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Todo lo que necesitas saber sobre las elecciones presidenciales de Francia

Galder Peña
Galder
13 min readApr 23, 2017

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Este domingo 23 de abril se celebran elecciones presidenciales en Francia, la sexta economía más importante del mundo y el segundo país con mayor peso en la Unión Europea. Se trata de uno de los eventos electorales más esperados del año y una prueba clave (otra más) para evaluar cuánto fuego artificial y cuánta realidad existe en el renacer de la extrema derecha en el viejo continente. En una época donde las relaciones diplomáticas entre Rusia, Estados Unidos y China se encuentran en el punto más delicado desde el fin de la Guerra Fría, se antoja esencial y necesaria la estabilidad política de los otros dos países que conforman el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: Francia y Reino Unido. Ambos celebrarán elecciones generales en 2017 ante la atenta mirada de las potencias dominantes. He aquí la información básica y esencial para no perderte nada de lo que ocurra el domingo en Francia:

¿Quienes son los candidatos?

Son un total de once los políticos que aspiran a conquistar el Elíseo, aunque solo cinco de ellos tienen opciones reales de convertirse en el nuevo Presidente de Francia:

Benoit Hamon (50): El candidato del Partido Socialista es el peor colocado de los cinco aspirantes principales. Hamon venció las primarias socialistas de manera sorprendente, batiendo a dos caras muy conocidas de la política francesa, el ex primer ministro Manuel Valls y Arnaud Montebourg. La pérdida drástica de popularidad de François Hollande arrasó con los que se mantuvieron fieles a la política de austeridad, lo que abrió la posibilidad de una revolución interna en el seno del Partido Socialista. Allí apareció Benoit Hamon. Ecologista, innovador y partidario de aplicar la renta básica universal, se ha convertido en pocos meses en la imagen del sector crítico del partido. Es considerado por muchos analistas el candidato más próximo a la izquierda joven y urbanita, aunque la marca tan desgastada bajo la que se presenta parece un lastre ingobernable en estos comicios. Hamon se ha pronunciado a favor de reducir progresivamente el peso de la energía nuclear y de revisar los convenios de Dublín para reubicar a los refugiados de manera más equitativa y efectiva. Además, confía en poder invertir el rumbo de la Unión Europea desde dentro y es uno de los pocos candidatos que se ha comprometido a legalizar el consumo de marihuana si alcanza el poder. Sin embargo, la crisis global de la socialdemocracia no cesa en la destrucción de figuras políticas y extrañaría sobremanera que en este caso hiciese una excepción. Este factor, unido a la profunda división interna del Partido Socialista ha provocado que muchos dirigentes históricos de la formación otrora progresista apoyen públicamente al liberal Emmanuel Macron, abandonando un barco que naufraga a la deriva en un océano repleto de ‘icebergs’. Para más inri, la tiranía de la demoscopia también juega en contra de Hamon. Evitar una segunda vuelta entre Le Pen y Fillon es una prioridad para los votantes gauches, aún con el duelo entre Chirac y Jean-Marie Le Pen en la memoria, y Hamon está muy lejos (cada vez más) de encarnar el voto útil que tantas urnas llena en situaciones como esta.

