Gente (in) feliz

Júlia Guasch
Life as a Milenial
Published in
3 min readJan 1, 2017

Ayer entré en mi Facebook para enterarme que ahora todos somos Bélgica. Todos fuimos París. Todos fuimos Charlie Hebdo. “También muere mucha gente en Siria”. Sí, pero en este caso “son los nuestros”. Me imagino a las gentes felices que iban al aeropuerto ¡por fin vacaciones de Semana Santa! y ya… nunca llegarán a su destino. Y todo por algo que los que nos quedamos a este lado no entendemos. ¿Qué pretenden con esto? Para ser bestia “oye, mamá, que mañana me voy a Bruselas a inmolarme”, “Vale niño, pero no te olvides del bocata”. A medio paso entre el horror y la incomprensión como católica tengo el deber de preguntarme ¿tanto daño hacen las religiones? ¿Hasta dónde soy capaz de llegar por mi religión?

En “El guardián entre el Centeno” el protagonista, un adolescente que cuestiona todos los principios de su sociedad, dice que los católicos somos un muermo porque en cuanto conocemos a alguien lo primero que queremos averiguar es sin son católicos también. Aunque me lo tomo con deportividad, Salinger se lleva algo de razon. ¿Este va a misa? ¿Este sabe lo que es ser de parroquia? ¿Se va de convivencias en verano? Más allá de la creencia, ser católico es un estilo de vida, y me imagino que en cualquier otra religión pasa igual. Aunque, sinceramente, creo que no se diferencia tanto del que te pregunta ¿no serás del Barça? Porque es seguidor aférrimo del Madrid o quien se alegra de que su compañero de trabajo vote al partido de su cuerda. Al fin y al cabo, nuestras creencias marcan un estilo de vida y nos definen como personas. Nos dan una identidad.

Por ponernos a imaginar, sin duda sería más fácil si solo existiese una religión en este mundo, o como claman algunos, ninguna. Pero todas las sociedades subyacen ritos y creencias y probablemente tengas que erradicar una sociedad entera si quieres matar a su Dios. Por eso está en nuestro buen saber humano el don de escuchar al otro y de poner a las personas antes de la ideología. ¿Qué pasaría si solo me definiese por lo que creo? Yo sé que soy algo más. Y más allá de esa tendencia divina que llevamos todos dentro, soy una persona humana.

Y mientras scrolleo en mi feed de Facebook y leo los comentarios solidarios, los comentarios “je suis bien!” de los que están por la zona y los “No nos pararán (de vivir libres)”, me llaman la atención algunas personas que parece no haberse enterado aún de lo ocurrido. No es que no usen el Facebook, sino que tiene planes más importantes que dedicarse a “cambiar el mundo”. Como el niño que está más preocupado en jugar con sus Legos que en pelearse con sus hermanos. Parece que no necesita encontrar el sentido en trascendencias complejas. Releo este post y me río. Ojalá yo fuese así! Ojalá estuviese tan ocupada dándole sentido a mis cosas que no tuviese que buscarlas en politiqueos, fanatismos ni religiones! Ojalá yo fuese de esa gente feliz que hace su vida sin interponerme en la de las demás para darle sentido a la mía.

Imagen: Flickr Leapleg

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