Breve historia sobre histeria (Agosto 2010)

Lau Mica Alvarez
Historias pasan
Published in
3 min readAug 10, 2019

Atrás dejaremos pasajes científicos de qué es lo que la provoca, sus efectos y quiénes son los mayores afectados. Histeria, un mal que ataca a hombres y mujeres, no importa la edad, religión ni color de piel. Histeria: ¿un mal de hoy? ¿está de moda? ¿La culpa es de la sociedad?.

Sin querer hablar por hablar, prosigo a dar ejemplos prácticos que vengan empíricamente a ilustrar esta pseudo enfermedad que aqueja a chicos y a grandes.

Hágase el siguiente experimento: visítese a un amigo que estuvo queriendo conquistarla por mucho tiempo y ahora tiene novia. Él ya no la desea. Usted no es más que “otra amiga más”. Él es feliz. Él es feliz sin usted.

Aquel personaje tosco, sin proyectos, sin futuro, feo hasta que duele, se convertirá de repente en un príncipe azulado. Hasta el lunar con pelos que lo afeaba aún más, le va a dar un toque “chic”* que la dejará impactada.

O a la inversa, claro está: póngase usted de novia y de los jardines aledaños saldrán gnomos a decirle cuan arrepentidos están de haberla dejado ir a una. De repente, la amarán.

Cuando uno deja de ser objeto de deseo para otro, aunque nunca estuviera interesado realmente en esa persona, no puede vivir con eso. Cuando uno, ya no tiene al alcance de su mano eso que antes estaba cerca, no puede vivir con eso. El egocentrismo y la vanidad son amigos de alguna de las clases de histeria.

Pedís helado y te dicen “no tenemos pistaccio porque no es temporada” y, con voz de que-mala-que-es-esta-heladería-porque-yo-quería-pistaccio, le tirás un “bueh, dame chocolate con almendras y sambayón…sambayón tenés, ¿no? (¡qué buena onda un helado de pistaccio ahora! — Histeria).

No. Bastan dos letras. No. “Pero, pero, per…”. Tanto poder en un monosílabo. No. Ni siquiera en palabras o con la cabecita meneando de lado a lado. No. Implícito, no dicho, un No-Ninja. Cann-che-ro.

Cuando tenemos libertad, queremos límites. Cuando tenemos a alguien meloso al lado queremos que no nos empalague. Cuando no nos empalaga, “¿por qué sos tan frío?”. Queremos crecer profesionalmente pero que se nos permita tener una familia, queremos comer todo lo que nos gusta pero el cuerpo de la Kloosterboer (no da que sea tan linda, seguro que tiene hongos). Si se afeita nos gusta la barba; si se viste bien, seguro que está con otra/o. Si no se arregla, “ya no le importo”. Si tu jefe no te da mucho laburo “no me tiene en cuenta” y si te tapa “siempre lo mismo, no puede ser”.

Histeria. En todos lados. En el trabajo, en las veredas, en las vidrieras, en un bar.

- “Yo quería que algo no pasara en 2010 porque no estoy preparada, porque no quiero apurar ciertas cosas, y bastó para que mi interlocutor me dijera que no, que ahora yo lo quiero con toda la furia. Creo que en ciertos días, tengo que jugar un ratito a las Barbies escuchando La Ola está de Fiesta y se me pasa todo. ¿Qué tengo, Doctor?” “, Laura Micaela Alvarez (dixit), Enero de 2010

- “Sólo sufres de una histeria regular, llamada ‘no –podés-ser-tan-histérica’. En tu caso, se ha convertido en una ‘no –podés-ser-tan-histérica, Laurita’**. Estás al borde de la infección general y no te saco el apéndice porque no te lo cubre la prepaga. ”

- “Doctor, sáqueme el apéndice” .

Quiero pensar que no soy la única histérica. Hay ejemplos citados que nada tienen que ver conmigo. Y ejemplos que me faltaron incluir. Quiero pensar que es un mal pasajero. Quiero pensar que la histeria tiene algún fin bondadoso y constructivo, en el fondo. Quiero dejar de pensar.

* Si hay algo que detesto es la palabra “chic”.
** Si hay algo que detesto es que me digan “Laurita”.
Nota al pie: la histeria también se refleja en que voluntariamente utilicé palabras que detesto.

--

--

Lau Mica Alvarez
Historias pasan

Publicitaria (de título), reciente standupera y proyecto de escritora. Reciclando historias que pasan. Lalala.