Los cómics ya no son para hombres.

A.K.A: Jessica Jones, la heroína que necesitamos.

Tom Kersting
Geek Titans
4 min readNov 17, 2016

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Hay que aceptarlo, el cómic fue un medio creado por hombres y para hombres. Aquellos hijos de judíos que comenzaron a pasos lentos una industria de la que poca esperanza se tenía, jamás pensaron que esas pequeñas historias simples y de formula llegarían a un público masivo, abarcando todas las edades, géneros, creencias y razas.

La finalidad eran los niños, y si alguna niña caía por curiosidad en algún cómic, sería pura buena suerte. La historia se cuenta sola, el público femenino llegó para establecerse desde el principio de la industria. Una muy pequeña porción del público, pero existente. Día a día creciendo más y más.

Careciendo de representantes femeninos, aparece Wonder Woman que fue y sigue siendo estandarte del género femenino en la industria con casi 75 años de historia y evolución constante, llegando a la Diana que hoy lucha por la igualdad de género y la paz para todo ser vivo en este mundo. Pero hoy no es día de hablar de ella.

En 2001 surge Jessica Jones creada por Brian Michael Bendis en el cómic Alias bajo la linea MAX de Marvel Comics reservada para cómics dirigidos a adultos. Alias tuvo éxito entre los lectores y la crítica, durando 28 números y dando lugar a The Pulse en 2004 con 14 números. Después de 10 años, Jessica Jones vuelve con su propio cómic, titulado Jessica Jones regresando a su trabajo de investigadora privada tras haber sido encarcelada por razones aun desconocidas. Un infierno en la tierra. Un mundo del que ya se había alejado. Oscuro, sucio, cruel. Real.

No dudo que el éxito de la serie basada en el personaje y producida por Netflix haya influido en la aparición tan repentina de este cómic. Debemos estar agradecidos por la presencia de heroínas, en todas y cada una de sus presentaciones.

En la serie observamos a Jessica crecer como personaje, enfrentar sus miedos y traumas, dando cara a duras problemáticas, y sobre todo vivir en un mundo oscuro, en el que ni siquiera los poderes parecen una luz. Comparando el personaje con Matt Murdock y Luke Cage, podría parecer que estos dos son planos. Jessica tiene niveles, evoluciona, se cae, se levanta, y no de manera heroica, sino con dolor, pena y miseria. Jessica Jones es real, dolorosamente humana.

Incluso la base de Killgrave, el villano de la serie y de los últimos números de Alias, es una perfecta representación de la eterna e histórica lucha de la mujer por su independencia: “Un hombre que da ordenes” Vamos, no me digan que no les parece increíble que su mayor villano sea la problemática eterna del género en una forma física.

La búsqueda de salidas y su solución a los problemas es lo que permite encontrar su punto más humano y frágil. Ahoga su desesperación en alcohol, oculta su inseguridad siendo dura, aleja a sus seres queridos por miedo al dolor. No quiere afectar a todos los que la rodean, y tampoco puede soportar la tortura que su pasado guarda, y enfrentarse a este es su prueba más dura. Como siempre, vivimos amenazados por la sombra que nos sigue. En este caso la sombra es enorme, dolorosa y sumamente similar a muchas historias de miles de mujeres.

La necesidad del lector es básica: historias con sentido, que demuestren puntos humanos, que le permitan sentir suya cada historia, que le impongan al héroe (o heroína) una nueva frontera fuera de lo que sus capacidades le permiten y que no solo con ayuda de sus dones puedan resolver.

Jessica Jones es a Wonder Woman lo que Spider-man fue a Superman en su momento. Una contradicción a la idea tan simple que engloba al héroe, dándole un sentido humano, mezclando su vida diaria y problemáticas con sus constantes batallas metahumanas. Y no me refiero a que todas las historias de heroínas lleguen a ser oscuras como lo es esta, sino que busquen tocar la fibra humana del personaje y la destruyan, solamente para volver a construirla.

Lo mejor es que los cómics ya no son para hombres… Nunca lo fueron.

Siempre fueron para humanos.

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Tom Kersting
Geek Titans

Animador que cree tener noción de lo que escribe, o anima. Depende el caso.