cómo llegar a hablar de la película La llegada con uno mismo

Cuando fui a ver La llegada, aquella película de 2016, jamás pensé que me iba a impactronar tanto. Lo que vino después de salir de la sala fue estar ojiabierto y todo a mí alrededor era como irreal. ¿Lo real es lo pleno y nosotros sólo somos una falla en lo real? Lacan, cá ma te po fa vo. O quizás más bien como incompleto. Sí, incompleto no sólo por no ver todas las aristas de lo que me rodeaba sino por falta de tiempo. Tal vez me hacía falta tiempo. Dicen que el tiempo lo cura todo. Igual y curaba mi sorpresa ante la película. Esa perra mamada qué. En fin, ya pasaron más 3 años que se estrenó esa película y apenas creo que puedo ponerme boquiabierto. Boca floja, pa pronto. Lo que viene siendo la crítica retardía, loco. ¿De qué hablaaaaaaaaaas, pendejo? No, bueno, quiero decir, que se me ha ocurrido cosas. Ah, ah, ah, eso. Jajaja sí. Bueno. Desde el 2016 han pasado muuuuuuchas cosas y de ninguna de ellas he podido ver todas las aristas, tanto que podría decir en realidad han pasado muuuuuuy pocas cosas. Pero eso es por deficiencia mía y de mis palabras. ¿Tus palabras? Jajajaja qué necesidad de necedad. Bueno, bueno, es un decir, porque de nada he teñido certezas… Ah, cabrón, ¿conque ahora quisieras pintar verdades? Chingada madre, se me fue el dedo. Pos no te quieras pasar de virgülilla. Jajajajaja… porque de nada he tenido certezas y pos eso ni se ha de poder, pero creo que descubrí algo. Vamos como Irreversible, esa película del 2002, de atrás pa adelante. O no. ¿Cómo es? ¿Cómo se dice? Bueno, de lo último a lo primero. ¿Eso se puede? ¿No todo está ya de por sí volteado en el tiempos? No sé, no sé, ¿no te acabo de decir que no he teñido certezas? Y dale con lodo querer ser pintor. Bueno, déjame decirte que te acabas de embarrar al escribir tú también. Jajajaja. En reversa, pues, porque lo último que pasó es que hace ratito acabé de leer el relato sin el cual nada de la película de La llegada hubiese llegado. Qué graciosito, pendejo. Jajajajaja. Ese cuento largo o novela corta o lo que sea se llama «La historia de tu vida», de un tal Ted Chiang, del 1998. Y cuenta la misma historia que la película, nomás que centran la mirada en detalles distintos. La película le suma varias cosas espectaculares, cosas como que los extraterrestres se ven imponentes y no sólo distintos, por ejemplo, y el final lo hacen más dramático, porque en la película el mundo está a punto de irse a la mierda por culpa del gobierno chino y nuestra heroína, una lingüista, tiene que salvar el día yendo contrarreloj. En la novelita, todo es más bien íntimo, ya saben narración en primera persona, con partes en segunda persona, y con nuestra lingüista teniendo lo que también pasa en la película, recuerdos que frente a nuestra cara se muestran como recuerdos pero que al final se descubren como premoniciones o prorecuerdos, como a mí me gusta llamarlos, y donde también al final la lingüista no tiene que preocuparse por salvar al mundo de los malditos chinos, porque para ser sinceros durante toda la narración a ella siempre se valió pura madre todo lo político-militar-armamentístico. Ella está concentrada, en la novelita, en contarte «La historia de tu vida». O sea, no a ti que me estás leyendo, sino la historia de tu vida como si cada lector fue su hija. Pero chingo mi ladre… Perro, atento, tás sacando puro error de dedo por aquí. No, es así, a propósito: chingo mi ladre sino paro ya de no decirle por su nombre a la protagonista, pues ella se llama Louise Banks y es Doctora en Lingüística. Bien. Louise con todo y saberle, que a los fonemas que a las lenguas, nos cuenta la historia de la vida de su hija y de paso parte de su vida propia. Posí. Louise desarrolla durante la capacidad de tener recuerdos de lo que sucederá luego, que son las premoniciones o los prorecuerdos que les digo, y en eso, hará que veamos cómo conoce al padre de su hija, cómo más o menos la conciben, cómo es su relación madre-hija, cómo termina divorciada y sale con alguien más, cómo sueña que se muere su hija, y cómo luego su sueño se vuelve realidad, al mismo tiempo de cómo logra aprender la lengua y la escritura de los extraterrestres, lo que le causará a su vez la habilidad de ver el tiempo no causalmente. Percibe ahora el tiempo globalmente; está enterada en todo momento de cada momento futuro y pasado de lo que haya ocurrido o vaya a ocurrir. Y el único momento de presente “puro” lo vivirá por supuesto no ella sino su hija como se ve en el siguiente cacho:

