pfc: Un lugar para la infancia
Historia de un PFC. El principio
“No sé por qué lo hice así pero lo que sí sé es que no me disgusta haberlo hecho.”
“Sospecho que el espacio, en realidad, no forma parte de nuestras preocupaciones vitales. Es el tiempo, que se derrama y se escapa entre los dedos, cuando intentamos atraparlo.”
Tomo prestadas estas dos frases, sin citar autor, porque no hace falta. Empiezo con ellas ya que antes, o durante el desarrollo de este proyecto, se me han aparecido entre muchas otras palabras, pero éstas se han quedado grabadas. Y las escribo de memoria, porque me he obligado a aprehenderlas. Las dos frases, enigmáticas, hablan para mí de lo mismo. Hablan del tiempo y del olvido y del cambio; de nosotros mismos, y de ellos, porque eso es la arquitectura. Me han obsesionado durante meses, y me las he repetido hasta convencerme de que tenía que empezar así.
Este proyecto que me propongo explicar no es lo que tengo hoy; el proyecto es todo lo que he ido teniendo desde que lo empecé, lo que tenía antes de empezarlo, y lo que tendré después de acabarlo. Lo que tengo hoy, es lo que tengo, y eso no lo quiero contar.
Alejandro dice que no sabe por qué lo hizo así, y es comprensible, porque ya no es la misma persona cuándo se lo pregunta. Luis dice que es el tiempo, la transformación. Sospecho, como él, que no se refiere únicamente al tiempo de la obra terminada, sino al propio tiempo, que nos sorprende obsesionados con ciertas cosas que se derraman inevitablemente en el proyecto. Decía Emilio, su compañero de viaje, en una conferencia, que estaban obsesionados con cierta cosa, que no les dejaron hacer, y que en el siguiente proyecto “lo calzaron”. Es verdad, y creo que está bien que sea así, porque subraya nuestra condición de humanos.
Yo ya no soy, tampoco, la misma persona que empezó este proyecto, y tampoco sé exactamente por qué lo hice así, aunque por suerte aún me acuerdo. Seguramente lo hice así porque estaba obsesionado con un libro de Aldo van Eyck, y otro que se llama “Escritos, Conferencias, y Conversaciones”, todos sabemos de quién. Y seguramente lo hice así porque hace varios años había estado obsesionado con “habitar”, después con “únicamente lo necesario”, y después con Jean Prouvé. El proyecto es así por muchas más razones que las del propio enunciado, no sale en una tarde, y se dibuja, y no se puede acelerar, porque lleva su propio ritmo, hasta que se entrega, siempre a medio terminar. El proyecto no son unos planos, ni una obra acabada, eso es el “edificio”; sino un trabajo intermitente desde septiembre, y toda la información que se ha desarrollado en ese tiempo; del mismo modo que forman parte del proyecto todas las preguntas que quedan sin respuesta, que son muchas.
Dicho esto, voy a intentar explicar el proyecto como lo he ido haciendo, desde el principio hasta el final, y eso no quiere decir desde el emplazamiento hasta el detalle, eso es otra cosa. Voy a desnudar el proyecto, para que quede expuesto por completo. Más que una memoria, esto es una historia. Una historia del proyecto. Curiosamente, el proyecto empieza con un aula, y un dibujo en un papel amarillento. Con un mapa, como empiezan todas las buenas historias.
Información relacionada: Enunciado del proyecto
Aviso: Esta historia se escribió durante 9 meses, y he intentado no borrar ninguna de las palabras, aunque de algunas me sienta avergonzado. Fueron palabras escritas fundamentalmente para mi, porque me ayudaba, y en algunos lugares puede que sean desafortunadas.
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