Mujeres juntas ¿ni difuntas?

Itzel Jiménez
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3 min readApr 11, 2017

Suele decirse a menudo que las mujeres nos vemos entre nosotras como férreas competidoras, competimos por los puestos, la belleza y hasta por los hombres. También se dice que la verdadera amistad entre mujeres no es posible, si a ello les aunamos los adjetivos otorgados socialmente tales como: “chismosas”, “chillonas”, “hormonales”, “neuróticas”, “hipócritas”, “interesadas” y un largo etcétera, tal vez podríamos comprender que la forma en que nos relacionamos está fuertemente marcada por las creencias con las que crecemos. ¿Quién en su sano juicio querría relacionarse con una loca y neurótica chica?

Mis mejores amigos son hombres.

Para empezar, puedo decirles que ninguna mujer figura actualmente en mi top de los 3 mejores cuates (ojo que la categoría se llama “cuates”) y ya que estamos en el espacio del confesionario, diré abiertamente que aún me cuesta trabajo creer en las mujeres, he caído en la crítica machista sobre el ‘sexismo azorrado’ (la crítica que se le hace a una mujer por su forma de vestir) y tengo una lista interminable de actos machistas que he arremetido contra algunas mujeres. De alguna forma me he comido todo el discurso de la falta de fiabilidad que podemos tener entre nosotras mismas y que si un día comenzamos una amistad, terminaremos por desgarrarnos las vestiduras.

Es así que podría parecer que soy una cínica hablando abiertamente sobre algunos desaciertos y que más que realizar algún acto significativo se sienta tras de su computadora a escribir vaguedades. Sin embargo, es aquí donde viene el punto fuerte, en Febrero de este año aprendí que para transformar la forma en la que nos vemos entre nosotras se necesita de un par de anteojos o del acceso a una óptica en donde la diversidad permita la libre reflexión, así fue como apareció frente a mi la oportunidad de entrar a Laboratoria.

¿Qué papel juega Laboratoria en mi vida?

Laboratoria es una empresa social que busca capacitar a las mujeres en el desarrollo web, surgió en Perú, llegó a México y me aceptó a mi junto con otras 68 mujeres (aprox). Entre sus múltiples puntos a favor tenemos que es una empresa que no sólo te capacita, sino que también te ayuda a conseguir empleo, te ofrece un curso integral y especializado, educación continua, seguimiento, y además cuenta con el respaldo de importantes empresas.

Con todo ello, lo más importante de Laboratoria no es su excelente contenido práctico y teórico del desarrollo front end, en Laboratoria encontré otras mujeres y lo más importante me reencontré conmigo misma, me siento capaz de mirar a otras mujeres sin tratar de prejuiciarlas, y me siento capaz de confiar en ellas como en mí misma. He podido tomar conciencia de la necesidad de formar una red de apoyo entre mujeres para confrontar las condiciones actuales y los arquetipos arraigados.

¿Mujeres juntas, ni difuntas?

Para entenderlo mejor les explico que mi convivencia con las mujeres siempre fue limitada, convivencia familiar, una o dos “amigas” por instituto o por área laboral. Lo que ahora me hace pensar que huía no sólo de la convivencia con ellas sino también de mi ‘yo’ femenino. Llevo dos meses conviviendo con más de 60 chicas en una misma aula con una jornada de 9 horas diarias y mi percepción sobre el comportamiento de mis congéneres ha cambiado radicalmente. Aún no me considero lo suficientemente preparada para dejar de llamarme a mi misma “machista”, pero si algo hay de significativo en todo esto, es la forma en que la palabra “SORORIDAD” y mi pertenencia al proyecto Laboratoria ha impactado mi forma de ver a esa ‘otredad’ llamada Mujer y por ende mi forma de relacionarme con éste género al que orgullosamente pertenezco.

Gracias Laboratoria.

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