La palabra «infante» viene de la palabra latina que significa «incapaz de hablar», pero tú serás perfectamente capaz de decir una cosa: «Sufro», y lo harás incansablemente y sin dudarlo. Tengo que admirar tu absoluta dedicación a este fin; cuando llores, te convertirás en la encarnación del ultraje, cada fibra de tu cuerpo dedicada a expresar esa emoción. Es curioso: cuando estés tranquila, parecerá que emites luz, y si alguien te hiciese un retrato en ese momento, yo insistiría para que incluyese la aureola. Pero cuando no estés contenta, te convertirás en un claxon, diseñado para emitir sonido; en ese momento, un retrato de ti sería sencillamente una alarma de incendios.

En esa etapa de tu vida, no tendrás pasado ni futuro; hasta que te dé el pecho, no tendrás recuerdos de satisfacción en el pasado ni expectativa de alivio en el futuro. Cuando empieces a mamar, todo se invertirá, y todo estará bien en el mundo. Ahora es el único momento que percibirás; vivirás en tiempo presente. Por muchas razones, es un estado envidiable.

De nuevo, como si fuera la primera vez, sale de nuevo la relación con el otro que nos mete en la historia y la palabra sufriendo y mamando.

Pero volvamos ¿al futuro?

Volvamos a la historia que se está contando como bien se puede. Dije entonces que me impactronó la película en el 2016 y ahora en 2019 apenas me llegan las palabras. ¿Las palabras me llegan o las palabras me llevan? Pregunto y me hablo. Respondo y me callo. Quizás todo este viaje de ver una película y leer una novelita sirva como un volver al futuro. Dicen que la mejor manera de aprender es enseñando. Yo digo que la mejor manera de tener recuerdos es contarlos en el futuro, luego de que las cosas pasaron. De hecho, es la única manera, imbécil. Así la peor experiencia puede volverse luego de contarla una historia menos mala, o si se quiere una historia mejor acomodada pa uno mismo que es lo que importa. El salto de la experiencia a la palabra es por medio de una ilusión necesaria. Inevitable pero concesionaria. Esto es ir con quien más confianza le tengas, mi Chabelo, y contarle lo que te pasa respecto a lo que ya pasó y permite descubrir lo que ha pasado ya en el pasado, como Zizek, a lo mejor diría en mexicano. Valgan las mil redundancias. Que valgan, te digo, qué digo, te cuento. Desde el futuro del pasado te cuento algo y me entero de lo que ha pasado. ¿Qué estoy diciendo? No lo sé, te digo, han pasado muuuuuuchas cosas desde el 2016, y no he tenido certezas. Pero, me parece, que entonces que sí las has teñido con los colores de voz nomas. Ah mira, sí, ahora tras todo lo contado, eso parece. Pues de nada, Javier Norberto, son quinientos varos por la terapia. Espera, espera, ¿ahora tú de qué hablaaaaaaas? Es más, ¿tú quién eres, chamaco metiche? Pos quién más, soy tú escuchándote y platicando tu plática. Ay, no, otra vez pasó, qué perro incómodooooooo

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Javier Norberto Muñoz Palacios
Gramatos, Revista de ensayos literarios

Esto es @masomenoz literatura, es decir, desde ensayos hasta traducciones y también cuentos y crónicas.