fogata y arcoíris

Walter Giu
Walter Giu
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2 min readFeb 17, 2015

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Tiene la gracia de parecer de otra tierra, de otro mundo, con una historia distinta, más compleja, más elaborada que otras. Tiene contenido. Tiene ese sueño en la mirada; un sueño distinto al suyo, pero qué más da. Ambos, radicales, se niegan a la vida que muchos aspiran. Ambicionan una trama distinta

Nos juntamos en casa siempre que podemos, a la hora que se nos antoja. Yo acostumbro a llamarla de madrugada y ella no tarda ni medio segundo en teletransportarse sobre mi cama. Y aunque nos debemos el uno al otro, tenemos en claro el concepto de soledad. Ella sabe muy bien cuánto disfruto de su ausencia: casi lo mismo que estar con ella

A veces se despiertan cuando está cayendo el sol y para aprovechar los últimos rayos que entran por la ventana, salpican sobre el aire algunas gotas de Sauvignon Blanc hasta que la descomposición de una frecuencia de luz reflecta en azorado arcoíris. Borrachos de alegría se recuestan nuevamente —a veces sobre el verde, a veces sobre el índigo— y hacen un picnic de media tarde con sus cuerpos

Y nuevamente la soledad; larga y distendida soledad; invalorable y provechosa soledad hasta que la madrugada me sorprende al final de alguna oración exagerada en puntos y comas, desdoblado en primera y tercera persona, hambriento y sin musas para conversar. La invoco encendiendo una fogata en el balcón

Su sonrisa se materializa sobre mis sábanas, luego aparecen sus ojos, luego su cuerpo desnudo, luego las frutillas y el chantilly. Por último su cartera repleta de excesos

Noctámbulo por elección, suele quedarse despierto mientras ella duerme sobre el sofá. Aislado en renovado silencio recarga sus fuerzas. Se encorva sobre el teclado y observándola de reojo comienza a narrar sus sueños, que son distintos a los suyos, pero qué más da.

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