Activismo ambiental empezó en mi hogar para mi familia inmigrante

Linda Rodriguez
¡Greenpeace Unidos!
4 min readApr 17, 2017

Lo personal es político en el activismo alimentario, especialmente para esta familia salvadoreña ajustándose a un sistema alimentario desconocido en los Estados Unidos.

La familia Rodriguez-Cea celebrando el cumpleaños de la abuelita Amelia

La misión del movimiento ambientalista siempre ha resonado conmigo y con mi familia inmigrante. La primera vez que escuche del activismo ambiental fue en el 2006 por medio de un correo electrónico de Greenpeace que me mandó mi hermana. Desde ese día, me enamoré con el trabajo de Greenpeace por el medio ambiente. Greenpeace luchaba por el cuidado de nuestro planeta y de nosotros mismos y también por la defensa de sus creencias. Y esto alineaba perfectamente con los valores fundamentales de mi familia de cuidar de otros y de no callarse cuando algo no está bien.

Mi familia es de El Salvador, y nos mudamos a los Estados Unidos — el país hermoso que ahora es mi hogar — cuando tenía diez años. Los cinco vivimos en apartamento pequeño pero como de una recamara. Mi mamá era ama de casa y mi papá trabajaba todo el día. Para una niña de doce años, la vida iba bien, pero las cosas eran diferentes para mis papas.

Por ejemplo, la comida — no era fresca o orgánica. En El Salvador, los mercados agrícolas no sólo eran lugares de moda accesibles a sólo ciertas personas. Simplemente eran los lugares donde la gente hacía las compras para sus comidas, y estaban abiertos todos los días. Hasta había una vendedora que caminaba por nuestra calle vendiendo frutas y verduras temprano por las mañanas para que la gente tuviera comida fresca a diario. Hasta se podía negociar el precio para asegurar el mejor precio.

En los Estados Unidos, la comida normalmente del supermercado, y en vez de visitas diarias al mercado agrícola, la compra de la comida se convirtió en un mandado del domingo. Después descubrimos que había comida congelada y enlatada, que nos parecía más conveniente para reducir los viajes al supermercado.

Un día, compramos tomate enlatado para la cena de esa semana. Mi mama estaba cocinando su delicioso pollo guisado, ya ya estaba lista para echarle el tomate, pero algo le pareció raro. Las latas de tomate tenían un color rosa fuerte por dentro. En mi pensamiento de niña de doce años, pensaba que alguien había pintado el interior de las latas con lápiz labial. Mi mamá no sabía qué pensar, entonces me pidió que llamara a la empresa de las latas de tomate para ser su traductora.

Y eso es justo lo que hice. Con mi voz pequeña temblando, hable con un representante de la empresa por teléfono y le dije que encontramos una mancha del color de lápiz labial adentra de las latas de tomate. El representante seguramente pensaba que era llamada broma, pero yo persistí, explicando que mi mamá nos había cocido pollo guisado y ahora estaba echado a perder. No podíamos comer nuestra cena porque no reconocíamos lo que estaba en el tomate. No tardó mucho para que el representante se despidiera y colgará la llamada.

Entonces hice algo que hasta una niña de doce años podía hacer: busque en las páginas amarillas y encontré el número de Better Business Bureau (La Agencia de Mejor Negocio). Llame, y un hombre amable y paciente contestó. Expliqué nuestra situación, y él dijo que no nos preocuparnos. Nos regresaría la llamada en un momento. Dentro de una hora, recibimos una llamada de la empresa del tomate enlatado disculpándose por la inconveniencia. Prometieron pagar por nuestra cena, pero pidieron que mandaremos la lata para inspección de los contenidos.

Semanas después, recibimos una carta declarando que ese color rosa fuerte simplementa era colorante alimentario. Sinceramente, el incidente puso un fin a nuestras compras de tomate enlatado. Comenzamos a hacer nuestro propia salsa de tomate, y comprabamos verduras y frutas orgánicas cuando se podía. Porque la verdad es que la comida orgánica es un poco caro, pero vale la pena.

Así fue la victoria pequeña de mi familia. Una llamada de teléfono pudo crear presión para influir esta empresa. Imagina lo que podrían lograr millones de voces si nos unimos y trabajamos juntos. Podríamos proteger nuestras comidas para que las generaciones por venir tengan un futuro sostenible.

Nuestras generaciones futuras merecen lo mejor que les podamos dar. Un día, yo quiero que mis hijos sepan que hice todo posible para proveerles una comida sana. Estoy luchando por un mundo donde las empresas de comidas son completamente honestas y transparentes, y todos conocemos exactamente qué hay en nuestras comidas para hacer decisiones más informadas sobre lo que ponemos en nuestras mesas.

Ahora qué puedes hacer tú? Una lugar bueno para empezar es nuestras mesas. Considera cuáles son las empresas que quieres apoyar con tu cartera porque, sí — el activismo empieza en casa. Después, unete a nuestro movimiento. El planeta Tierra es nuestro higa, y tenemos que protegerlo juntos.

Este artículo fue publicado en inglés en el sitio de Greenpeace.

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