DIOS NO CAMBIA, NI LA EFICACIA DE SU OBRA

Susana de Cano
Susana de Cano

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Mientras recorría buscando un salmo para enviar a una amiga, me encontré con este salmo. Honestamente, no recordaba haberlo leído, o al menos no a profundidad. O seguramente, Dios sabía la porción que al leerlo, Él me iba a dar.

Acompáñame a leerlo y estudiarlo en tu Biblia, además, para que corrobores lo que escribo…

Este Salmo es uno de los 10 salmos que Asaf escribe (73–83). No tenemos muchos datos de él, pero sabemos que alababa y temía a Dios; por lo tanto, lo conocía. Quizás su salmo más famoso es el salmo 73, sobre la envidia a los malos, que nos deja entrever las luchas de este salmista a lo largo de sus 10 salmos; puesto que son similares en su contenido: dolor, clamor, confianza en el poder de Dios, lamento, justicia, y desobediencia e infidelidad de Su pueblo. Quizás nos podemos identificar con Asaf.

Su propósito es recordarnos que el Señor no abandona a los suyos al recordarles quién es Dios, lo que Él ha hecho, y lo que ellos tienen en Él. ¿Acaso no son estas las buenas noticias que alegran el alma necesitada? Aunque no siempre parecen serlo, cuando el dolor, la angustia, la desesperanza invaden nuestra alma de día y de noche, al punto de rehusarse a ser consolada — inclusive por el Señor.

Cuando recordar a Dios “no ayuda”, vv.1–3

Todos sufrimos, sin excepción. Vivimos en un mundo caído que sufre por el pecado; y los cristianos, por pertenecer a Dios, también sufrimos: Por ser contra la cultura de este mundo, sufrimos; por nuestro propio pecado, sufrimos; porque es la herramienta de santificación de Dios, sufrimos; porque nuestros cuerpos se enferman, sufrimos; porque otros nos lastima, nos fallan, sufrimos. No sabemos la razón por la que Asaf sufría inconsolablemente — lo que hace a este salmo de lamento universal — porque nos describe como él eleva su voz a Dios, lo busca, clama a Él, hasta sentirse cansado de hacerlo.

¿Te ha pasado? Como cristiana, todo tu ser sabe que Dios es tu solución, pero por algún motivo soberano, Él no parece responder como deseas para auxiliarte. Hasta parece que te ha abandonado…. Acordarte de Él simplemente te turba más porque no entiendes porque no te auxilia. Quizás recuerdas pasajes como Jeremías 33:3 «Clama a mí y yo te responderé», entre otros. Pero, nada parece solventar lo que hay en tu corazón, es como si la oración tocara el techo o fueran palabras que se las lleva el viento.

Cuando recordar experiencias personales no ayuda que solo traen más preguntas, vv.4–9

El salmista continua aclarando su mente, ajustando sus emociones y conociendo sus motivaciones porque luego de lamentarse, habla directo a Dios. Nota como el versículo 4 cambia en una conversación con Dios sobre una acción particular de Él «has mantenido abiertos mis párpados», como Job también lo dijo: «Mi rostro está enrojecido por el llanto, y cubren mis párpados densa oscuridad», (Job 16:16). Es que ya no puede hablar, solo llorar. Asaf, entonces, recuerda los días pasados, los años antiguos, los días en que Dios hacia obras visibles.

Recordemos que Asaf solo conoce la historia de Israel, del Dios que liberó al pueblo de Israel de Egipto, que abrió el mar para que el pueblo pasara sin mojarse, porque escuchó el clamor de ellos debido a la opresión que recibían de los egipcios. Dios escuchó y los salvó por amor a Su Pueblo y honor a Su Nombre, por Su pacto de fidelidad que nos alcanza hoy a nosotras, la familia de la fe de Abraham, (Éx. 2:23–25). Parece que Asaf está a punto de graduarse en el dolor solo para conocer que las obras de Dios denotan quién es Él — su carácter que no cambia. Así como las señales que hizo Jesús cuando caminó por esta tierra tenían únicamente el propósito de apuntar la atención y corazones a Cristo para salvación, de igual manera, esas señales mostraron el poder de Dios, de Su carácter fiel, poderoso, maravilloso y misericordioso. A la verdad, Dios no cambia.

La implicación para nosotros es que las experiencias personales que hayamos tenido con Dios, son una base insegura para construir una doctrina o enseñanza general de Dios. Imagínate, que las personas solo hubiesen creído cuando Jesús hizo señales… muchos no hubiesen sido convertidos; empezando con la mujer adúltera que estaba por ser apedreada y Jesús la salvó de la justicia de los hombres para que confiara en la justicia de Dios a través de la fe en Él (Jn. 8:11). Entonces, hacer una regla general de la forma en la que Dios soberana y providencialmente decide obrar, nos desvía de la fe en quién es Él. Sus obras pueden variar en forma, pero el contenido y su eficacia es el mismo: salvarnos a Él para Su gloria.

