Esperar o no, esa es la cuestión

Lau Mica Alvarez
Historias pasan
4 min readAug 14, 2019

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Cualquiera que me conozca un poco sabe que espero el otoño. Me gusta el frío y las hojas secas (que no es lo mismo que hacer leña del árbol caído). Este otoño se hace esperar pero va a llegar. Llega indefectiblemente. Tarde o temprano. Con un veranito en el medio o no, lo importante es que piso con alegría las hojas y duermo tapada. La noche se alarga, las capas se suman en la vestimenta, el calor de mi casa es deseado. Lo espero ansiosa. ¿Hay otra clase de espera que no sea ansiosa? ¿Hay que esperar? ¿Qué? De uno, del resto, del mundo, ¿de qué?.

Creo que sentada en una silla esperando que las cosas pasen, nada pasa.

Hay momentos que, sin duda, sentada en una silla las cosas terminan pasando igual. Un mail bomba de trabajo, el hijo de alguien que nace en un hospital, el amor de tu vida que llega al bar donde lo citaste. Cada una de esas cosas se esperan porque antes no se esperó. Porque se buscó el lugar de trabajo donde estás, porque alguien fue al encuentro de un hijo o no se contuvo ese instante para frenar y prevenirlo, porque conociste al amor de tu vida y luego lo citaste en el bar donde estás sentada/o esperando. Es la espera de lo buscado. Lo buscado que no se encuentra sin accionar en una silla.

Del resto y de uno no se puede esperar. O sí. No me es claro tampoco. Acciones del otro son tan desconocidas como las nuestras. “Si te quieren robar les das todo”, dijo siempre mi viejo y terminó negándose ante alguien armado para evitar que esta persona se llevara su auto o entrara en mi casa. Del frustrado ladrón se podía esperar un tiro que afortunadamente no fue. De mi viejo no esperaba tal reacción que sí fue. Si uno espera de uno, se sorprende. Si uno espera del resto, se sorprende. Si uno espera de uno, se frustra. Si uno espera del resto, se frustra. Mejor sorprenderse a frustrarse y la sorpresa radica en no esperar. ¿No debemos esperar nada? ¿No es desalentador no esperar nada? ¿O desalienta esperar y que no venga lo que se ansía, que no pase lo que se busca?

Quizás esperar el otoño es fácil. Aunque lo espero ansiosa siempre llega. Y llega respetando ciertos pactos pre-acordados. Llega con mañanas y noches frescas, llega con empezar a usar el sweater blanco, llega con sus hojas, llega con los programas de TV que regresan, con las publicidades de sopas y de antigripales, con revisar si la estufa anda y con estirar arriba de la cama la primera frazada (a la que, en mi caso seguirán otras más). La incertidumbre llega cuando no se sabe que es lo que viene. Y la ansiedad también, aunque no se espere.

Si yo espero que a cada causa le suceda siempre una consecuencia, estoy esperando en vano. Para empezar, puede no ser una consecuencia. Pueden ser dos o siete. Para seguir, no será siempre la misma. Yo espero que el boletero me dé el vuelto de un billete de $2, por el tramo Yrigoyen-Banfield que sale $0.80, en la siguiente combinación: una moneda de un peso y dos de diez centavos. Pero no siempre pasa eso. Cuenten las formas en que puede combinar $1,20. Esas son las combinaciones en las que recibo lo que espero.

Las cosas a veces nos sorprenden por más esperadas que sean y nos decepcionan al ser igual de esperadas. Espero el predecible otoño, sin dudas. Y el invierno. Pero no esperaba que nevara en Buenos Aires. Y me gustó mucho. Espero gestos, palabras, acciones de gente que espera como yo y que recibe, a la vez, causas distintas a las que esperaba. Tengo miedo tanto a la sorpresa como a la frustración. Tanto a la alegría como al dolor. A la risa y al llanto. A la ausencia de una y el predominio de la otra, y viceversa. Temo a esperar en vano y decido no hacerlo, pero me encanta esperar 5 y recibir 10. Si vienen 3 es cosa mía. O del otro. O de ambos.

esperar v. tr./intr.

1- Quedarse en un lugar hasta que llegue una persona u ocurra una cosa.
2- Creer que va a ocurrir o suceder una acción generalmente favorable.
3- Tener la esperanza de conseguir algo que se desea.
4- Estar a punto de ocurrir una cosa que generalmente no se puede evitar:

Cada acepción de este verbo sigue haciéndome ruido. Que hay que esperar y que no, no lo sé. Creo que hay que dejar que las cosas sucedan sin dejar de hacer suceder las cosas.

Según el Dante, en la puerta del Infierno se lee: “Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza”. Como estoy viva, de nuevo digo, todas las definiciones de esperar me traen dudas. Todas menos la tres.

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Lau Mica Alvarez
Historias pasan

Publicitaria (de título), reciente standupera y proyecto de escritora. Reciclando historias que pasan. Lalala.