Observando las formas

José Gutiérrez Poley
Hechos e ideas
Published in
4 min readOct 10, 2018

--

Cuando camino por mi primer mundo, ese vasto y alambicado mundo interno, en modo vigilia, tras ponerle cara, color, y memoria a la vida, inevitablemente me encuentro con el denostado yo, el ego, el centro, el censor, ese fragmento del pensamiento del que digo ser yo mismo, tú le puedes llamar como quieras, lo puedes amar u odiar, te puedes identificar con él, lo puedes engordar o matarlo de hambre, pero está. Creo que es hora de hacer las paces con él. La lluvia no tendría sentido sin abrazar todas las minúsculas gotas de agua que la forman.

Fruto de mi relación con el mundo, con los demás, con la memoria y sus etiquetas, experimento la floración, como las margaritas en el campo, de emociones, de pensamientos, de ideas,…, son “mis formas íntimas de ser en el mundo”, son tan mías como las nubes del cielo. Están ahí, en el aquí y en el ahora, como el majestuoso olivo con sus exultantes hojas como peces plateados.

Rechazar, ningunear, resistir el ego es como querer anular el sol o la luna, está ahí, ocupa su lugar, forma parte de mi mundo, lo observo como una forma más en el espacio de conciencia. Aunque el ego es especialmente ruidoso, aceptarlo y comprenderlo es lo que “me pide ser”, y quiero ser cortés, y como todas las formas u objetos en el silencio del espacio de conciencia nace, hace ruido y desaparece. El ego con cada disgusto, con cada debería de…, con cada tendría que…, con cada me gustaría que…, con cada dolor o sufrimiento, te pide un abrazo de comprensión. Abrázalo, pero no como un gesto de autocompasión, sino de comprensión, dile “te comprendo”, sé quién eres, y fúndete con él en un fuerte y amoroso abrazo. El amor ama y abraza, comprende y sana todas las formas de ser en el mundo. Con cada acto de comprensión tu mundo cambia, y el mundo cambia.

Tú, también ahora conmigo, observa florecer la rabia, la ira, la tristeza, el deseo, los miedos y las preocupaciones, todas son hijas del yo, del pensamiento. Como cualquier flor, llegado a un punto máximo de esplendor, se marchitan y desaparecen. Déjalos florecer. Observa sin elección. Déjalos marchar.

Una forma de abrazar explícitamente todas las formas de ser, es situar en cada dedo de tu mano un fragmento de tu yo. En el dedo meñique puedes colocar la rabia, la ira, el odio; en el dedo anular puedes situar la tristeza, el dolor, el sufrimiento, la pena; en el dedo corazón sitúa tus miedos y terrores que te atenazan; en el dedo índice el deseo que te quema y en el dedo gordo, en el pulgar, las preocupaciones que te inundan. En el centro de la palma de tu mano sitúa el yo, al ego, el origen de todas sus manifestaciones.

Durante uno o dos minutos, o el tiempo que quieras o necesites, observa sin juzgar, y abraza con tu otra mano y acaricia con ternura cada dedo y todo lo que acuda a tu mente en referencia o evocación de cada tema: ira, tristeza, miedo, deseo, preocupaciones. Observa sin separación, sin censura, sin censor, sin elección, sin medir, comprende lo que es. Compréndelo, abrázalo y déjalo salir. Al acabar, pulsa el centro de la palma de tu mano con el pulgar de tu otra mano abrazando al yo con un suave masaje durante uno o dos minutos o el tiempo que creas oportuno, desde el vacio de la mente pregúntate ¿dónde está el pensamiento? ¿Dónde está el yo? Luego pasa a hacer lo mismo en la otra mano.

Se trata, como puedes imaginar, de una mezcla de un intento de autoconocimiento, meditación, psicología del abrazo y digitopuntura; tú puedes hacerlo de cualquier otra forma, no hay caminos, cada cual hace su camino. Lo importante es conocerse.

Observa, en definitiva, todas las formas de ser que florecen en tu conciencia sin juzgarlas, sin opción, son, como quien mira un bello paisaje, y siente la alegría de ser del espacio de conciencia donde tiene lugar todas las manifestaciones, en el vacío de tu ser, brota la creación y la nada, donde todo nace y todo muere, renace y desaparece.

Un fuerte y cariñoso abrazo.

--

--

José Gutiérrez Poley
Hechos e ideas

A lo sumo soy consciencia, presencia de risas y de llantos, testigo de lo que es, de un ahora infinito de alegrías y de desencantos. Yo soy, sólo sé que soy