Las hormigas de Rosario

Marc Busqué
Historias del mundo
3 min readOct 11, 2017

Existe una constante disputa entre los habitantes de Rosario y de Córdoba sobre cuál de las dos merece el título de segunda ciudad de Argentina, por detrás de la colosal e inalcanzable Buenos Aires. Sea cual sea la ganadora, es fácil darse cuenta que si la ciudad de los rosarinos opta a este honor tiene que ser por fuerza una ciudad vital, enérgica y de constante bullicio en sus calles más céntricas. Pero aquel transeúnte que sepa mantener una mirada observadora se dará cuenta de la existencia de unos curiosos habitantes en la ciudad: unas hormigas pintadas en las paredes y que se dejan ver aquí y allá en distintos rincones.

Hormiga frente al río Paraná

En el origen de las hormigas de Rosario se encuentra una historia esperanzadora con un final trágico. Esperanzadora porqué demuestra que existen personas buenas, no egoístas, que ponen el bien de los demás como objetivo de su propio comportamiento. Así cuentan que era Claudio PochoLepratti, un joven argentino que desarrolló una enorme labor social en las villas (los barrios de chabolas) de la ciudad.

De él dicen que era persona de pocas palabras pero bien elegidas. Siempre iba de un lugar a otro en una bicicleta con la intención de ayudar a los jóvenes marginados por la sociedad de consumo a encontrar un horizonte vital lejos de las armas y las drogas. De profunda fe cristiana, ingresó en el seminario en una modalidad que aceptaba los votos de pobreza y de castidad pero no el de obediencia. De él se salió cuando le dijeron que tenía que esperar antes de irse a vivir a las villas para poder ayudar en primera persona.

En diciembre de 2001, en la represión policial que siguió a la crisis del Corralito, Pocho Lepratti salió al tejado del comedor social en el que estaba trabajando y les gritó a la policía: ¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!. Una bala disparada por la escopeta de uno de los agentes le atravesó la traquea y lo mató.

Tema dedicado a Pocho Lepratti, El ángel de la bicicleta, como también se le llama. Del cantautor Leon Gieco.

Pero el mejor homenaje que se le puede dar a Pocho Lepratti no es hablar de él sino del mensaje que quería transmitir y que seguro que comparten miles de luchadores sociales anónimos. Dicen que siempre hablaba del poder de las hormigas en frente de los elefantes, de cómo un gran número de individualidades pequeñas e insignificantes pueden unirse y vencer al gigantesco sistema represor. Sabia que el cambio siempre empieza por uno mismo, dentro de la cabeza de uno mismo. De ahí, con un poco de suerte, pasa a la cabeza de la persona que esta al lado y poco a poco se va expandiendo como hormigas que salen de un hormiguero. No hay que esperar que aparezcan grandes líderes que de repente introduzcan grandes cambios en la sociedad, sino ser uno mismo lo que se quiere que sea la sociedad. Dedicar todos los esfuerzos a no sufrir amnesia de nuestra condición de hormigas, recordar que el individuo puede introducir cualquier cambio en la sociedad, ya que ésta no es más que un conjunto de personas.

Aunque no lo parezca, las hormigas lo tienen todo bajo control.
Documental Pochormiga de Manu Toons.

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