La parodia es pura mierda

Enrique Dussel, en una clase acerca de Karl Marx disponible en YouTube, dice que los libros que publica no son más que excrecencias del pensamiento, de la vida y de las lecturas que ha hecho. Este ensayo acerca de la parodia sigue esa línea de pensamiento, esos principios escatológicos, y sólo el tiempo secará estos excrementos pa que se los lleve el viento.

—Es que ser un puto genio es lo más pinche fácil del mundo —dije en alguna que otra plática de mierda.

Y sigo pensando que esa afirmación es verdad, solo si tomamos en cuenta al menos dos puntos.

Un punto, escribiría Engels, es la via regia de la economía. Esto no es más que el privilegio que significa tener recursos suficientes pa asegurarse casa, comida y tiempo de ocio.

Otro punto es que, descontando el factor económico, a la gente le suele valer una puta mierda esto de hacerse genios.

Pero imaginemos que se tienen los recursos económicos, y además se tienen ganas.

Ahora sólo habría un “impedimento”: el hacerse de formas propias pa echarse unos buches en las fuentes del conocimiento.

Este impedimento, visto dos veces, es más bien una petición ingeniosa.

Una invitación, un pásale y ponte a crear.

Y bueno, revisada así la situación, ya uno se puede dar una idea de por dónde va la cosa de la genialidad.

Repito: sólo hay que ponerse a armar los moditos con los cuales bucear uno mismo en las fuentes epistémicas.

En pocas palabras, frente al “impedimento” es asunto de creatividad.

Ahora, la misma base de la genialidad está en la parodia.

El mismo “impedimento” y la misma invitación a la creatividad, con una sola diferencia: el lugar donde ponerse a hacer los moditos de uno mismo.

Ese lugar —en el caso de la parodia– es un lugar a escoger con sus personajes y cositas particulares.

Sólo es eso, ese es el plus de la parodia: su contexto que le sirve de pretexto.

Entonces para ser geniales en la parodia hay que conocer hasta los bordes del lugar que vamos a parodiar.

No es tan difícil, es como volverse un genio regular, sólo que hay que tener primero el privilegio de una economía suficiente y unas pinches ganas de esas que no te aguantas de saberle a los lugares que vamos a meter en tela de juicio paródico.

Conocer un lugar es voltearlo como calcetín sin necesariamente tocarlo, es saber a qué huele desde que se engendra hasta metido en el ataúd, al menos imaginariamente, y hacerlo verosímil, pa luego pasarse de verga en revisiones digestivas, pasarlo por los labios, por la garganta, por el esófago, por el estómago, por los intestinos y al final pero para nada mucho menos importante, a través del ano, porque si no, no sirve.

Es una ilusión el que vayas de verdad a conocer un lugar a la perfección, pero ah qué rica ilusionada. Y esa ilusión es la que nos sirve aquí.

De los personajes haremos figurillas y de los objetos exageraciones.

Todo por vía de las tripas y del cuerpo.

El punto es lograr terminar pasándonos a los personajes originales finalmente por el ano sin que se confundan las mierdas. O sea, comernos al original y que se mezcle pero que no se bata.

La parodia en este punto apenas va a la mitad del camino.

A continuación, viene el reconocimiento de lo que hemos digerido en nuestros interiores y localizar los rasgos que se conserven lo suficiente, por mínimo que sea. A estos rasgos les meteremos cuetes de esos grandotes, pasados de verga pa reventarlos.

Posi no es así, ¿cómo más va a ser eso de parodiar?

Sólo es agarrar y conocer el lugar con sus respectivos monitos y de veras conocerles santo y seña; untarse en cuerpo y alma ese lugar, pa luego tirar el miedo y encontrar los rasgos que se reduzcan pero que no desaparezcan pa prenderles cuetes hiperbólicos, cómo chingada cola no.

La elección del lugar a parodiar se da casi lo mismo por amor o por odio, por asco o por atracción.

Hay que saber aprovechar nuestras pasiones y nuestras repulsiones.

De nuevo, es ingenio y agudeza digestiva.

Por ejemplo,

  • Que si amamos a tal o cual cantante, pos con mayor razón es que nos vamos a lanzar a saberle todo lo posible, hallándole luego los moditos que sobrevivan a nuestra amorosa investigación intestinal y en un dos por tres hacer de estos gestos una parodia suculenta.
  • Que si odiamos a tal o cual líder uy qué cosa la de digerirlo y cagarse en sus rasgos más culeros.

Y sin embargo, si nació del odio o del amor, no le hace, porque la práctica paródica está más allá del bien y el mal.

La parodia se servirá de la digestión y hará méritos por revelar con los modos mismos del personaje al personaje mismo en su poca o nula carga nutricional, mostrándolo en su propio caldo de absurdidad.

La parodia no necesita defensores.

La parodia demanda practicantes.

Necesita profesionales en la improvisación de lo conocido.

Exige obsesionados con los lugares y enamorados de los personajes.

No hay parodia sin paranoia

Que sirva la ilusión de que se sabe el acomodo de todo, hasta de lo que no es obvio, incluso mucho más de lo que no es obvio.

Por esta razón es que son parodias andantes los creyentes de las teorías de conspiración. Da igual si dan al clavo o no en lo que han imaginado tras bambalinas del Gran Teatro del Mundo, lo importante es el ingenio puesto en acción pa inventarse esas formas y fondos de las cosas.

Pero ojo. Aunque compartan espíritu paródico, los conspiranoicos sólo son de chocolate. Porque los parodistas de a de veras siempre se curten solitos y a mano y no se producen en serie como los terraplanistas, por ejemplo. Ojo en eso.

Y no es que sea automáticamente mejor lo hecho a mano. Sino que los que obran con el sudor en la frente asumen desde el principio que deberán de pujar pa cagar su propia mierda = parodia. Ese es el esfuerzo mínimo e intransferible del parodista.

Además, por más que dos parodistas coincidan en el material que se coman, no sólo el pujido será único, sino que también el tragar, el digerir y el cagar, y por tanto la mierda = parodia que haga cada uno también será única.

Porque de lo contrario se trataría de sólo negocios de mierda y esas transacciones son también de chocolate, no son parodias auténticas.

No es lo mismo cagarse uno mismo a que te cague alguien más.

Que le caiga caca al pastel y que sepa rico

Y la misma invitación recreativa va también por supuesto hacia el público.

Habrá quienes sigan de largo, como si nada estuviera pasando, podría decirse que para esos espectadores quizás el original y la parodia son indistinguibles y por lo tanto no hay maravilla y menos atención.

Pero otros cacharán lo que vean en el escenario como un “impedimento” y a su vez en ese mismo momento se pondrán creativos pa superar esa “adversidad”.

Es cuestión de ser espectadores activos, de escuchar activamente.

Así, este convite hacia el público es gracia de las artes pero corona de la destreza paródica. Es que le caiga caca al pastel y que sepa rico entre los invitados.

Si la parodia da risa es porque en el fondo es verdad, y serán sus formas las que hagan mella uy qué mello de la realidad.

(Risas)

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Javier Norberto Muñoz Palacios
Gramatos, Revista de ensayos literarios

Esto es @masomenoz literatura, es decir, desde ensayos hasta traducciones y también cuentos y crónicas.