El candidato ideal.

En la víspera de las elecciones, reina la indecisión.

ZarlieV
Hecho en Costa Rica

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Costa Rica se aproxima a las elecciones más interesantes de las que tengo memoria. Nunca el país había estado tan divido entre tantos frentes: 13 candidatos luchan por atraer votantes; de ellos, 5 dominan las encuestas y 3 se han mantenido en una férrea batalla por el primer lugar.

Ese abanico de candidatos no es coincidencia.

Si son como yo, probablemente hayan experimentado -en algún momento- la sensación de que ningún candidato o partido político les representa. Esta sensación se plasma en los altos niveles de abstencionismo, que se han mantenido por encima del 30% desde el año 1998.

Quienes viven en (¿de?) la política, han captado el mensaje y se han lanzado a la ofensiva.

El problema de elegir.

Tener opciones para escoger, siempre es bueno. A pesar de que una lista grande de alternativas suele ser retadora, indudablemente es mejor que vivir en la dicotomía de antaño (no eran exactamente dos partidos pero entienden mi punto).

El problema reside en el reto que supone estudiar los candidatos disponibles, sus planes para el país, su hoja de vida y su equipo de trabajo. Es claro que podemos caer en la tentación de descartar, ad portas, a algún candidato; sin embargo, el votante consciente debe evitar esta conducta e informarse antes de decidir (caben excepciones, claro está).

Una vez reducida la lista, inevitablemente enfrentaremos uno de los problema básicos de la economía, que me gusta extrapolar a cada aspecto de mi vida: el costo de oportunidad.

La falacia del candidato ideal.

Cada elección esta inminentemente ligada al costo de oportunidad. Siempre estaremos sacrificando algo por otra cosa (vago, yo sé, aunque creo que se justifica en este caso). Una votación presidencial, no está excluída.

A pocos días de las elecciones, un número grande de electores aún no sabe por quién votar. Suficientemente grande para darle el gane a cualquier candidato o, inclusive, catapular a alguno de los minoritarios a las grandes ligas.

Personalmente, creo que gran parte de mis compatriotas están esperando por el candidato ideal. Tal vez lo creo porque también me he sentido así. En cada candidato que ha llamado mi atención, encuentro puntos que me empujan a reconsiderar mi voto.

Es hora de despertar.

No vamos a encontrar una persona que satisfaga absolutamente todos los requisitos de nuestra lista. No, eso nunca pasa en la vida real. Debemos hacer frente a nuestra decisión, aceptar que algunos puntos deberán ser sacrificados y escoger.

Resulta indispensable actuar con objetividad y madurez. No es sencillo pero es necesario. Afortunadamente, la información abunda en esta época y tenemos incluso herramientas que pueden ayudar a decidir (obviamente, esto no reemplaza el proceso meditativo pero puede ser útil como adicional).

El peligro que enfrentamos.

Ante esta incertidumbre, no son pocos los que se suscriben a la tesis del voto útil. Es decir, votar por aquél candidato que puede ser considerado el “menos malo” (no confundir con Luis Fishman) y que tiene capacidad de derrotar al candidato que no se quiere en el poder.

En teoría, este tipo de conducta da resultados; sin embargo, no son los que se esperan. Ejercer el voto es un privilegio que debe asumirse con responsabilidad y orgullo. Yo, con mi voto, envío a cada político el mensaje de lo que quiero ver para mi país y su futuro.

Así pues, el deber cívico es votar por quien se cree apto para gobernar. Por quien mejor representa mis ideales. No por un candidato perfecto, sino por aquél que se considere preparado y apto para ejercer tan importante papel.

La inevitable inmediatez.

Ha llegado el momento de dejar de lado prejuicios y fantasías para decidir qué camino consideramos mejor. Parte de la vida se trata de negociación y compromisos. Es una realidad ineludible.

Mi consejo es votar con convicción. Aprovechar el poco tiempo que queda para tomar una decisión que nos permita estar en calma, sabiendo que -si bien no conseguiremos todo lo que queremos- la elección nos satisface.

No lo dude: vote. Sopese sus alternativas. Estoy seguro de que encontrará una que le satisfaga.

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