El día de la Pachamama (II)

Marc Busqué
Historias del mundo
3 min readOct 9, 2017

Son poco más de las seis de la mañana y ya está todo listo. El intenso frío incluso lo es más por el recuerdo de los inusuales 20 grados bajo cero de hace apenas una semana, cuando las cañerías se helaron y hubo que ir arriba y abajo con cubos llenos de agua de la acequia. La familia, los padres y los tres hijos -de 4, 13 y 17 años de edad- han salido de casa para empezar la celebración. Tan sólo falta Lucia*, la hija mayor, que no pudo venir porqué ahora vive en Salta donde estudia en la Universidad. Van todos tan tapados que apenas dejan ver sus ojos.

Aún no han iniciado las ofrendas pero ya están cansados. Sobretodo los padres, quienes no deben pegar ojo la noche anterior al día de la Pachamama. De todas formas no queda mucho tiempo para dormir esa noche, pues hay mucho que cocinarle a la Pacha para que esté bien contenta. Tamales, mote, la chicha etc. También parte de la carne de las dos cabras que fueron sacrificadas hace pocos días, las cuales serán alimento de la familia durante casi todo un año.

La noche ha sido larga cocinando las ofrendas para la Pachamama. Ilustración por Anna Llopis.

Como cada 1 de agosto, repetirán la ceremonia en tres lugares significativos. La primera de ellas tendrá lugar ahí donde nace el agua que llega a la acequia, la cual les da de beber y riega sus campos de conreo. Luego, se hará en el corral donde ya están encerrados los toros que han alquilado para la inminente siembra. Por último, se repetirá en el patio de la casa, el lugar donde viven juntos. Después de realizar las ofrendas en cada lugar, regresaran a casa para buscar más comida y bebida, pues no se debe escatimar para la Pacha y cada vez se termina todo lo que se le lleva.

Por fin se ponen en marcha. Las aguas nacen 1 kilómetro más allá, siguiendo el arroyo que en esta época está casi seco. Hay que salir en fila de uno. El primero, el padre, lleva un plato de metal sujeto por una asa en el cual se quema coa, un yuyo o arbusto de la zona. Atrás van los platos de comida y por último las bebidas. Las normas dicen que una vez se sale ya no se puede regresar pero Máximo, el hijo mayor, parece que se olvidó algo y regresa corriendo sobre sus pasos. Sus padres prefieren no mirar atrás y seguir adelante, ya se sabe que no vale la pena discutir con la juventud.

La familia se dirige hacia el primer lugar elegido para la celebración.

*Los nombres son ficticios y las edades aproximadas por privacidad.

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