Su juguete favorito

Guillermo Peris
Fuga de pensamientos
3 min readJan 9, 2017

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La oscuridad del cajón le oprimía el pecho y le impedía respirar con normalidad. Aunque Woody no los veía, podía sentir cerca de él una goma de borrar y un sacapuntas oxidado. No obstante, estos acompañantes no lograban serenarle apenas, sino todo lo contrario: sentía que formaba parte de un vasto cementerio de objetos olvidados. Además, la tiniebla era demasiado densa y el silencio un sonido intenso que lo envolvía todo.

Se liberó de la tenaza del miedo y se arrastró hacia el fondo del cajón, donde días atrás había descubierto un clavo que sobresalía. Se acercó de espaldas e insertó en él la anilla de su espinazo. Al mover el cuerpo hacia adelante se activó un mecanismo de cuerda en su interior y de su boca brotó una estúpida canción vaquera. Tras unos segundos, de nuevo el silencio.

Andy no apareció.

Hasta hacía poco, Woody era su juguete favorito.

Cuando Andy llegaba a casa del colegio, corría escaleras arriba hacia su habitación y se abalanzaba sobre la estantería en la que antaño —¡qué lejano le parecía ahora!— reposaba a la espera de su amigo. Justo al lado de su caballo, Perdigón, que le acompañaba toda la noche con su eterna sonrisa y sus ojos saltones, iluminados ambos por la farola cuya luz entraba por la ventana.

Nada más llegar, Andy le informaba de sus vicisitudes en el colegio. Sólo era capaz de hablar de sí mismo, así que Woody ya había decidido no interrumpirle. No le importaba, sabía que era su forma de quererle. Después, Andy se disponía a hacer sus deberes, mientras Woody se quedaba a su lado mirando y preguntándose qué significado tendrían aquellos garabatos sobre el papel de doble pauta. Tras terminar los deberes, ambos se ponían a jugar hasta la hora de la cena.

Pero hubo una noche que Andy dejó a Woody en un cajón.

Al principio le extrañó, creyó que había sido un error, idea reforzada al día siguiente al ser rescatado y seguir la rutina habitual de juegos. Pero poco a poco lo desterraba con más frecuencia al olvido del cajón. Había empezado un curso nuevo y los deberes le consumían más tiempo del habitual. Y pasaban los días sin acordarse de Woody.

Woody cogió fuerzas para tirar de la anilla otra vez. Tenía que llamar la atención de Andy como fuese. Y utilizó la poca energía que quedaba en sus pilas gastadas para intentarlo una vez más.

Este relato participa en la convocatoria de @divagacionistas sobre #relatosJuguetes de Reyes 2017.

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Guillermo Peris
Fuga de pensamientos

Aprendiendo a divulgar ciencia y desmontar pseudociencias. A veces escribo cuentos. Y a veces bailo. Cientifista (eso me dicen).