Cuerpo

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hierbamala
Published in
2 min readJan 21, 2020

Mi terapeuta me pregunta, últimamente, dónde siento las cosas. Resulta que no tengo idea de dónde se ubican mis sentimientos en mi cuerpo. Resulta que casi nadie sabe dónde. Sin embargo, también resulta que esa pregunta no es nueva, solo que la psicología ha comenzado a preguntarla más últimamente.

Me cuesta ubicar mis sentimientos en mi cuerpo. Por ejemplo, la rabia. Esa me es incluso difícil ubicarla en mi mente; entonces, intento ubicarla antes en mi cuerpo. Creo que mi terapeuta cree que esto puede ser útil para mí.

Me doy cuenta de que -cuando no se trata de mis sentimientos- me obsesiono con lo que le pasa a mi cuerpo. Como he dicho antes, casi no me ha pasado nada. No me he roto nada, casi no meenfermo, ni me salen caries. Mis dolores corporales son pocos. Si hago ejercicio, me duele. Si duermo mal, me duele. Si me estreso, me duele. Sé cuánto sudo y dónde. Sé en mis tobillos o en la planta de mis pies cuándo es que he utilizado tacos por muchos tiempo. Sé cuándo me va a salir un ursuelo. Puedo sentir en mis senos cuándo me va a venir la regla.

Ahora mismo no siento dolor, aunque siempre deseo que alguien venga y descontracture la espalda. Ahora mismo lo que siento es humedad entre mis piernas. Se trata de una humedad caliente encima de una toalla higiénica, atrapada entre la parte interior de los muslos que juntos cuando cruzo las piernas. Es tan palpable y tan fácil de sentir. Pero siempre temo su extensión. Ahora mismo sentir aquello me da miedo. Miedo de que la humedad haya recorrido un camino más extenso y -sentada aún aquí, escribiendo- me haya manchado la ropa interior, el camisón y la bata -y la silla-, justo en el medio de mis dos nalgas.

Acaba de hervir el agua en la que está mi copa. Luego de catorce años, ya no soy mejor amiga de la mejor amiga que me enseñó a usarla. Pero este conocimiento es mío. Ahora mismo me pararé y descubriré el daño.

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