Liderazgo empresarial en épocas de crisis
La pandemia derivada del COVID-19 es quizá una de las mayores pruebas que se le haya presentado a un líder empresarial en toda su carrera. Gerentes, líderes de equipos, directores de proyectos y emprendedores se han visto de un momento a otro enfrentados a un panorama completamente nuevo que no solo afecta la manera de entregar una propuesta de valor relevante al mercado sino también de gestionar la vida y salud de sus colaboradores.
Lo primero y más importante (pero también difícil) es cómo estos líderes se lideran a sí mismos. Negociar con los egos, miedos y formas tradicionales de hacer las cosas es el primer paso para sobrellevar de una mejor manera la crisis. Para esto es vital cuidar la mentalidad; filtrar la información que se consume y tener conversaciones positivas y propositivas, ya que de esto dependen las decisiones que se tomen. Bien decía Jim Rohn que:
“Eres el promedio de las 5 personas que te rodean”.
Lo siguiente es gestionar el papel de la empresa ante la crisis . Aquellas empresas que cuidan no solo de sus trabajadores, sino también de su entorno cercano, serán las que el mercado premie luego de la pandemia. Estas empresas no surgen por sí solas, sino que son el resultado de un liderazgo que moviliza a sus colaboradores y stakeholders hacia un propósito común.
Y es que un propósito superior que guíe el actuar de una organización cobra ahora mayor relevancia que nunca. Este tiene que ver con la razón por la cual la empresa existe. Es una visión compartida de progreso sostenible para la organización y sus partes interesadas. Va más allá de la obtención de utilidades o del desarrollo de algún producto o servicio, responde a “cómo generarle valor al mundo”. Por fortuna los líderes del futuro tienen esto claro, pues el 61% de los líderes emergentes argumentan que los negocios solo deberían existir si generan resultados sociales y crecimientos rentables al mismo tiempo (Responsible Leadership Report).
Pero ¿cómo seguir siendo relevantes en un mundo que cambió? Por un lado, hacia el interior de la empresa, la comunicación se vuelve vital. Mantener a los colaboradores informados de las acciones y de los rumbos que se están tomando genera confianza y seguridad en los equipos. De igual manera, acortar los procesos de toma de decisión es imperativo en un contexto donde los factores externos cambian rápidamente.
Por otro lado, mantener una visión superior es necesario para poder seguir entregando una propuesta de valor relevante hacia el mercado. Balancear el corto, mediano y largo plazo es quizá una de las destrezas más importantes de los líderes empresariales. En este contexto, anticiparse a los cambios y necesidades del consumidor, y ajustar los productos y servicios rápidamente garantizará una presencia significativa de la empresa en el mercado.
En conclusión, esta nueva era requiere de un nuevo modelo de liderazgo; uno que le genere más valor al mundo del que captura de él. Uno basado en la compasión, la humildad y la apertura; valores necesarios para conectar con los grupos de interés, movilizar a los colaboradores y ganarse un lugar en la vida de los consumidores.
Jonathan Puerta