François Fillon (63): Candidato por ‘Les Républicains’, partido sucesor del UMP que llevó al poder a Chirac y a Sarkozy, la carrera al Elíseo de Fillon ha sido, sin lugar a dudas, mucho más turbulenta y sinuosa que la de sus rivales. Al igual que Hamon, Fillon también tuvo que doblegar en primarias a dos políticos con un poderoso aparato detrás como son Nicolas Sarkozy y Alain Juppé, aunque a diferencia de ‘Petit Ben’, la victoria de Fillon no supone ninguna revolución dentro del partido sino que refuerza la ideología conservadora y ultraliberal que siempre han defendido los republicanos galos. En un primer momento, todo apuntaba a que Fillon iba a ser el único obstáculo entre Le Pen y la presidencia, hasta que se vio inmerso en un caso de corrupción que a punto estuvo de forzar su retirada de la carrera electoral por dignidad personal y por la falta de apoyos dentro del partido. Fillon ha sido imputado por desvío de fondos públicos y apropiación indebida al contratar a su mujer y a sus hijos como colaboradores sin que realmente ejerciesen algún cargo que justificase las generosas retribuciones que percibieron durante años. Este escándalo, conocido popularmente como ‘Penelopegate’, ha llevado a Fillon a rendir cuentas ante la Justicia y ha provocado que una parte de sus votantes potenciales pierdan la confianza en un individuo que hasta hace pocos meses hacía de la honestidad su bandera. De hecho, una de las frases más repetidas por Fillon durante la campaña de las primarias republicanas fue ‘nadie se imaginaría a Charles De Gaulle imputado’, en referencia a su rival Sarkozy, que también se sentó en los juzgados por el caso Bettencourt. Pese a todo, Fillon aún conserva opciones sólidas de avanzar a la segunda vuelta y, quién sabe, vencer unas elecciones que le otorgarían inmunidad presidencial. En lo que a propuestas se refiere, Fillon aboga por reducir drásticamente el número de funcionarios públicos y el impuesto de patrimonio, impulsar la energía nuclear y aplicar ‘mano dura’ frente al islamismo radical. Sostenido por un tejido empresarial robusto que le considera el candidato más apropiado para defender sus intereses de clase, Fillon ha hecho gala de su perfil más ‘thatcherista’ durante esta campaña electoral, prometiendo reducir el gasto público del 57% actual al 49% en apenas cuatro años a base de retirar subsidios y prestaciones que considera superfluas. En lo referente al terrorismo yihadista, se muestra más comedido que Le Pen, a pesar de que su libro de recetas está compuesto también por elementos racistas y simplistas que conducen a la vía militar. Por último, Fillon apuesta por el establecimiento de una cuota anual de inmigración fijada por el Parlamento y una reforma de los acuerdos de Schengen para proteger la seguridad nacional.

Marine Le Pen (48): La flamante líder del Front National es sin duda la candidata más mediática e ilustre. En sus segundas elecciones presidenciales, está mejor situada que nunca para lograr aquello que su padre Jean-Marie Le Pen no pudo conseguir tras cinco intentos frustrados. Con una inconfundible y manifiesta ideología ultranacionalista y ultracatólica, el descrédito de la clase política tradicional y los atentados terroristas recientes han otorgado a Le Pen una oportunidad histórica e inédita de convertirse en la primera presidenta de la historia de Francia. Gran parte de este ascenso meteórico se lo debe al estado de psicosis que se ha apoderado de un país que no es capaz de olvidar los ataques terroristas de Niza y París. Una presencia policial desorbitada, la declaración del estado de excepción y un clima permanente de guerra contra un enemigo difícilmente identificable son los ingredientes perfectos para el triunfo de las políticas aislacionistas y extremistas. Sin embargo, el mayor enemigo de Le Pen es un sistema electoral que beneficia a las opciones moderadas y que ya destruyó las posibilidades del Frente Nacional en 2002, cuando Jean-Marie Le Pen accedió a la segunda vuelta con un 16% de los votos y solo pudo incrementarlos hasta un 17,5%, siendo arrollado con claridad por Chirac. En esta ocasión el escenario es más favorable para su hija, aunque sigue siendo una incertidumbre su desempeño en un eventual balotage. Marine Le Pen defiende el cierre de fronteras, pretende emular el ‘Brexit’ convocando un referéndum para abandonar la Unión Europea y ha calificado el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio) como ‘una catástrofe’ y ‘un acuerdo escandaloso e insoportable’. Con un manual muy parecido al de Donald Trump, que ha declarado que es su candidata predilecta en estos comicios, Le Pen apuesta por reforzar la industria nacional, combatir la deslocalización y recuperar soberanía tanto en el terreno político como en el económico. También se ha pronunciado a favor de mantener la energía nuclear y los impuestos, aunque son aspectos nimios en un programa que se basa íntegramente en la seguridad y la soberanía.

