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Me gusta creer que soy una persona desobligada con una agenda muy complicada. Cada mañana que despierto muy temprano, repaso mentalmente todos los pendientes, y luego me vuelvo a dormir. True story.
Así que cuando vuelvo a despertar, queda muy poco tiempo para salvar el desayuno, y hay que hacer algo para entretener el hambre en lo que el platillo principal se sirve. Y ésta es la receta que lo soluciona todo: the power milkshake.
Necesitas:
1 taza de fresas, limpias.
1 litro de leche, fría.
1 cucharada de avena.
2 cucharadas de azúcar mascabada.
En una licuadora, echas todos los ingredientes y lo licúas por espacio de 5 minutos. La idea es que se integren muy bien todos los elementos con la leche (mientras más fría, mejor). Puedes usar cualquier fruta que se te antoje, y también puedes hacer combinaciones como fresa con mango, plátano con galletas oreo, frambuesas con moras azules. El secreto está agregar una o dos bolitas de nieve de vainilla a la hora de licuar.
Me gusta servir la mezcla en vasos altos, transparentes, y añadir toppings para hacer la bebida más atractiva como crema batida, chispas de chocolate, y cualquier otra cosa que encuentre en la alacena. The Power Milkshake es el mejor complemento para cuando haces ésto.