Una mirada analógica [FACEBOOK LOOKBACK]

Gabriela Galilea
Hallucina
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3 min readFeb 6, 2014

Si en los últimos dos días has visto centenares de películas Facebook Lookbacks en los perfiles de tus amigos, no es un virus.

Se trata de una acción de Facebook por su aniversario número 10. El equipo de Facebook mediante algoritmos y una fantástica edición ha logrado compilar en un video de 1 minuto las publicaciones con mayor cantidad de me gusta de tu perfil, además de la fecha en la que te has unido a la red social y otras fotos y estados populares que has compartido. Todo con un emotivo soundtrack y con títulos en blanco. Nada más hace falta que vayas hasta este link y veas el lindo documental que Facebook ha realizado de tu vida en su plataforma.

“El tema es que yo no quiero mirar atrás”, fue el primer pensamiento que irrumpió mi siempre agitada cabecita cuando vi las películas de un centenar de amigos y amigas. No pude evitar pensar en esas fotos y esos momentos que no tengo ganas de recordar o simplemente no son muy halagadores dos años después.

Y como Facebook se convirtió en mayor o menor medida en una especie de agenda Pascualina (agenda-diario adolescente) virtual de muchos de nosotros, indefectiblemente iban a estar ahí, en mi tierna película de música emotiva y títulos en blanco. No hay posibilidad de que suceda, le dijo el diablito de mi cabeza al angelito…

En realidad, si hay algun momento que quieras quitar u otro que quieras agregar, Facebook te da la posibilidad de hacerlo. La primera pregunta que surgió entonces fue: ¿uno puede editar su película y poner sólo las fotos, estados y momentos que lo dejen bien parado?.

La irresistible necesidad de editar, sacar lo feo, dejar lo lindo, mejorarlo un poco y voilá, mostrárselo al mundo.

¿No es acaso esto lo que hacemos todos los días?. Subimos solo nuestras fotos más “felices” (lo pongo entre comillas porque el concepto de felicidad es muy relativo). Ni se te ocurra subir una foto triste, o despeinada, o con ojeras. NO! a la gente no le gusta ver cosas “feas”. Y además tu caché virtual baja.

Esta pregunta disparó un montón de nuevos cuestionamientos, mucho más existenciales por supuesto: ¿acaso la tristeza no es parte de la vida? ¿podemos vivir así, editando los momentos tristes, las fotos en las que no parecemos estrellas de cine o los momentos incómodos?¿y qué pasa con el que no tiene un cuerpo espectacular o viajes y cenas esplendorosas que mostrar?.

Porque para colmo de todo apareció Instagram, el maravilloso filtro que nos convierte en fotógrafos y modelos. Esto si que nos solucionó bastante la existencia. Cualquier charco de la esquina de tu casa se parece al lago Titicaca y siempre podemos lucir un poco (bastante) más esplendidas de lo que somos.

Y con la aparición de san Instagram, miramos la vida desde un nuevo punto de vista: el selfie. TODO, absolutamente todo lo vemos desde nuestros ojos para abajo, incluso cada parte de nuestro cuerpo. Así aparecen piernas, pies, comida, pedazos de paisaje y piernas, pedazos de piscinas y cerveza, alcohol, copas, anillos, animales, bebés, libros y todo tipo de objetos que nos hagan parecer cool. Una nueva versión de “naturaleza muerta” social que antes veíamos en lienzos colgados en nuestra pared.

¿Qué tipo de existencia es esta que tenemos online, donde podemos emitir una fotonovela de nuestras vidas que no deja de ser mas que una versión “políticamente correcta” de la misma?.

Yo, que me asumo un ser que no tiene miedo de la existencia digital, necesité volver a mi estado analógico para planteármelo nuevamente.

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