Los llanos de Mojos (III)

Marc Busqué
Historias del mundo
4 min readOct 9, 2017

Los llanos de Mojos han sido siempre una zona muy poco conocida debido a la falta de infraestructuras terrestres y a las inundaciones que sufre cada año. La aviación no llegó hasta la década de los 50, de la mano de compañías petroleras en busca de nuevos yacimientos que explotar. Un ingeniero texano de esa industria, Kenneth Lee, descubrió en 1957, durante un vuelo en avioneta desde Trinidad hacia más allá de San Ignacio, unos perfiles tan sólo visibles desde las alturas y que se cree que pueden ser los restos de campos de cultivo elevados. Impresionado, Kenneth Lee dejó la industria petrolera para dedicarse por completo al estudio de lo que, poco a poco, se fue revelando como posibles restos de una antigua civilización que habría girado en torno al agua. En mi opinión, Lee tomó la decisión más sabia de su vida al cambiar petroleo por agua.

Los estudios de Lee y de otros, como William Denevan o la ONG Centro de Estudios Amazónicos (CEA) (enlace con mucha información), parecen demostrar que los antiguos habitantes de Mojos habrían construido una gigantesca obra hídrica con el objetivo de transformar un entorno hostil en habitable, utilizando técnicas para transferir la fertilidad de las aguas al suelo. Con este fin, habrían movido toneladas de tierra para crear un sistema formado por varios elementos: lomas, campos de cultivo elevados, canales, lagunas y diques.

Existe un potencial de conocimiento enorme por descubrir en los yacimientos arqueológicos por descubrir en Mojos.

Es imposible entender cómo habría funcionado este complejo hídrico si no se considera en todo su conjunto y se establecen sus relaciones. Ya hemos visto la existencia de miles de lomas (60.000km2, según CEA) que quedan a salvo de las inundaciones anuales. Al igual que ahora, en estas lomas es dónde habrían habitado los antiguos pobladores, y así lo demuestran la gran cantidad de yacimientos arqueológicos que se encuentran en ellas. Durante mi estancia en Mojos, unas obras en una vivienda revelaron unas vasijas funerarias que escondían unos esqueletos. Por desgracia, los trabajadores de la obra las habían destrozado en busca de las míticas cantidades de oro que en Mojos se cree que acompañan estas tumbas.

Los campos de cultivo elevados que descubrió Lee se encuentran rodeados por un gran número de canales, los cuales habrían servido para almacenar agua para ellos y para hacer crecer el tarope, una increíble planta acuática la cual, gracias a su absorción de la materia orgánica, es capaz de mejorar en gran cantidad la producción de una cosecha.

Otros canales habrían sido utilizados como vía de comunicación. Estos presentan un trazado este-oeste perpendicular a la dirección sur-norte de la mayoría los ríos que cruzan los llanos de Mojos.

Las lagunas de Mojos son ahora lugares dónde pasar mejor el sofocante calor. En la imagen la laguna Isireri de San Ignacio.

Los canales podrían ser utilizados también para alimentar una de las obras más impresionantes de Mojos: los centenares de lagunas artificiales existentes, muchas de las cuales de forma rectangular, orientadas en dirección suroeste-noreste y de fondo poco profundo y uniforme. Al terminar la época húmeda, los alevines de los peces -que con las lluvias escapan del curso de los ríos y quedan esparcidos por la pampa a salvo de muchos de sus depredadores- se perderían entre el laberinto de canales para, en lugar de volver a hallar el río, encontrarse finalmente con estas lagunas que se convertirían en un valioso aporte de proteínas para el ser humano.

Imagen satélite en la que se puede comprobar la caprichosa forma de las lagunas de Mojos. Puedes desplazarte con el cursor sobre el mapa para ver muchos más casos.

Por último, miles de kilómetros de diques o terraplenes habrían servido como contención y conducción para manejar los cursos de las aguas y llevarlos a los centros de producción (es decir, los campos elevados y las lagunas).

Por lo tanto, estos estudios (y otros relacionados en otros lugares de sudamérica) desmentirían la teoría durante mucho tiempo aceptada de que las tierras amazónicas no podían haber sustentado a una gran cantidad de habitantes debido a que sus suelos compactos y pobres en nutrientes no son buenos para la agricultura. Se creía que las sociedades que los habitaron en tiempos remotos no podrían haber estado compuestas más que por cazadores-recolectores, pero estas pruebas (y otras relacionadas en otros lugares de Sudamérica) demostrarían la existencia de una sociedad con el alto grado de organización necesario para construir unas obras tan colosales.

En la próxima entrada veremos cómo esa civilización desapareció sin dejar casi ni rastro y cómo la llegada de los colonizadores cambió y destrozó el entorno y los modos de producción de los llanos de Mojos, influyendo aún en la actualidad en el carácter de los mojeños.

Completa entrevista con Josep Barba, presidente de la ONG Centro de Estudios Amazónicos.

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