Volcán Momotombo, La Paz Centro, León, Nicaragua. Enero, 2016.

¿Y los volcanes?

Miradas desde la perspectiva del riesgo y la población.

Andrés Chavarría-Palma
GeoBlog
Published in
5 min readDec 18, 2016

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A lo largo del cinturón del fuego del Pacífico o en otras locaciones de carácter volcánico se erigen sobre el horizonte hermosas esculturas planetarias que permiten deleitar los sentidos de miles de curiosos. Estas estructuras terrestres llamados volcanes, son capaces de generar múltiples sensaciones y objetos de estudio, lo cual los convierte en motivos principales para las poblaciones vecinas quienes deben prestarle la atención debida a su nivel de actividad de forma constante en el tiempo y el espacio.

Es curioso ver como en mi país (Costa Rica) las personas que habitan en el centro urbano más importante del país, Gran Área Metropolitana (GAM), conviven sin darse cuenta entre macizos volcánicos que cuentan con actividad eruptiva histórica, e incluso actual (caso del volcán Turrialba). Basta ver hacia cualquier dirección y probablemente nos topemos con algún gigante de la Cordillera Volcánica Central. Esta omisión de los volcanes en el diario vivir puede empezar a crear un conformismo más trágico que la misma llegada de una eventual amenaza de este tipo.

Por ejemplo, al ir olvidando la presencia de volcanes activos ocurre un estancamiento político-social-cultural en los mecanismos de acción de la población para la mitigación de riesgos volcánicos ante alguna repentina actividad. Los habitantes necesitan conocer y aplicar los procesos necesarios que llevan a un manejo responsable ante cualquier tipo de riesgo asociado a vulcanismo.

Siempre me ha parecido curioso conocer la perspectiva de las demás personas con respecto al tema de los volcanes. Siempre que tengo la posibilidad de hablar con alguien sobre las ciencias de la tierra, indago el nivel de interés de esa gente acerca los volcanes. Es llamativo que muchos no sepan distinguir la diferencia entre una simple montaña o un complejo volcánico. Muchas veces me ha tocado orientar a esas personas con respecto a este tema, y aunque no sea un enorme conocedor en el área, las personas quedan fascinadas con el poco conocimiento que les pueda aportar. Cito lo anterior porque aquí recae un aspecto vital en la divulgación de la información: la educación.

Aveces pienso en la educación como un medio para fomentar el asombro, la crítica, el pensamiento liberal y sin ataduras. Creo que la educación que recibimos en muchas latitudes se ha convertido en una forma para adoctrinar con ideas burdas o simplemente hacer tragar información flácida, sin sentido y sin objetivos de cultivar el interés más allá de lo visto en el aula. Con la información geológica y geográfica es posible ahondar en temas donde el ser humano siempre ha tenido un interés grande por el entendimiento de los procesos en el espacio que habitamos. Si adaptamos ese conocimiento a un lenguaje más accesible, pero sin perder la integridad de la rigurosidad científica, podríamos entrar en una época en la que cualquier ciencia realmente pueda contribuir como debe de ser en la sociedad actual.

Las ciencias volcánicas es una de esas herramientas técnicas-científicas que requieren de una mayor divulgación en los pobladores de un país lleno de volcanes. Es necesario volver a ver estas riquezas de la naturaleza como objetivos vivos, que transmiten energía en múltiples formas, y que en varias ocasiones nos permiten un desarrollo óptimo de nuestras actividades; por ejemplo en la generación de energía geotérmica, turismo volcánico, suelos enriquecidos para cultivos y pastos y más. Es necesario perder el miedo ocasionado por la alarmas ejecutadas con el afán de ahuyentar a las personas de los lazos que estos poseen con los espacios volcánicos en los que habitan. Es importante más bien inculcar los procesos que llevaron a cabo a la configuración de su actual paisaje y de la presencia de ciclos naturales que pueden retornar en sus comunidades. Esto es una manera de enseñar la evolución de la formas terrestres y su actual dinamismo, esto sin poner en alto el alarmismo en una población que desea aprender y tener empoderamiento de su espacio vivido, sentido y amado.

En el ámbito político hay mucho más por hacer. Primero, reconocer y dedicar un enhorabuena por aquellos países que se han sumado a no sólo el monitoreo de punta de los volcanes en su territorio, sino que también por la puesta en marcha de leyes, decretos y normas que contribuyen a las formas de ordenar el espacio de manera sensata. Casi todos los gobiernos sienten esa preocupación de la incidencia de peligros volcánicos en la sociedad, sin embargo muchos quedan en un letargo y terminan retrasándose en la materia de la gestión del riesgo. Aveces la clase política no ejerce decisiones apegados a datos confiables científicos, sino que en muchas ocasiones domina más el discurso personal o general de una agrupación ajena a los temas relevantes. La políticos deben estar entrenados en temas volcanológicos, más si sus países poseen estos fenómenos a escala nacional. La incursión de estos temas en sus agendas son motivos esenciales para la práctica de decisiones apegadas a conocimiento técnico, y en las que pueden incidir en maneras responsables de afrontar futuros eventos naturales y donde se evite al máximo el daño a la integridad de pobladores amenazados.

Conclusión

América Latina, Centroamérica, Costa Rica; realmente todos estamos inmersos en la responsabilidad de educar a la población sobre los volcanes. Hace falta una cultura científica fuerte en nuestras calles, escuelas y colegios. Somos nosotros, los científicos del mañana, que debemos no sólo cumplir el rol de nuestras profesiones, sino también cada colega deberá ejercer su compromiso con la sociedad de manera sostenida. Quienes entienden un poco mejor el papel de los volcanes en el sistema planetario y en la sociedad estamos destinados a llevar nuestra voz hacia los rincones más alejados del mundo, ejerciendo una labor más social que de otra forma. Aún así, el tema de volcanes no es competencia netamente de los científicos, la clase política también es el megáfono en la sociedad que permite incidir ideas necesarias en la nación. Ante la apertura de estas ideas, y su inyección en la población, se puede llegar a un ambiente de mejor recepción de la información volcánica. Ante estos potenciales insumos que tenga la sociedad a su disposición, se le estaría dando autonomía suficiente para su creciente conocimiento, su libertad de expresión y el trabajo comunitario.

¿Vos que pensás sobre la importancia del conocimiento volcánico en la actualidad?

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Andrés Chavarría-Palma
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Centroamericano. Amante de la lectura, la música, las Ciencias de la Tierra y el Universo.