidas más drásticas ante aquella presencia insólita e indeseada junto a su madre; ante aquel aspirante a suplantar su reinado vitalicio, a cuestionar su poder en la casa y, en definitiva, a apartarle de su madre.

Se encabalgó sobre el cuerpo de su madre, despertándola mientras la llenaba de besos y abrazos. En cuanto consiguió sacar de su sueño al intruso y obtuvo su atención, le lanzó una mirada con el mayor odio de que fue capaz.

Este relato participa en la convocatoria de @divagacionistas sobre #relatosRarezas de enero de 2020.

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Guillermo Peris
Fuga de pensamientos

Aprendiendo a divulgar ciencia y desmontar pseudociencias. A veces escribo cuentos. Y a veces bailo. Cientifista (eso me dicen).