La verdad es importante, pero la verdad necesita ayuda.
Este es un fragmento de una conversación entre Lucila Sandoval, Āryā Jeipea Karijo e Ishtar Lakhani que tuvo lugar durante el acto de presentación de la Global Narrative Hive (Colmena Global de Narrativas) el 13 de septiembre de 2023. Conversaron sobre cómo fue que cayeron en la cuenta de que estaban haciendo trabajo en narrativas, qué significa para elles y cómo las narrativas están por todos lados a nuestro alrededor, como parte de nuestra vida y organización cotidiana. A través de experiencias e historias tomadas de movimientos de derechos de les trabajadores sexuales de Sudáfrica, pasando por movimientos de estudiantes y justicia reproductiva de México, hasta comunidades LGBTQ de Kenia, cuestionan los conceptos sobre narrativas que se sostienen de manera convencional como un área para «especialistas» en comunicaciones y amplían nuestra comprensión más allá de las perspectivas del hemisferio norte, muchas veces priorizadas.
¿Cómo llegaron a las narrativas?
Ishtar: Seré sincera. No creo haber llegado a las narrativas; creo que las narrativas llegaron a mí. Estaba haciendo lo mío, era activista en Sudáfrica, trabajaba por los derechos de sobrevivientes de violencia sexual. El trabajo de sensibilización que estábamos haciendo giraba en torno al principio de «nada sobre nosotres sin nosotres». Nos dimos cuenta de que había guías y otros recursos escritos por profesionales de la abogacía, pero ninguno escrito por sobrevivientes. ¿Quizás debíamos escribir nuestras propias guías? ¿Por qué no estaban contando su propia historia aquellas personas protagonistas del problema? Así es que ese fue el trabajo que hicimos. Porque intuimos que eso generaría el activismo más potente.
Unos años después, alguien se acercó y dijo: «Ishtar, ¡están haciendo un trabajo en narrativas muy potente!». Y yo respondí: «Ah, ¡¿sí?! ¿A qué te refieres?». Me dijo: «Esto es trabajo en narrativas, porque están creando historias, compartiéndolas, poniendo en el centro a las personas a las que pertenecen estas cuestiones». Así es que, para ser totalmente sincera, sí, las narrativas vinieron a mí mucho más que lo que yo fui a las narrativas.
Arya: En mi contexto, a muchas personas se les dice: «tú no eres africane». Y te dicen que tu vida es «occidental» o algo así.
Empecé a indagar en el pasado de la cultura africana, en particular mis propios orígenes. Me enteré de que les africanes queer en efecto existían aquí antes de la colonización. Estamos intentando oponer resistencia a todas las historias negativas que los movimientos antiderechos y los grupos cristianos fundamentalistas cuentan sobre nosotres. Para mí, se cerró el círculo al ser parte de la creación de lo que se convirtió en la Global Narrative Hive (Colmena Global de Narrativas), y al reconocer lo que eran las narrativas.
Caí en la cuenta de que para mi gente, incluso sin usar la palabra «narrativas», la forma en la que nuestra cultura pasó de una generación a otra fue a través del uso de elementos denominados «narrativas».
Supongo que las narrativas ya estaban presentes mucho antes que nosotres y ahora estamos redescubriendo su potencia. Esto también es descolonización en sí misma.
Lucila: Me encanta la idea de que las narrativas existen desde antes que nosotres, porque así es como llegué aquí. Mi madre y mi padre eran activistas; mi madre aún lo es. Pero mi padre fue parte del movimiento estudiantil de México en 1968, vivieron mucha represión, asesinatos y violencia. Había una fuerte concepción del movimiento de estudiantes y yo crecí rodeada de eso. Cuando tenía 19 años, surgió otro movimiento estudiantil. Lo interesante de eso fue que no luchábamos para que se aprobara una ley ni hacíamos actividades de apoyo más directo. En cambio, nos preocupaban los medios de comunicación y cómo introducían narrativas específicas. Aún siendo muy jóvenes, sentíamos que esto estaba mal y que debíamos poder contar nuestras propias historias. No estaba bien que todos recibiéramos las noticias o la información solo de una o dos fuentes. Esto no era democrático.
