Espejismo
El aura del amanecer le arrancó el frío de la noche. Disfrutó de ese momento breve: sabía que en menos de una hora sería devorado por completo por el calor seco y asfixiante de la rutina diaria. Llevaba varios años vagando por su propio desierto emocional y ya se sabía de memoria los distintos estados —tanto buenos, como malos, como de delicioso olvido— que atravesaba desde que salía el sol hasta que se ponía.
Pero desde hacía unos pocos meses ya no se sentía tan solo.
Cuando estaba a punto de caer en la desesperación, en la locura de la soledad, cuando estaba sediento de vida —de vida ajena— caminando sin rumbo bajo un sol de justicia, la divisó en la lejanía. Ese mero descubrimiento, esa visión inesperada, le supuso un alivio inmediato. Era un punto de referencia, un camino a seguir, una luz imaginaria durante las noches frías, cuando la dureza del sol dejaba paso a los fantasmas de los sueños. Cuando despertaba, se aseguraba de que estaba en el lugar esperado antes de emprender el camino en la dirección que ella le marcaba. Sólo la idea de un objetivo, de algo que no fuera un caminar errante, le ofrecía un descanso interior, una paz que llevaba tiempo sin sentir.
Pudo conservar esa esperanza hasta el día que consiguió alcanzar el oasis en el que pensaba encontrarla y abandonar ese desierto terrible. Pero, al buscarla con la mirada, observó con incredulidad que no había nada. Nadie. Sólo desierto.
Estuvo un tiempo caminando en círculos, oteando el horizonte, llamándola a voces hasta desgañitarse, despertando en mitad de la noche pensando que todo había sido una pesadilla, que no había podido desaparecer. Pero, a pesar de sus intentos denodados, no la pudo encontrar.
Se planteó si acaso la había divisado realmente desde la lejanía o simplemente su sed le había jugado una mala pasada. Nunca lo llegó a saber. Hay personas que te parecen reales, cayados para transitar por la vida. Amigos. Pero justo cuando más las necesitas y te acercas a ellas para saciar tu sed te das cuenta de que son irreales, fantasmas, un espejismo. Y te preguntas si acaso alguna vez fueron personas y no un truco de tu imaginación.
Se despertó sudoroso bajo la mirada de la luna helada y le pareció distinguir un breve destello en la lejanía. Se volvió a dormir algo más tranquilo, pensando que en cuanto llegara el alba se dirigiría hacia allí.
Si os ha gustado os animo a que lo compartáis con quien queráis. Y podéis hacer clic en el corazoncito que hay al final del artículo.