Autohack.

Santiago Siri
Hacker Sapiens.
3 min readOct 25, 2014

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A la información se la puede definir como datos que son observados. Sujetos a ser interpretados o procesados para modificar una estructura que almacena conocimiento como tu mente en este instante o el soporte que contenga a estos literarios bits. No hay información sin observador.

Siempre me intrigaron los postulados cuánticos de la ciencia dado que sus fundamentos invitan a repensar drásticamente el rol que juega el observador en el universo que nos fue dado. Y eso que observa, hasta donde sabemos empíricamente los que estamos vivos, es la conciencia. El triunfo de la cuántica fue acercarnos a las puertas de la percepción y dotarnos de un lenguaje posible para descifrar su funcionamiento (y quizás hasta encontrar su llave).

Toda tecnología de la información es entonces una extensión del lenguaje. Una herramienta que profundiza el puente entre nuestras conciencias acorde a su complejidad. Y dada la inminente limitación en la miniaturización del transistor, la promesa de mantener vivo el fuego informático yace en la posibilidad de construir computadoras cuánticas.

La particularidad de estas máquinas es que no funcionan bajo una lógica binaria donde ceros y unos (ausencias y presencias) son masticados a la velocidad de la luz. Sino que estas se basan en una lógica de multiples estados. Los qubits (quantum bits) pueden ser 0, 1 y además tomar infinitos estados posibles basados en la superposición cuántica de los estados 0 y 1. Una lógica que permite operaciones inconcebibles en una computadora binaria.

Curiosamente el acto de observar también acontece bajo estados que, al igual que la superposición cuántica, no hay posibilidad de obtener un registro definido (grabarlos en una memoria). A grandes rasgos, se puede desglosar la mirada consciente de la siguiente manera:

  1. La vigilia, donde nuestra atención hacía la información es plena y podemos incluso registrar bajo alguna forma de memoria lo que acontece. Este contexto es usualmente llamado realidad. (Un qubit en estado 1).
  2. El dormir, donde entramos en una dimensión sin tiempo ni espacio. La no-observación o inconsciencia. Conjunto vacío. (Un qubit en estado 0).
  3. El sueño donde dentro de la oscuridad de la inconsciencia, podemos tener una experiencia de observación, pero esta es imposible de registrar bajo un soporte físico. No hay memoria que extienda lo que nuestra mente recuerda. (Un qubit en el rango del estado 1 superpuesto con el estado 0).
  4. Y finalmente imaginar, donde bajo el contexto de la realidad somos capaces de generar imágenes mentales ajenas a lo que estamos observando. (Un qubit en el rango del estado 0 superpuesto con el estado 1).

Sobre estos ejes se mueve nuestra capacidad de observar y de observarnos. El racionalismo contemporáneo anula toda consideración por los estados que escapan a lo que consideramos realidad. Pero es innegable que la distribución de nuestras sensaciones a lo largo de la vida se dan, de un modo muy equitativo, bajo estos simple cuatro escenarios.

Afortunadamente Dios sería un programador open source. Si revisamos el código que nos constituye, tal vez sea ese el mejor software que podamos encontrar para correr en nuestros sueños cuánticos: Adenina, Citosina, Guamina y Timina quizás sean los qubits que cifran el ADN. Nuestra genética se expresa en un sistema tetranario (consistiendo de cuatro estados en lugar del binario tradicional), siendo una estructura considerablemente más computable por máquinas cuánticas antes que las tradicionales. Aunque quizás, estas máquinas — aún teóricas en gran medida — siempre existieron en la naturaleza. Alcanza con que las imaginemos.

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