Sueño 12: Hacia el mar

El camino a ese mar que iba a teñirse de negro era estrecho, comparado con todos los accesos al mar que conoce. No era una de esas playas abiertas que se extienden infinitamente a un lado y al otro. El mar también tenía limites. En su recuerdo era un mar alborotado que se revolvía entre dos paredes, pero ella sólo podía ver la de la izquierda.

El ambiente deprimía. Estaba gris. La tarde estaba cayendo y aunque no tenía registro anterior a este momento, podría asegurar que el sol no había asomado sobre esta playa en ningún momento del día. Y apenas termina de reparar en este ambiente gris… sale volando desde un interior.

En el fondo de su sueño hay una construcción de cemento, parece precaria pero es sólida. No tiene puertas ni ventanas, sólo tiene aberturas.

Despliega con furia sus pesadas y enormes alas y sobrevuela el mar a gran velocidad, hacia el único horizonte visible. Casi como si no le importara, deja caer unas bombas de alguna sustancia negra (¿petróleo?) y tiene la sensación de que el mar empieza a teñirse de a poco, volviéndose un extenso líquido oscuro y espeso.

En su sueño el mar sigue igual. En cambio, ve a estas criaturas.

Unas criaturas espantosas aparecen también desde el fondo. No vuelan como ella. Van rodando por el piso, no tienen brazos ni piernas. Son seres maliciosos y deformes que se dirigen al mar con su mismo fin, teñirlo de negro.

Parecen seres que querían ser personas pero no llegaron a serlo.

Esta historia forma parte de la serie Historias de Danela, una antología de sueños concebida entre temores y terrores nocturnos.