Era oportuno, pero podría parecer extraño que estuviera tan centrado en las comunicaciones y la democratización de los medios. Estas cosas quizás no parecen el activismo más atractivo, pero lo eran en ese momento. Empezamos a trabajar en lo que significaba tener los medios para representarnos y contar historias desde el lugar en el que estábamos.
Fue alguien del hemisferio norte que me dijo que lo que estaba haciendo era trabajo en narrativas. Así fue como me di cuenta de que eso era lo que estaba haciendo. Creo que esto realmente habla de algo de lo que hemos conversado, que es que muchas personas que trabajan con narrativas y cuentan historias no necesariamente usan la jerga o estos conceptos. Esta es una importante barrera que todos nosotros queremos traspasar.
Hablemos sobre lo que son las narrativas para nosotres y cómo las vivimos.
Ishtar: Mi idea de lo que son las narrativas fue cambiando a lo largo del tiempo.
Trabajo con estrategias narrativas y para mí es vital permitirme hacer otro trabajo como cambiar políticas y cambiar leyes en Sudáfrica, específicamente con relación a la criminalización del trabajo sexual.
Creo que lo que comprendí muy rápidamente en mi trabajo de promoción de políticas es que la verdad no nos liberará. A veces creemos que si las personas conocen los hechos, si las personas tienen la información, tomarán las decisiones correctas. Entonces, todo lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que quienes formulan políticas conozcan los hechos, de manera que puedan tomar buenas decisiones sobre las políticas. Sabemos que no funciona de esa manera.
Sabemos que es probable que nadie de nosotres estaría haciendo este trabajo si la verdad realmente nos liberara.
La verdad es importante, pero la verdad necesita ayuda. Allí es donde aparecen las narrativas. Las narrativas y las historias crean esa empatía y conexión, de manera que las personas puedan escuchar los hechos y nosotres podamos crear los cambios que deseamos. Cuando pensamos en los derechos de les trabajadores sexuales de Sudáfrica, tenemos que cambiar la manera en la que la opinión pública percibe a les trabajadores sexuales y ve su trabajo. Esto requiere mucho trabajo para combatir los estereotipos negativos que se han reforzado durante generaciones. Requiere que creemos nuestras propias historias en el movimiento de trabajadores sexuales, de manera que aquellas personas que están involucradas, a quienes más afectan esas políticas y leyes, puedan hacer oír sus voces, en particular ante quienes están en el poder. El trabajo que estamos haciendo como trabajadores de narrativas es intentar crear cambios culturales, intentar lograr cambios de comportamiento en las personas.
Sabemos que las personas no cambian su comportamiento debido a hechos. Cambian su comportamiento según lo que sienten. Sabemos que combinar hechos con sentimientos es lo que creará los cambios que deseamos ver. Así es como lo entiendo en mi trabajo y el papel que desempeña en el activismo estratégico.
Arya: Sí, en mi caso, también había cosas originalmente en mi sociedad que ahora podrían denominarse «narrativas», pero yo no contaba con ese término para identificarlas. Creo que la palabra «narrativas» viene de alguien del hemisferio norte. Las narrativas siempre fueron parte de mi cultura y de mi vida, porque las narrativas son las que hicieron que las sociedades africanas tradicionales vivieran de una cierta manera y las que nos decían cómo se hacían las cosas. No teníamos leyes ni políticas, eran las narrativas las que hacían que todas las sociedades africanas siguieran adelante. Así es que, para mí, ahora veo el potente rol que las narrativas pueden desempeñar en la sociedad, y también cómo se puede abusar de ese poder. En este preciso momento, en África, a pesar de que se sabe que las personas queer existían antes de la colonización en África, a pesar de las pruebas que tenemos de ello, a pesar de cualquier hecho, seguimos teniendo 27 gobiernos en África que nos criminalizan.