Emmanuel Macron (39): Ministro de Economía desde 2014 hasta 2016, Macron es el más joven de todos los candidatos y el que más opciones tiene para acudir a la segunda vuelta según los sondeos electorales. Antiguo miembro del Partido Socialista, llegó a ser el ministro mejor valorado del gabinete de Hollande y se especuló con que pudiese concurrir a las primarias para cubrir el lugar que ocupa hoy Hamon. Sin embargo, Macron optó por fundar un nuevo movimiento político llamado ‘En Marche!’ para alejarse de una formación terriblemente desgastada, dividida y con un futuro a corto plazo muy poco halagüeño. De hecho, el propio Macron declaró en 2015, cuando aún era ministro, que la honestidad le obligaba a admitir que ya no era socialista. ‘En Marche!’ es un movimiento que se aproxima más a los estándares socioliberales, y como tal, combina propuestas progresistas y conservadoras buscando un consenso que pueda dar estabilidad a Francia. Sus buenas relaciones con las élites políticas y económicas le conceden un lugar privilegiado en estas elecciones, a las que llega como el candidato preferido de los mercados y de los altos mandos de la Unión Europea. En lo económico, Macron promete una reducción significativa del número de funcionarios públicos (no tan drástica como Fillon), bajar el impuesto de sociedades y extender el subsidio de desempleo a autónomos, agricultores y empresarios. Las reformas que pretende poner en marcha Macron no suponen ningún giro radical respecto a las políticas que se aplican en la actualidad, pero ha conseguido crear una marca sólida y fiable a su alrededor, priorizando la fachada frente al contenido. Macron ha sido capaz de transformar el punto débil de su inexperiencia en el punto fuerte de tener un pasado pulcro y un futuro prometedor. Además, muchos lo consideran el candidato perfecto para evitar que Le Pen llegue al Elíseo, pues es capaz de conquistar, al mismo tiempo, el voto de los republicanos reaccionarios y de los socialistas que consideran a Hamon demasiado revolucionario. Algunos analistas le han nombrado ‘la versión francesa de Hillary Clinton’ por combinar una postura ecléctica con un elemento rompedor (el género en el caso de Clinton y la edad en el caso de Macron), comparación algo maliciosa atendiendo al desenlace que tuvo el proyecto de la política norteamericana.

Jean-Luc Mélenchon (65): Al igual que Macron, Melenchon también es un antiguo miembro del Partido Socialista, aunque su trayectoria es muy distinta y su posición ideológica casi antagónica. Es líder de la plataforma política ‘Le France Insoumise’, ecologista, socialista y creada ‘ad hoc’ para promover su candidatura a las elecciones presidenciales de 2017, a las que se presenta nuevamente tras un intento fallido en 2012. En un principio, parecía difícil que Mélenchon pudiese alcanzar los votos necesarios para acceder a la segunda vuelta, pero en las últimas semanas se ha convertido en todo un fenómeno político nacional y nadie se atreve ya a descartarle de cara al triunfo electoral. Su propuesta más innovadora consiste en poner fin a la V República y convocar una asamblea constituyente que redacte una nueva Constitución que de comienzo a la VI República francesa. Mélenchon pretende así que el poder legislativo acumule más poder en detrimento del ejecutivo y, al mismo tiempo, promover la participación política reduciendo la edad de voto hasta los 16 años. Entre los candidatos principales es el que ocupa una posición más izquierdista y, junto a Le Pen, el que más cambios promete introducir en la política gala. En referencia a la UE, Mélenchon ha declarado de forma tajante que ‘o se cambia, o la dejamos’, además de apostar por abandonar la OTAN y aplicar un giro radical a la política de refugiados que tantas muertes se cobra a diario. Acusado de extremista, de populista y de tener vínculos con el gobierno de Venezuela, se ha convertido en una figura incómoda por su capacidad de convicción y movilización, aunque el sistema electoral le perjudica en última instancia casi tanto como a Le Pen. Como es obvio, Mélenchon también es un enemigo acérrimo de las políticas de austeridad, las cuales pretende revertir bajando la edad de jubilación a los 60 años, aumentando el gasto público para combatir la desigualdad y la precariedad y gravando al 90% las rentas superiores a los 400.000 euros anuales. Finalmente, si Mélenchon consigue la hazaña histórica de convertirse en presidente de Francia, muchas de sus propuestas serán difícilmente ejecutables y repelidas por el Parlamento, pero es una incógnita hasta qué punto premiarán los ciudadanos su valentía y sus buenas intenciones.

¿Cómo funciona el sistema electoral?

Uno de los mayores condicionantes en las elecciones de este domingo será el sistema electoral mayoritario a dos vueltas que se utiliza en Francia. Salvo que uno de los candidatos logre recabar más del 50% de los votos, gesta prácticamente irrealizable, el 7 de mayo se realizará una segunda vuelta (también llamada balotaje) a la que acudirían únicamente los dos candidatos que más votos obtengan este domingo. Esta es la principal diferencia entre este sistema y el estadounidense, donde un escenario fragmentado podría otorgar el poder a una candidatura apoyada por menos de un tercio del electorado, haciendo más sencillo que opciones extremistas e impopulares puedan introducirse en el sistema. En la segunda vuelta, será declarado nuevo presidente de la República francesa aquel que obtenga más del 50% de los votos válidos, independientemente de la tasa de participación y de la diferencia porcentual que exista entre ambos contendientes. Por lo tanto, no se conocerá mañana el resultado final de estas elecciones, para lo cual será necesario esperar dos semanas más. Todos los ciudadanos franceses mayores de 18 años están convocados a las urnas tanto en la primera vuelta como en el balotaje, cualquiera sea su afiliación política o su voto inicial.

