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Lo que nos dice el estallido social en Chile sobre el futuro del trabajo

El trabajo remoto y jornadas laborales más cortas como opción permanente

Fran Bahamonde
Get on Board
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5 min readNov 19, 2019

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Chile ha sido protagonista de un estallido social sin precedentes, en el que se unieron personas con distintos puntos de vista y muchas cosas en común: demandas sociales.
Hemos aprendido mucho durante estas 3 semanas: a reconocernos en el otro, a entender la lucha del que tenemos al lado, a no bajar los brazos y a no tener miedo a alzar la voz. Pero a la vez, han sido semanas que nos ponen a prueba: el nivel de estrés, de incertidumbre, de pena, de rabia, de impotencia, ha aumentado en cada uno de nosotros; el horario laboral se ha visto afectado, así como el del transporte público; las clases fueron suspendidas en colegios, jardines y universidades. La situación de todos cambió, no hubo más “normalidad”.

En las empresas no es muy distinto, han tenido que adaptarse a la contingencia modificando horarios, días de funcionamiento, modalidad de trabajo e incluso estrategias. Sin duda, un gran remezón para una cultura laboral acostumbrada a trabajar en oficina, de 9 a 7, sin mucha flexibilidad.

Sin embargo, me pregunto, ¿es tan malo que nos haya movido el piso de esta forma? ¿Podemos aprender algo de cómo nos hemos adaptado para seguir trabajando durante este tiempo? Sin duda la situación actual en Chile me hace pensar en dos grandes temas: el trabajo remoto y la cantidad de horas que trabajamos a diario.

El trabajo remoto como una opción viable

Tal vez no a todas las empresas les sirva, pero el trabajo remoto, cuando es posible, DEBE ser opción. Tenemos que perder el miedo al trabajo a distancia, a que las personas puedan trabajar desde sus casas o desde donde estén.

Para una empresa que no pudo abrir, porque había manifestaciones fuera de su oficina o para una mamá que no pudo ir a trabajar porque sus hijos no tuvieron clases, la opción del trabajo remoto ha sido un verdadero salvavidas en estas semanas y lo digo por experiencia propia, ya que trabajar de forma remota me ha permitido balancear mi vida como mamá y como profesional, de una manera que jamás habría logrado estando en oficina.

No comencé a trabajar remoto ahora, no fue por la crisis, pero si trabajara en oficina de seguro habría tenido que pedir vacaciones para cuidar a mi hijo, porque las clases en el jardín estaban suspendidas y no se puede ir a la oficina con un niño de 4 años.

Al trabajar desde casa, nos adaptamos: armamos un mini escritorio para él al lado del mío y trabajamos juntos, yo hacía lo mío mientras él hacía dibujos, practicaba letras y números y “mandaba mails” desde un teclado viejo que encontramos guardado. Hasta participó en un par de calls con el equipo (se supone que de oyente, pero es un niño con opinión). No tuve que pedir permiso para cuidarlo, ni dejar de trabajar, lo que fue tan beneficioso para mí como para mi equipo.

Por lo mismo iría más allá de permitir el trabajo remoto en situaciones especiales, porque no necesariamente es la última opción o el comodín. El trabajo remoto puede ser (y ya es en muchas empresas) la primera y mejor opción. Las herramientas están disponibles, la tecnología nos permite estar en casi cualquier lugar y conectarnos.

En Get on Board trabajamos desde 4 países distintos, con zonas horarias diferentes y aún así tenemos un equipo cohesionado, que la mayoría del tiempo está full enfocado en trabajar, pero que -a la vez- está siempre pendiente del bienestar del otro. El trabajo a distancia no disminuye la cultura laboral, ni el trabajo en equipo, ni mucho menos la prolijidad en el trabajo. Es más, muchas veces nos hace más preocupados por el otro, por documentar cada proceso para que la información esté siempre disponible y facilitar el trabajo del compañero, y por sacar el mayor provecho a cada videollamada o cuando tenemos la suerte de encontrarnos en persona.

Trabajar más, en menos horas

Los eventos que se han desarrollado este último mes en Chile han hecho que el transporte público funcione hasta más temprano y, por lo mismo, que las empresas decidan también cerrar antes. Los malls funcionan hasta las 19:00 y la mayoría de las personas que trabaja en oficina se va a sus casas a las 16:30.

Nos dimos cuenta de lo bien que se siente llegar temprano a casa, disfrutar de la familia, de los amigos, o de estar solos sin hacer nada. Tener tiempo para el ocio. Algo que hace tiempo habíamos olvidado en Chile. Claro, estamos en un contexto especial, un contexto con miedo, incertidumbre y muchas otras sensaciones. Probablemente no hemos sido el país más productivo en este último mes. Pero, ¿quién lo sería, con todo lo que está pasando a nuestro al rededor?

Sin embargo, tenemos que preguntarnos qué pasaría si mantenemos estos horarios “de emergencia” en un contexto “normal”. Si le quitamos el estrés, la pena, la rabia, la incertidumbre, pero mantenemos la calidad de vida que entrega el llegar a la casa más temprano. No hay que ser experto para saber que si las personas tienen mejor calidad de vida son más felices, y si son más felices son a la vez más productivas.

Trabajar hasta las 4 o 5 de la tarde y ser productivos, es posible. Lo vemos en otros países todo el tiempo: Nueva Zelanda, Finlandia, etc., pero nunca pensamos que en Chile se podía. El punto es que nunca lo sabremos, si no probamos y estamos en el momento justo para plantearnos la posibilidad. Porque cuando el transporte público vuelva a funcionar hasta más tarde, podemos decidir si retomar el horario de trabajo hasta las 19:00 y nuevamente llegar a casa de noche o si decidimos intentar ser más productivos en menos tiempo.

Las crisis son también una oportunidad para hacer cambios, aún cuando lo que tenemos funcionaba bien, porque la realidad es que siempre puede ser mejor. Tal vez no podamos lanzarnos de cabeza a modificar la forma de trabajo, reducir la jornada laboral en 3 horas de un día para otro, ni transformar todos los puestos a remoto. Pero podemos mirar hacia allá, explorar las posibilidades y abrirnos a ellas, como lo están haciendo muchas empresas que ya cambiaron su forma de trabajar. Porque tal vez lo que nos hacía falta era simplemente lo que no estábamos mirando, por miedo al cambio.

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Fran Bahamonde
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Mamá, emprendedora, independiente. Content, Community & Success en GetOnBoard