Mucho chino en China (o el misterio del autobús en forma de tren) (I)

Marc Busqué
Historias del mundo
3 min readOct 12, 2017

China es grande. Eso todo el mundo lo sabe. Existen, pues, muchos chinos. Vaya obviedad. Ya lo sabía antes de visitar ese país, pero tan sólo poner el pie en él me dí cuenta que hasta ese momento no me habían entrado en la cabeza semejantes proporciones. En realidad, teniendo en cuenta que sólo he visitado un pedazito de China y que no he estado en su ciudad más poblada -Shanghai- ni tan sólo en la segunda -Beijing, seguro que aún no he llegado a asimilar los verdaderos números con los que tratamos.

Sí que he estado, en cambio, en la tercera ciudad más poblada de China: Guǎngzhōu, Cantón para los amigos. Esta ciudad tiene unos 13 millones de habitantes y, en sólo dos días que estuve ahí, me dio la impresión que ya los había visto a todos.

Las calles de Guǎngzhōu son una red de torrentes formados por personas dirigiéndose decididas y a paso rápido hacia algún lugar. En puntos muy distantes de la ciudad a uno le da la impresión de estar en el centro, por como es necesario tener que ir sorteando transeúntes al más puro estilo Matrix. Mires donde mires, hay muchos, muchos chinos.

Las grandes ciudades chinas son un gran ejemplo del auténtico comunismo de este país.

Anna, mi compañera, y yo no teníamos pensado pasar ni una sola noche en Guǎngzhōu (aunque a posteriori nos ha encantado haberla conocido), pues queríamos tomar un autobús nocturno hacia Guilin. Para ello, como no, el primer paso era ir hacia la estación de autobuses.

Al igual que con las proporciones chinas, tampoco es fácil transmitir con palabras lo complicado que es moverse por libre en China sin saber ni papa de chino ni de su alfabeto. Casi el máximo inglés que te encuentras es un “Hello” (eso sí, con un sorprendente buen acento). Además, otra serie de entradas merecería la poca amabilidad al caminante que ofrecen las ciudades chinas al primer encuentro (por cierto, al contrario que su amable gente).

Resumiendo en una sola línea y sin ninguna consideración para la memoria de los que vivimos el periplo hasta encontrar la estación, diré que llegamos algo trastornados hasta las taquillas donde comprar los billetes. Sin embargo, el estado de choc se incrementó al ver como nos teníamos que enfrentar, a grosso modo, a unas 40 filas de 50 personas (2000, para los de letras) al frente de paneles con los tan bonitos como indescifrables símbolos chinos.

¿Conseguirán nuestros amigos algo tan simple como comprar dos billetes para el autobús nocturno hacia Guilin? La respuesta en el próximo capítulo de “Mucho chino en China (o el misterio del autobús en forma de tren)”.

Por suerte, aunque cuesta encontrarlos, Guǎngzhōu también sabe ofrecer rincones más tranquilos.

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