La verdad es que un día sentimos una cosa y otro día sentimos otra, cuando nos basamos en solo experiencias y no en la verdad del carácter de Dios, nuestra fe es movida. En un día sin problemas, sabríamos como responder, pero en días como los que Asaf está teniendo, que tú y yo hemos tenido, las experiencias no responderán con seguridad, no proveerán el consuelo que necesita. Nota algo importante, Asaf está sufriendo y lo que pide a Dios es que su sufrimiento le sea quitado a través de hacer lo que hoy llamamos «las disciplinas bíblicas» que son: orar, leer la Palabra, meditar en Dios, porque está convencido que en Él está su medicina.

Pero, lentamente, como nosotras, empieza a conversar consigo mismo: — será que Dios me rechazará para siempre, no me dará más su favor, ya no hay misericordia, sus promesas ya no están firmes para mí, será que se ha olvidado Dios de mí. Y he aquí la diferencia, muchas veces, entre nosotras y Asaf: «Entonces dije: «Este es mi dolor: que la diestra del Altísimo ha cambiado», v.10. Si sus suposiciones (que se tornan en ansiedad) son verdad, entonces — Asaf concluye — de verdad no tengo esperanza; de verdad por eso estoy así. Lo que más le dolía a Asaf era que ese largo período de dolor, angustia y sufrimiento le estaba mostrando que quizás Dios se olvidó de él. Ese era su dolor… por eso clamaba a Él. Asaf conocía a Dios y tenía una relación con Él.

Los recuerdos que traen una confianza segura, vv.10–20

Sin embargo, sabemos que esto no es posible. Lo sabemos en los días buenos, más en los días difíciles, que es cuando más necesitamos recordarlo, es muy fácil olvidarlo.

El versículo 10 marca una transición en su noche de tormento, desde la insuficiencia de la experiencia subjetiva (vv.4–9) — que no significa que no sea real — para detenerse en los actos objetivos de Dios, que son verdad. Éstos tienen sentido y verdad de Dios porque han sido decretados por Dios para todo Su pueblo que lo incluye a Él, y a nosotras. Es por eso, que Asaf prontamente por la obra de Dios en Él, dice: «Me acordaré de las obras del Señor; ciertamente me acordaré de tus maravillas antiguas, meditaré en toda tu obra y reflexionaré en tus hechos», vv.11–12. ¡Claro! Asaf, ha estado tanto tiempo meditando en su dolor y en que Dios no lo ha ayudado visiblemente, que olvidó fijar su mente en quién es Dios. Olvidó afirmarse en el Dios que no cambia. En la obra del Dios que no cambia.

Asaf, no sólo se acuerda de las obras del Señor, sino que medita y reflexiona en ellas. Esto nos enseña que Él no sólo conoce la historia de Dios con Su pueblo, pero que ciertamente ha experimentado las bendiciones del pacto de Dios con Su pueblo. Aunque Asaf no estuvo en la liberación del Éxodo por mano de Moisés y Aarón, él conoce su historia, se afirma en ella para alabarlo «¿Qué dios grande hay como nuestro Dios?», v.13b. Entonces, Asaf empieza a recordar todo lo que Dios ha hecho… porque ese Dios, es también Su Dios.

Lo que Dios ha hecho es un fundamento seguro sobre el que Asaf puede construir una comprensión firme de quién y que es Dios para él, es una base segura para su súplica. Su santidad en su pureza moral y ética, como también lo expresa Isaías en Isaías 6:3, va de acuerdo con sus obras: darse a conocer y hacer por Su pueblo lo que Él no puede hacer por sí mismo (v.15). ¡Él lo ha redimido!

En los versículos 14 hasta el 20, Asaf traza la historia desde Egipto hasta Canaán. El Mar Rojo al inicio del viaje de Israel (v.16), la tormenta den el Sinaí (v.17), cruzar el Jordán en el final de los días del desierto (v.19) a través del cuidado pastoral de Dios, (v.20). Al describir las obras de Dios, Asaf nos cuenta quién es Dios: Santo (v.13); Omnipotente (v.14); Salvador (v.15); Majestuoso (v.16); Soberano sobre la creación (v.17); Creador y Rey (v.18); Sabio (v. 19); Misericordioso (v.20); Pastor (v.20).

La fe en Cristo, es una fe sencilla

La solución a todo problema cristiano es el camino a una fe sencilla. Puede que tu situación no sea algo tan simple para tener fe y sostenerse en el camino de la fe, pero la fe en su esencia es simple — como la de un niño (Mc. 10: 13–16), dijo Jesús. De hecho, ¿No fue por fe en Cristo y Su obra que se solventó definitivamente nuestro problema eterno con Dios? Cada situación mayor y menor, diaria y ocasional, son enfrentados por fe: «Padre confío en ti».

