Vía Crucis

Guillermo Peris
Fuga de pensamientos

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En la primera fueron los ojos. La mirada distraída, desviada intencionadamente al recibir un halago. Tras ella, un mar de experiencias por descubrir en el que decidí —no sin alguna duda— sumergirme, para recibir en él el perdón del olvido. Cada vez que salía a la arena de su nariz, me vestía castamente con su sonrisa, con esa luz deslumbrante que iluminaba a todo aquel que se acercaba a saludarla.

En la segunda encontré la candidez, la mirada interior, la huida hacia ninguna parte, los miedos, complejos e inseguridades, los secretos. En conjunto, un reto para aquel que, como yo, busca la confianza, la intimidad, la sensación de cercanía, la paz de compartir sensaciones ocultas, el goteo de confesiones descontrolado.

En la tercera, por fin, el cuerpo. La forma perfecta de la piel, las curvas suaves y cambios de rasante que invitaban a asomarse al otro lado; los gradientes de temperatura, las zonas calientes, húmedas y acogedoras; los abrazos finales, envolventes, que invitaban a un breve descanso; las zonas prohibidas, que anticipaban una larga espera para su descubrimiento, que ambos adivinábamos fructífera.

En todas ellas, te busqué y solo encontré partes de ti, aproximadas. Porque tú eras todas ellas, pero el todo, la perfección completa, solo se encuentra en ti. Esos breves fragmentos de vidas ajenas me hicieron, por tan solo un instante, recordarte en otros cuerpos y olvidarte en ellos. Pero su suma —y la de las que probablemente seguirán— no llena el vacío de tu ausencia. La soledad infinita que no pueden llenar completamente millones de pedazos.

La cuarta…

Si os ha gustado os animo a que lo compartáis con quien queráis. Y podéis aplaudir al final del artículo.

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Guillermo Peris
Fuga de pensamientos

Aprendiendo a divulgar ciencia y desmontar pseudociencias. A veces escribo cuentos. Y a veces bailo. Cientifista (eso me dicen).