Esto también es morder

Élian Cabrera
Fuga e incendios
Published in
5 min readSep 22, 2016
Rimbaud

El punk. El punk nace en el momento preciso en el que Rimbaud escribe que una noche sentó a la belleza en sus rodillas y la encontró amarga, y la bardeó. La bardeó. ¿Entendés? Invirtió el eje de poder.

Alejandro Tolosana

Contracultura y bilis

La música dialoga con el movimiento literario, se alimentan entre sí haciéndose préstamos, rituales de sincretismo. Sabemos que la musicalidad interviene en la métrica de los versos y el compás en el detalle lingüístico que en la prosa crean la cadencia necesaria para el disfrute sinestésico. Algunos autores adaptaron el ritmo de un determinado estilo musical en sus obras escritas, ejemplo conocido el de Jack Kerouac que introdujo las vertiginosas síncopas del jazz creando su «spontaneous bop prosody.».

Los cambios en las diferentes vertientes artísticas que pudieran producirse van de la mano del contexto social y cultural, ya sea para resistirse a ese sistema cimentado en la cronología diaria y su zona de confort rodeada de alambre de púas. Si nos situamos en la década de los 70’s en las calles de los bajos fondos de Londres respiraríamos el humo de las fábricas, el óxido y algo a punto de estallar por el creciente desempleo. La escena musical estaba desbordada de estrellas pop, glam, mostraban su iluminado mundo plástico (Plástico cruel, diría José Sbarra) que desentonaba con la realidad de muchos jóvenes. Fue entonces que tomaron sus guitarras desafinadas y al son de gritos proclaman su No Future. Poco importaba el conocimiento musical o la destreza en los instrumentos, ahí prevalecía el ruido silvestre y la rabia purgante. Nacía el punk cubierto de placenta y bilis.

Aquellos primeros punks se caracterizaban por ser iconoclastas, nihilistas, anarquistas, cuyas letras estaban cargadas de críticas social y política. Muchos influenciados por una poesía trasgresora, desde Rimbaud (Patti Smith decía que fue el primer poeta punk) hasta William Burroughs quien inspiraría a Richard Hell, autor del himno a la generación vacía, esos jóvenes que se sentía incómodos con la sociedad y la cultura que los rodeaba.

Mucha de esa actitud fue trasladándose a la literatura. El sufijo punk es utilizado para nombrar a distintos subgéneros, pero intrínsecamente unidos por una misma filosofía. El primero de ellos fue el cyberpunk, que retrata un futuro de alta tecnología pero baja calidad de vida; el steampunk nos narra sobre un futuro alternativo donde se mezclan tecnología futurista y maquinaria de la época victoriana movida a vapor. La estética de ambos subgéneros consiste en mundos desolados, ruinas, desiertos, sociedades distópicas.

Delicada suciedad

-¿Entonces qué está buscando?
-Escribir un libro perfecto, matar a un policía y morir de sobredosis.

Marc, la sucia rata.

Si hablamos de retratar un presente de subsuelo, por estos lares fueron varios los que se atrevieron a una literatura trash, donde poco importan los artificios líricos, son riff rápidos y sucios, apenas sin editar después de una larga resaca e intercambio de jeringas. Prosa venida de entrañas violentas, prosa desesperada. Este tipo de literatura entra en la denominada ficción transgresiva, similar al realismo sucio, centrado en personajes que se sienten asfixiados por las conductas normativas y escupen a las expectativas sociales, deciden liberarse de esas limitaciones de una manera inusitada o ilícita.

El ya mencionado José Sbarra es un claro ejemplo de vivir en las márgenes, entre la prostitución y el ejercicio de autor de libros infantiles, se hacía de tiempo para terminar sus obras más representativas: Marc la sucia rata y Plástico cruel. Ambas novelas breves y brutales hasta las pústulas, exploran el mundo de los marginados y subversivos que se oponen al paradigma de la gente bien educada y anestesiada. Con un lenguaje crudo y diálogos cargados de ironía y humor, una sensación de tierna crueldad invade las páginas de los relatos de Sbarra. Plástico cruel es una novela a base de puros diálogos entre Axel, un yonki menor de edad, y Bombón la puta y poeta travesti, alternados con pequeñas reflexiones subjetivas a modo de Señales de tránsito. Marc, la sucia rata, cuando no está intentando suicidarse, solo piensa en seguir cultivándose en el arte de las agujas mientras escribe el libro perfecto. La novela se divide en diálogos entre un policía acosador y Marc, intercalados con extractos de la novela que está escribiendo, “Los pro y los contra de hacer dedo”.

Pero no voy a quedarme como un boludo esperando que alguien venga a limpiar el cenicero donde me consumí. Voy a romper todo. ¿Por qué no salen a la calle y rompen todo?

Estoy Muerto.

Otro autor que describió el submundo de los desbancados fue Enrique Symns. En La banda de los chacales, su primera novela, relata la historia de una banda de desadaptados (El Pijo, Estoy Muerto, Itaka y el Lacra) quienes deciden tomar por asalto el programa argentino de TV “Feliz Domingo para la juventud” para lanzar una proclama anti política. O anti todo.

La banda de los chacales

¿Qué pasaba con la gente?

No son gente, son ratas. Ni ahí. Las ratas capaz que mueren defendiendo a sus crías. Pero acá estos roñosos se dejaron llevar todo (…). Eso que pasó ahí es un cáncer. Todos tienen cáncer y se los va a comer despacito. Y nosotros, los chacales, no vamos a matar asesinos, vamos a matar giles, a esas malas ratas, y lo vamos a hacer de puro cáncer que somos.

El Lacra.

Quedan los muchos anónimos que expanden esos escritos de perros rabiosos a través de fanzines, esa literatura a lo DIY (Do It yourself): recortar, pegar, gritar (clara reminiscencias del dadaísmo): para crear un gran cadáver exquisito, acaso un nuevo Prometeo que prefirió incendiarlo todo con furia piromaniaca, moviéndose al ritmo del ruido de miles rompiéndose. Así, Punk es la deconstrucción de la propia existencia ante lo preconcebido. En síntesis, el ritual de la iconofagia.

Artículo publicado en la revista el Guajhú #8

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