Pero no es una fe sin un objeto… es una fe que tiene como objeto al Autor y Consumador de ella: Cristo Jesús y Su obra.

Sin embargo, la fe debe apoyarse de un fundamento seguro, sino andaremos creyendo y confiando en quién no es y en lo que no es. O, andaremos confiando que las experiencias y emociones tienen la última palabra sobre quién es Dios para con nosotras. Aunque no negamos lo que sentimos mucho menos en tiempos de dolor, la verdad segura, inmutable y firme de Dios es el puerto seguro donde nuestra alma puede anclar. La fe no es un salto en la oscuridad; es un salto de la luz a la luz. La fe es una convicción que lleva a la acción sobre la base de la evidencia, y la única evidencia suficiente es lo que Dios ha hecho, objetivamente, históricamente en la Persona de Cristo Jesús.

Por eso, el salmo se detiene tan bruscamente en el versículo 10 para decir: — ¡Ah ya entendí! — No saca una conclusión de lo que experimenta, sino que demuestra una solución: la mente llena de recuerdos y pensamientos de las obras de nuestro Señor en los grandes hechos de la salvación. ¡Esta es una base segura para experimentar descanso, agradecimiento, reposo, esperanza, consuelo y libertad, porque la verdad nos hace libres (Jn. 8:32).

No concluye como un argumento, sino que este salmo afirma una verdad, declara lo que estaba dejando de acordarse, lo que es inamovible: Dios y Sus obras, que Dios es el mismo de ayer, de hoy y de siempre; por eso nos salvó, y sigue salvando a través de Él mismo. La verdadera victoria en nuestro sufrimiento se sostiene de quién es Dios. Probablemente, no te resuelva la circunstancia que está causando la tristeza o el dolor, pero seguramente te dará las fuerzas para enfrentarla.

Cuando la verdad de Dios acapara nuestras mentes, tenemos esperanza segura. Asaf deseaba ver a Dios actuar como Él lo había hecho antes, pero aprendió que esas obras de Dios aún eran efectivas para su fe, porque el carácter de Dios no cambia. Así, su dolor acerca de sentirse abandonado por Dios, se curó.

Hoy nosotras podemos vivir en un sistema de prevención todo el tiempo. Llenando nuestras mentes y corazones de la Palabra de Dios. La obra de salvación sigue siendo efectiva para nosotras en nuestro día a día, porque Dios no cambia. Cristo es nuestro pastor, por medio de Él conocemos al Padre; ya no somos evaporadas por la ira de Dios, ni somos rechazadas por su aparente silencio. Cristo nos ha reconciliado con Dios y esa reconciliación tiene implicaciones maravillosas cada día. Ya no vivimos con culpa, ya Dios no está lejano, estamos anuentes que le pertenecemos a Dios y por lo tanto, aunque las circunstancias sean difíciles, estamos seguras en Él.

Nuestra identidad no nos será arrebatada. Nadie nos puede separar del amor de Dios, nuestra herencia eterna es segura. Somos más amadas de lo que podemos imaginar y somos perdonadas por la gracia que es nuestra fortaleza en medio de nuestra debilidad. ¡Dios es maravilloso! Él ha provisto lo que necesitamos, ahora nos toca poner nuestra mente en las cosas de arriba de donde viene nuestra ayuda y en donde está nuestro tesoro.

Conclusión

Para terminar, querida amiga, en los momentos de sufrimiento, en los momentos que las almohadas están tan mojadas por tus lágrimas, y tus cabellos despeinados por la desesperación, medita en este salmo. Medita que aquello que te causaría el más grande dolor (estar alejada de Dios) ya fue resuelto por Él. Medita en la salvación tan grande que Él ha hecho, esto significa recordar que Él es fiel y maravilloso en esto. te recuerda cuánto te ama: «El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?», Romanos 8:32. ¿Qué cosas? Sus promesas benditas.

Acuérdate de quién es Él, quien te compró cuando no lo merecías, quizás usó alguna experiencia, pero lo que Él te reveló y entregó fue Su Palabra, Su Verdad. ¿Encuentras consuelo en estas verdades de quién es Dios y Sus obras? Así nosotras, hoy en Cristo, encontramos consuelo en la obra de Cristo, como Dios, Creador y Salvador. Conoce más a tu Dios en la Biblia… esto es lo que nos empujamos en comunidad hacer todos los días, porque Jesús dijo que en este mundo tendríamos aflicción, pero que confiemos (fe) porque Él ha vencido este mundo (Jn. 16:33).

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