A pesar de todas estas verdades, la verdad, como dijo Ishtar, necesita ayuda. Necesita una nueva narrativa. Es claro que esta narrativa debe estar centrada en la humanidad y en la naturaleza humana. Necesitamos retrotraernos al inicio y construir narrativas potentes, porque las narrativas pueden hacer que las cosas se vean como si siempre hubieran sido de cierta forma o como si así fuera como se supone que deben ser.
Lucila: mi forma de entender las narrativas también cambió mucho. Cuando empecé, las consideraba solo centradas en ideas de comunicaciones más tradicionales. Mi percepción ha evolucionado mucho al conocer personas de todo el mundo que trabajan con narrativas, que no necesariamente militan. A veces, el trabajo está mucho más encarnado e incluye muchos procesos que quizás no parecen trabajo en narrativas al principio. Por ejemplo, tengo una amiga en Sudáfrica que trabaja con semillas y fermentación. Está recuperando saberes ancestrales, lo cual es parte del trabajo en narrativas.
Contar historias puede ayudarnos a acceder a muchos espacios. Esta es una de las cosas que realmente me enseñó eso [levanta un pañuelo verde], esto viene desde Argentina y se convirtió en el símbolo del movimiento a favor del aborto y los derechos reproductivos en Latinoamérica. Fue como una ola. Empecé a estudiarlo. Surgió en Argentina, luego pasó a Chile, Brasil, Colombia y después México. Se sintió como una ola que nos estaba alcanzando.
Recuerdo una de las protestas que realizamos en mi ciudad, que es extremadamente conservadora y está muy lejos del derecho al aborto. Hablamos sobre cómo podíamos subirnos a esta ola y qué teníamos que hacer. Vimos que no podíamos solo hablar sobre la ley, porque era deprimente y complejo, y no nos llevaba a ningún lado. En cambio, decidimos que teníamos que despenalizar socialmente el aborto. Así fue que realizamos una protesta con todo lo verde que encontramos. Esto formó parte de meternos en esta narrativa y ser parte de ella. No terminamos con un discurso en una plaza de pueblo. En lugar de eso, terminamos con reguetón y una fiesta en la calle. Y ese fue un cambio muy grande, fue una toma de consciencia respecto de que mi trabajo no se trataba solamente de explicar por qué esto o aquello es «súperimportante» o por qué el aborto tiene que estar garantizado. También tenía que ver con crear un espacio para que existiéramos, para bailar y conectarnos. El concepto de narrativas cambió de «estamos aquí para contar esta historia y estos hechos ayudan a estas verdades», a un proceso de vida, comunidad, arte y conexión. Esto fue una inyección de energía para mí y comprendí que siempre estamos creando narrativas y contando una historia. Siempre estamos en esta condición de ser.
¿Cómo usamos las narrativas en nuestra labor más amplia? ¿Qué es útil y qué no?
Ishtar: Me resulta difícil la jerga que suele acompañar al mundo de las narrativas. Sé que todes sabemos de qué estamos hablando porque tenemos que hacerlo: vemos oportunidades de financiación para el trabajo en narrativas y buscamos la manera de hacer que funcione en una propuesta. Me resulta difícil la percepción de dónde se ubica y dónde vive, y de quiénes realmente son quienes poseen, crean y les dan forma a las narrativas. Muy a menudo, cae de lleno en los medios y el espacio de las comunicaciones. Me resultó muy útil en mi trabajo, pero definitivamente no me definiría como una persona de los medios y las comunicaciones. Soy una activista de los movimientos de base y trabajo en la promoción de causas. Algunas de las luchas que he tenido son tratar de comunicar el valor del trabajo en narrativas, pero también tratar de comunicar quiénes realmente crean las narrativas, cuentan las historias y crean cultura. En nuestras comunidades, son las madres, las personas que trabajan en las peluquerías, las que trabajan en el negocio de la esquina. Estas son las personas que hablan sobre cosas y usan un lenguaje específico. Dan forma a las historias y las comparten, y se aseguran de que todos sepan el chisme del vecindario.
