“Searching for Sugar Man”
Last night, after seeing it I fell in love
Una pasión, una idea, un deseo que crece y se hace grande hasta no caber en el pecho, hasta rebosar por la ladera de la taza de café . Esa es la idea del documental “Searching for Sugar Man”.
Hay tres historias en esta película que me erizan la piel, que me producen ese escalofrío en la nuca que tan bien explica June Allyson en su rol de mujer de Glenn Miller (James Stewart) en otra película que habla de música y pasión, “Música y lágrimas” (“The Glenn Miller story”, de Anthony Mann). Es una experiencia que hace que me enamore perdidamente y sin remedio.
La primera de ellas es la historia de un artista incomprendido: Sixto Rodriguez. Hay infinitas historias como esta a lo largo y ancho del planeta. Artista global, en la más sincera onda de un Wagner sin deseos de grandeza, Sixto escribió, puso música y cantó desde su estómago y eso es algo que por narices tiene que dejar huella. Y te erizas cuando lo escuchas porque de repente, encuentras a alguien que es capaz de describir tu dolor, algo tan sencillo y al mismo tiempo tan difícil de explicar y , sobretodo, de compartir. Y esto sí que es excepcional.
La segunda historia cuenta la pasión de dos amantes de la música en general, y en especial, de la que fabrica Rodriguez al otro lado del Atlántico. Conocen desde siempre su obra, pero no saben nada de él. Les ha acompañado en sus luchas sociales, en su despertar a la vida, el sexo y el dolor (otra vez). Y se preguntan, e investigan, pero no encuentran nada. Y es en ese buscar y preguntarse que se encuentran mutuamente y aúnan fuerzas hasta dar con él.
Treinta años después, el príncipe encuentra el otro zapato de cristal, por fin!
Es un momento emocionante, porque no existe la historia de Rodríguez sin la de sus fieles seguidores, como probablemente tampoco existiría Mozart sin un Salieri, o Quevedo sin Góngora, aunque en estos casos sea el odio el que genera el movimiento, que no es más que una versión distinta del amor .
A partir de aquí, se desarrolla la tercera historia, y a mi entender, la que nos muestra el lado más humano y el más grande de Rodríguez. Han pasado treinta años y ha seguido caminando por la vida sin perder su grandeza. Dejó de vivir de y para la música (si es que alguna vez lo hizo) y ha envejecido como no todos saben hacer, con sabiduría, como los buenos.
Y agradece el regalo del reconocimiento, lo degusta, lo disfruta y vuelve a su vida con una humildad que nos arranca las lágrimas.
Yo no me pregunto qué hubiera sido del músico si en USA hubiera triunfado. “Searching for Sugar Man” le ha dado un alcance que trasciende el mero éxito comercial. Ha triunfado en el momento perfecto. Más bien, han triunfado.
Gracias a Stephen ‘Sugar’ Segerman y a Craig Bartholomew. Infinitas gracias por este regalo.