Just do it (6 de junio de 2019)

Ana Muñoz
hierbamala
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4 min readJun 10, 2019

A Natalia le gustaría saber si su llegada al mundo tuvo algo de especial. Ni ella ni yo recordamos nuestros nacimientos, claro. En el año del mío habían pasado trece desde el final de la dictadura, faltaba uno para derribar el muro de Berlín y una marca de zapatillas lanzaba un eslogan que nos persuadía de que todo era posible con la fuerza de la voluntad. Just Do It. Solo hazlo. Los de mi generación crecimos en la fantasía de que este era el mejor de los mundos posibles, de modo que todo –una casa en propiedad, los brazos de un hombre bueno, la respuesta a las preguntas difíciles– llegaría sin demasiado esfuerzo. Solo había que desearlo. Trabajaríamos menos que nuestros padres. El mío, quien no terminó el colegio, nos alentaba a aprender idiomas. Los idiomas eran el futuro y nosotros andábamos dormidos, anestesiados por el confort. Yo y varios de mis compañeros de clase fuimos los primeros de la familia en ir a la universidad, porque nos podíamos permitir no trabajar o trabajar poco. Así que debí de imaginar a mi yo adulto encajando en este ambiente de optimismo, solo que no lo recuerdo. Quizá mi privilegio fue no tener que pensar harto en un porvenir que desde lejos parecía iluminado, pero qué futuro no se mira con la alegría de los ingenuos. En cualquier caso, estoy segura de que nunca pensé en convertirme en una mujer menopáusica a los 31 años.

A las 8.55 de la mañana, el hospital Erasme huele a croissant caliente. La visita a hospitales y clínicas en el extranjero es, hoy, un hábito y un viaje. Quiero decir que he visitado algunos y que todos se parecen, pero no exactamente. Creemos que hablamos de la misma cosa cuando decimos “olor a hospital” pero, según yo, no hay dos hospitales que huelan igual. Decir lo contrario es ser el turista que cree que conoce un país porque tomó fotografías desde la ventanilla del avión. En los vuelos transatlánticos, siempre elijo el pasillo.

Un médico joven con una mochila al hombro –deduzco que es médico por la bata y la actitud– lleva un croissant en una bolsa de papel, como las que usan en las panaderías y también en las farmacias. Antes de salir de casa he leído mis cartas, las cartas del tarot, pero no decían nada sobre comer croissants. Debo cuidar mi peso. Les he preguntado cómo me iría el día, el día de mi primera inyección de Zoladex.

Para que la relación con tu médico funcione, se debe recrear una intimidad aséptica. Sin embargo, hablar de la salud de una en otro idioma o en otro acento obliga a tomarse menos en serio. Mientras tu médico te explica con palabras desconocidas que tal o tal síntoma corresponde a tal o tal diagnóstico, puedes tratar de descifrar, sin que se note, la gravedad del asunto por el gesto. Unos labios fruncidos o una frente arrugada pueden ser fatales. Me pareció muy divertido y, de hecho, todavía lo recuerdo, que mi ginecóloga en Chile llamara pechugas a los pechos. También hay momentos para la tragedia. Por ejemplo, hoy debía traer un papel, pero no comprendí las instrucciones y el papel está en casa. Quiero explicarle a la mujer detrás del mostrador que no soy despistada, que en realidad soy muy responsable, que la frontera idiomática se interpuso entre yo y el papel, pero cuando busco las palabras en francés para lo que diría en español, solo encuentro uno o dos vagos reemplazos. Veo venir el caos y los sudores fríos. Así que miento y digo que no sé nada.

Zoladex, mi primer pinchazo en francés, me decepciona. Como enfermos lo único que reclamamos como nuestro es el derecho a la queja, pero si el tratamiento toma menos que el picotazo de un insecto pequeño, sentimos que se ha cometido una injusticia. Peor: nos vamos del hospital sin nada que contar. En las salas de espera de ginecología, las no-embarazadas resultamos sospechosas.

Lo que no quiere decir que no esté de los nervios. En el metro, busco en mi móvil qué me acaban de inyectar. Encuentro una traducción algo confusa:

Nombre comercial: Zoladex®

Nombre genérico: goserelin

Goserelin es una forma artificial de una hormona que regula muchos procesos en el cuerpo. Goserelin sobreestimula la producción propia del cuerpo de ciertas hormonas, lo cual causa que la producción se pare temporeramente.

Mientras sus niveles hormonales se ajustan a goserelin, usted puede notar síntomas aumentados o nuevos síntomas de su condición. Dígale a su médico si sus síntomas no mejoran después de varias semanas de utilizar goserelin.

Durante al menos 48 horas después de recibir una dosis, evite que sus fluidos corporales entren en contacto con sus manos u otras superficies. Los pacientes o quienes los cuidan deben usar guantes de goma mientras limpien fluidos corporales, desechen la basura contaminada o laven ropa o cambien pañales. Lávese las manos antes y después de haberse quitarse los guantes. Lave la ropa contaminada y la ropa de cama separada de las demás prendas.

Goserelin puede disminuir la densidad mineral ósea, lo cual puede aumentar su riesgo de desarrollar osteoporosis. Hable con su médico acerca de sus riesgos personales de pérdida del hueso.

El mareo y las náuseas me impiden continuar la lectura. Sin embargo, me interesa especialmente conocer los efectos en el ánimo. Lo cierto es que lo que más me inquieta sobre esta menopausia inducida es la gestión de mis emociones. Pero no encuentro ninguna respuesta satisfactoria. Y eso me pone de mal humor. O tal vez el zoladex ya se deja sentir.

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