Por lo tanto, cuando hablamos dentro de nuestras organizaciones sobre cómo podemos asegurarnos de que nuestro trabajo esté cuestionando narrativas problemáticas, debemos recordar que no se trata solo del trabajo de las personas de los medios y las comunicaciones; son les abogades que hablan sobre seres humanos, que cuentan historias a su manera. Son les educadores, las personas que trabajan en líneas de asistencia telefónica, personas que son instructoras. Estos son todo tipo de trabajadores de narrativas y culturales. El trabajo que realmente tenemos que hacer es dejar en claro que no son solo las personas que trabajan en comunicaciones las que dan forma a las narrativas. Somos todas las personas. Una de las cosas que realmente me entusiasma sobre este espacio y el futuro de este espacio es que está ampliando el círculo. Piensa con más amplitud acerca de cómo entendemos las narrativas. No es solo este asunto de la jerga que la gente del hemisferio norte nos dice que estamos haciendo. En realidad, todas las personas estamos participando en la creación de narrativas. Todes tenemos poder para darles forma, ya sea de forma problemática, conservadora y opresiva o para usar nuestros poderes para el bien y darles forma de una manera progresiva, increíble, inclusiva y empática. Todes tenemos ese poder. En lo sucesivo, eso es lo que me entusiasma sobre este espacio. Es una invitación a que las personas abandonen esas etiquetas, abandonen la comprensión de la jerga y se unan y aprendan mutuamente acerca de cómo podemos crear espacios más progresivos, empáticos y conectados, donde podamos reunirnos más allá de nuestros problemas. Ese es otro papel potente que tienen las narrativas; contar nuestras historias como seres humanos integrales. Nos une más allá de los problemas, nos conecta entre países y eso es muy, muy emocionante.
Acerca de les oradores:
Lucila: «Me llamo Lucila, me dedico a la comunicación y provengo de América Latina, concretamente, de Guadalajara (México), una ciudad muy cálida que se vuelve cada vez más cálida. Soy feminista, queer y me dedico a la narrativa. Más que narradora, me considero una persona que se dedica a «tejer» historias, personas, proyectos, grandes relatos que lo abarcan todo y pequeñas frases que cazo al vuelo o encuentro en la red. Mi trabajo es de acompañamiento desde la comunicación con organizaciones que defienden la tierra, las comunidades lgbti y que resisten ante la violencia de género».
Āryā: «Me encanta presentarme utilizando términos absolutos. Soy un ser humano: esta es una afirmación absoluta e inmutable. También me gusta describir partes de mi condición humana: existo como mujer transgénero y amo como mujer lesbiana. Además, hablo sobre mis maneras de existir, como mi lucha feminista y mi visión del mundo a través de una lente feminista africana. Me llamo Āryā. Soy madre por elección a tiempo completo de un maravilloso grupo de personas jóvenes no binarias. En el tiempo que me queda, me dedico a contar historias y trabajo para las comunidades a las que pertenezco como activista defensora de los derechos humanos. Además, ¡soy la invitada ideal a cualquier cena!».
Ishtar nació en Sudáfrica. Es hija de xadres que pelearon contra el gobierno del apartheid, por lo que el activismo está en su ADN. En supaso por la universidad, obtuvo el título de Máster en Antropología, pero más importante aún, forjó el deseo de aplastar al patriarcado. Su carrera abarca desde coordinar una campaña feminista para defender a sobrevivientes de casos de violencia sexual hasta la elaboración de sándwiches revolucionarios y la lucha por los derechos de les trabajadores sexuales. Su pasión reside en el activismo creativo y en la combinación experimental de fantasía y realidad, de arte y activismo, en intentar imaginar y representar cómo sería un mundo más justo.