Errores entre amores
<! — Advertencia el lector:
* No es una historia con drama (la hice dramática, pero en realidad no lo es)
* No es una historia inspiradora. Es una historia cualquiera, color rosa pálido. Mi intención al publicar esto es hacer entender que cada error nos lleva a cosas ultra geniales. -->
”Nunca he cometido un error en mi vida. Pensé que había cometido uno una vez, pero estaba equivocada”
Lucy Van Pelt
Siempre me había jactado de ser una “excelente” estudiante, ya saben, la típica niña ñoñis dedicada que se sienta hasta enfrente y entrega todas las tareas y “sabe todo”.
Mi historia de amor comienza en segundo año de prepa cuando conocí al primer amor de mi vida, la química, ella me sedujo con sus sensuales definiciones de transformaciones, energía, mezclas, átomos y moléculas; el laboratorio me hacía sentir completa y no necesitaba más en mi vida (ay la inocencia del primer amor).
La primera vez que me traicionó fue cuando al final de ese año, mi bella e inteligente maestra me informo que estaba directamente en extraordinario porque mi fabuloso equipo no entregaron algún reporte de laboratorio (es decir, de ellos dependía mi calificación), como sea apechugue y me puse a estudiar como nunca antes, después de todo no me disgustaba estudiar y por alguna razón que no entiendo, la información se me adhería como cochambre a mi mente. Ahora que lo pienso, posiblemente haya sido la señal para que no terminara en la facultad de Química, pero bueno, el examen extraordinario lo pase con 8 y obvio que me sentí muy orgullosa de mi y seguí mi camino. Es decir, jamás había reprobado una sola materia.
El curso de la vida siguió y como era predecible, elegí la carrera de Química de alimentos. Cuando mi tío que también es Químico se enteró de mi decisión me dijo: No vas a aguantar, ahí te van a comer; mi reacción fue reírme por fuera, pero por dentro me enoje y supe que me aferraría a salir adelante no importando lo que pasará en la Facultad. Hasta me propuse titularme por promedio, jajajaja. ¡Qué inocente nena!.
Pues no me comieron viva, sobreviví físicamente al primer semestre, es decir, no morí de estrés ni de hambre y evite que me pusieran apodos indeseables o vergüenzas que se dieran cuenta que ahí no era mi lugar, sin embargo mentalmente hablando termine echa popo porque reprobé 2 materias de 5, no era la gran cosa pero no paraba de compararme con los demás y sobretodo, no podía detener pensamientos comparando a la Silvia ñoñis de años atrás con la Silvia “reprobadora de materias”. En algún momento de lucidez, cuando los electrones no atacaban mi electronegatividad me decía a mi misma que solo era una prueba de resistencia…y así por el resto de los semestres restantes.
Me costó 2 semestres entender que reprobar era casi natural y que en vez de lamentarme debía aprender a elegir maestros que se adecuarán a mi forma de aprender, la cosa mejoró académicamente hablando, pero cada día que pasaba mi sexto sentido me decía que la Facultad no era mi lugar, sentía como si estuviera fuera de órbita o bailando en otro ritmo. Una sensación muy fea en serio que no se la deseo a nadie. Cuanto más me sentía así, más me repetía que tenía que acabar la carrera por amor a la química.
Llegó el año del fin del mundo, 2012. Según el calendario Maya ese año indicaba el fin de un ciclo y vaya que los Mayas fueron precisos. Para la segunda mitad de ese famoso año yo debería estar cursando el noveno semestre de la carrera, con mucho esfuerzo logré que solo tuviera un semestre de atraso, o sea yo sabía que no me titularía a tiempo pero sabía que no tardaría mucho en salir de ahí hasta que apareció un amor platónico que me hizo estremecer y poner en duda quién soy yo, a donde voy y preguntarme: “¿Qué estás haciendo de ti?”.
Como consecuencia a tantas preguntas comencé a dudar mucho de mi, de lo que hacía y lo que quería en mi vida, el resultado de tanto pensar: una tormentosa y hermosa depresión; tenía mucho miedo salir a la calle, me sentía un color gris incombinable, me odiaba a mi misma y me quería morir.
Asistía a la Facultad por inercia y de milagro porque inicié una pelea de Silvia contra Silvia sin derecho a ningún tipo de tregua, una batalla a muerte en la que Silvia la débil y conformista iba ganando y se reflejaba en todo lo que hacía, me auto-saboteé para reprobar todas mis clases y de pilón me aleje de mis amigas y familia. Con todo esto fue el fin de mi amor por la química y del poco amor que sentía por mi.
Si, fue un error elegir Química, enamorarme de alguien “imposible”, de darme por vencida así de la nada y ya no luchar más. Fue un error garrafal el dejar de quererme a mi misma. Pero sé que gracias a eso y otras cosas, ahora estoy en Laboratoria. Un lugar donde me siento en la nota correcta, en el ritmo adecuado con la canción perfecta, como si por fin hubiera encajado bien en un lugar.
Luego les cuento más…
🎶 Me caga que me expliquen como es el mundo si al final todos están equivocados 🎶
