Los llanos de Mojos (I)

Marc Busqué
Historias del mundo
2 min readOct 8, 2017

El pasado mes de octubre tuve la oportunidad de conocer la tierra de Mojos, en el departamento boliviano del Beni, y la suerte de añadirla a la corta lista de lugares a los que se pertenece: aquellos que, en la medida que sea, influyen en la personalidad actual de cada uno. Evidentemente, los responsables de que ahora sea un poco mojeño son sus gentes y el hecho que durante un tiempo compartiera mi vida con ellos y con los paisajes que ven a diario. Ya que, al contrario de lo que a veces piense el nacionalismo, no creo que existan lugares mejores que otros sino experiencias que asociamos a determinados lugares físicos.

Los llanos de Mojos se encuentran en Bolivia pero poco tienen que ver con la imagen típica de colorido andino que muchos asociamos a ese país. De hecho, el 67% del territorio de Bolivia no está sustentado en las vertiginosas alturas de los Andes sino que reposa con los pies bien clavados en el suelo en una enorme y baja planície. Por ella corren un sinfín de caudales que tienen como destino alimentar al mayor monstruo de agua dulce de entre todos los ríos del mundo: el Amazonas.

Esta región tiene una extensión similar a la del Reino Unido, y cada verano, con las lluvias, se convierte en una de las mayores llanuras de inundación del mundo. Con una pendiente de tan sólo 9cm/Km, no es de extrañar que, con tanta agua caída del cielo por canalizar, los ríos se convierten en unos holgazanes: estiran sus brazos y se ensanchan, se echan a dormir en posición fetal y forman meandros.

No hay puentes que crucen el río Mamoré

Los mojeños viven mirando hacia el sur, de dónde vienen las aguas. El mayor río de Mojos es el Mamoré, que significa río madre en lengua nativa. Al norte, el Mamoré se junta con otros dos colosos, el Beni y el Iténez (o Guaporé para los brasileños), para formar el río Madeira, uno de los principales afluentes del Amazonas.

En Mojos no hay piedras. Tampoco hay montañas. Hace millones de años era un mar interior, encerrado por los infranqueables Andes y por el escudo precámbrico brasileño. Con toda la paciencia del mundo, este mar fue absorbiendo los sedimentos más pequeños que los ríos que a él desembocaban le dejaban (ya que los más grandes quedaban más arriba del curso) para formar una superficie plana sobre la que los actuales habitantes pisan seguros. Pero, si hemos dicho que los llanos de Mojos quedan totalmente inundados cada verano y que no hay montañas, ¿cómo puede ser que exista gente que pueda vivir ahí?

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