Coño Potens o contra el bisturí ideológico

Élian Cabrera
Fuga e incendios
Published in
5 min readApr 21, 2018

De cómo el saber biológico puede ser subversivo (y, a la inversa, la tergiversación de los mismos saberes pueden funcionar como mecanismos de control y opresión).

Cesar Galicia en Goodreads.

Diana J. Torres.

Diana J. Torres, Pornoterrorista, tuvo una epifanía. Como santos que aparecen en manchas de humedad, su visión apareció en sábanas negras que había estrenado la noche anterior. Una gran mancha blanca amanecía entre sus piernas: no era orina, no olía a orina, no había señales claras de que fuera orina. A partir de ahí empezó su búsqueda bibliográfica sobre el órgano sexual invisibilizado -como casi todo- en la historia de la sexualdiad femenina. El libro Coño potens. Manual sobre su poder, su próstata y sus fluidos abarca desde explicaciones teóricas hasta anécdotas que surgen en los talleres de eyaculación femenina que imparte.

Cuando no tienes información suficiente sobre algo de tu cuerpo, básicamente ese algo no existe.

¿Qué conchas sale de la concha? ¿Qué es la eyaculación femenina? ¿Por qué le ponemos género a una respuesta fisiológica propia de ambos sexos? Por lo menos la respuesta a la primera pregunta: es un fluido que se genera en la próstata y que luego es expulsado hacia afuera, facilita el traslado del espermatozoide. Además la próstata segrega serotonina, origen de ese breve lapsus de felicidad química. Próstata, así a secas, sin comillas, pues es un órgano sin género como cualquier otro dentro del cuerpo. Aunque el binarismo se ha metido hasta el paroxismo de la ridiculez dividiéndonos hasta en “cerebros masculinos y femeninos”.

En textos antiguos de Oriente existía mucha referencia cultural que relacionaba a la mujer con el agua: la “mujer fuente” con el poder, no solo de generar vida, sino de adaptarse. Sin embargo, con la llegada de la Iglesia del lado occidental ya conocemos cómo forjó su colonización: cerró el grifo, desmanteló la cañería.

Según Diana Torres se trató de un bisturí ideológico pues nos han amputado un órgano, a través de la ideología que emana de la religión y su discurso retorcido que atraviesa las demás esferas sociales: las mujeres de bien no se ensucian, no dejan huellas, no marcan territorio.

Nosotras no estamos en este mundo para ensuciar, sino para limpiar la mierda de los demás

“Ah, por suerte soy una persona de ciencias y lo que la Iglesia diga no me afecta en nada…”. Espera, espera. Una no se imagina hasta dónde es transversal esta amputación hasta percatarse de que en los libros de referencia, en donde una espera encontrar información “objetiva y científica”, la palabra “próstata” en la anatomía de la mujer no aparece. Hágamos una breve remembranza más cotidiana: ¿cuántas veces mencionaron siquiera la palabra clítoris en tu libro de biología del colegio, pero en cambio pasaste tu adolescencia mirando graffitis de penes en todas partes? ¿Notaste cierta falta de rigurosidad al momento en que el profesor o profesora describiera la anatomía femenina?, ¿cuántas veces confundió vagina con vulva? Ya de adultas y pasando por el ginecólogo, ¿cuántas veces ante el mínimo problema de flujo (¿cuántas veces te hablaron del flujo vaginal, cuándo es normal y cuándo presenta una anomalía?) te sugirieron una operación de los labios menores? Y eso que no nos estamos adentrando al modelo normativo de belleza vulvar de rastros pedófilos que la pornosociedad nos ofrece/obliga.

Diana Torres se encargó de llenar su libro de bibliografías al pie de página para que la acompañemos en la evolución de su búsqueda o imaginemos más o menos lo que es el desgaste de buscar algo sin resultados claros y con comentarios ambiguos; que nos recorra esa sensación de que algo se nos está ocultando, censurando o tergiversando. La autora arremete también contra la fabricación del “punto G” que divide a las mujeres en vaginales y clitorianas, es decir, “entre buenas y malas para la heterosexualidad obligatoria”.

En Coño Potens se menciona que las conchas occidentales son menos propensas a eyacular y cuando lo hacen se avergüenzan. Criadas en sociedades más castradoras (sociedades donde el componente religioso está muy arraigado culturalmente) son propensas a realizar una retroeyaculación, es decir, cuando la próstata es estimulada, al estar enraizada cerca de la vejiga, surge esa sensación de querer orinar (de ahí a que muchas lo confundan con orina), eso más la desinformación sobre las funciones de nuestro cuerpo es la consecuencia de una incomodidad, un bloqueo, que termina en una eyaculación hacia adentro. Pero fisiológicamente es imposible orinar y eyacular al mismo tiempo.

Buscando información sobre la eyaculación, Diana Pornoterrorista ya nos adelanta que se trata de un territorio hostil y ramificado en empedrados desinformativos. El libro fue escrito en el 2015, tres años después aún quedan artículos con contradicciones en cuanto a “qué es exactamente” lo que eyaculamos, pero cuando encuentras información online más o menos veraz, te topas con la sección de comentarios: mujeres que quieren operarse para dejar de eyacular o pidiendo técnicas para evitar el fluido, en su mayoría porque sus parejas estaban asqueadas de su eyaculación, pues creían que era orina o cuando confirman que no lo es, se sienten igualmente incómodas.

Este es el daño que ha causado esta narrativa histórica del patriarcado: mujeres avergonzadas de las funciones de su cuerpo y sus posibilidades.

La manipulación de la información y la censura de los cuerpos femeninos que no son para consumo masculino hasta el día de hoy siguen campantes (cómo no pensar en las tetas pixeladas de Facebook, en la polémica de amamantar en público, en los insultos cada vez que hay desnudos o tetazos como reivindicación política de los cuerpos violentados).

Nuestro cuerpo es un territorio que ha sido colonizado, que se piensa intercambiable y desechable, todo esto coordinando para que los engranajes de la maquinaria patriarcal sigan sin oxidarse. Es tiempo de tomar lo que nos han quitado, por eso invito a no dudar ni negarse a la autoexploración y al placer, de compartir vivencias con las amigas, de difundir información al margen, disidente al sistema que nos quiere limpias y serviles.

Nos cerraron el grifo en algún dramático momento del pasado. Va llegando la hora de volver a abrirlo.

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*Diana J. Torres (Madrid, 1981). Performer, escritora y activista feminista, ha dado talleres por Europa y América Latina sobre la eyaculación femenina. Publicó Pornoterrorismo (2013), Coño potens (2015), Vomitorium(2017).

*Coño Potens online

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