¿A qué hora se sabrán los resultados?

Los colegios electorales abrirán a las 8 de la mañana del 23 de abril y cerrarán a las 7 de la tarde hora local, una hora más tarde que en 2012. Los primeros resultados oficiales se conocerán alrededor de las 20:00 y el escrutinio avanzará con relativa celeridad. En cuanto cierren los colegios electorales comenzarán a aparecer sondeos a pie de urna y especulaciones de menor o mayor intensidad, pero se trata de meros rumores y estimaciones que pueden estar muy alejados de la versión final, sobre todo en unos comicios tan igualados como los que se presentan.

¿Qué dicen las encuestas?

Los últimos sondeos vaticinan un cuádruple empate entre Macron, Le Pen, Fillon y Mélenchon, aunque los dos primeros aún mantienen una pequeña ventaja que les convierte en favoritos para avanzar a la segunda vuelta a ojos de la demoscopia. El ‘Penelopegate’ puede ser decisivo en este aspecto, ya que al comienzo de la campaña electoral era Fillon el que se situaba a la par de Marine Le Pen. Tras la publicación del escándalo, la caída libre de Fillon le llevó hasta un 17% del voto popular, de lo cual se aprovechó Macron para situarse en cabeza con una escasa ventaja que aún mantiene. Por o tra parte, la batalla entre los dos candidatos que pretenden representar a la izquierda parece haberse decantado del lado de Mélenchon, que ha crecido diez puntos hasta un 19% en las últimas semanas, mientras Hamon se ha estancado en un 8% que evapora todas sus opciones de convertirse en presidente. Todas las encuestas principales, salvo la de ‘Le Terrain’, pronostican un duelo Macron-Le Pen el 7 de mayo, aunque la diferencia sea demasiado exigua como para establecer conclusiones inequívocas.

Tabla con los resultados de los principales sondeos electorales, realizada por ‘Pasaporte Electoral’.

Tal y como se puede apreciar en el siguiente gráfico de ‘The Economist’ será determinante el duelo que se produzca en la segunda vuelta de estas elecciones. Atendiendo a la demoscopia, un triunfo de Mélenchon hoy sería estéril si el segundo candidato más votado es Macron, mientras que dejaría la victoria en bandeja al líder de ‘La France Insoumise’ si Fillon obtiene la segunda posición. Así, estableciendo una serie de cálculos, ‘The Economist’ dibuja un panorama completamente distinto al actual en el balotaje, donde reduce las opciones de Le Pen a un 1% (perdería contra cualquier rival) y otorga a Macron un 68% de posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Francia.

Las probabilidades que tiene cada candidato de alcanzar la segunda vuelta y convertirse en presidente, según ‘The Economist’.

¿En qué contexto llega Francia a estas elecciones?

Francia es la sexta economía más poderosa del mundo y se encuentra actualmente en una situación económica estable y próspera, aunque los efectos de la crisis económica han aumentado la desigualdad y la precarización como no podía ser de otra manera. Sin embargo, el mayor problema del país en este momento es la seguridad nacional, que ha provocado que Francia se encuentre ahora mismo en el décimo sexto mes del estado de excepción, el más largo de su historia reciente. Al igual que muchos Estados de Europa Central, el país galo posee una amplia comunidad de hijos y nietos de inmigrantes de países musulmanes, que son precisamente los más proclives a ser captados por la yihad y cometer, en última instancia, atentados tan sangrientos como el de Niza en julio de 2016 o el de Paris en noviembre de 2015.

De esta manera, la campaña electoral se ha centrado principalmente en temas de inmigración, refugiados y lucha contra el terrorismo, haciendo de estas unas elecciones atípicas en las que el corazón le ha ganado peso a la cabeza. El atentado del pasado jueves en los Campos Elíseos que se cobró la vida de dos policías ha añadido más tensión si cabe a una cita electoral que se caracterizará por una masiva presencia policial y una clima inquieto que sin duda será el fundamento de muchas decisiones viscerales que se produzcan el domingo. Alea jacta est,o como debería decirse en esta ocasión: le sort en est jeté.

Galder Peña, estudiante de Periodismo en la Universidad del País Vasco. Puedes leerme también en Twitter y en Blogspot.

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